Días atrás finalizó la Copa del Rey en el Real Club Náutico de Palma, en Mallorca, con el mar tan ancho que se antoja infinito, quedando claro que las fronteras no existen en la naturaleza, las inventan los políticos. En esta ocasión, además de eximios deportistas que compiten para superarse y ayudar a sus compañeros, participaron dos reyes, Felipe de España y Harald de Noruega, pero guardias había pocos, notoriamente menos que los que suelen rodear a los políticos ya que, sin dudas, gran daño hacen y por ello, más miedo tienen de ser agredidos.
Las manifestaciones y huelgas en Hong Kong van creciendo,
muchas veces perjudicando a ciudadanos comunes y pasajeros internacionales y
eso no está bien, pero es comprensible el mal humor de los ciudadanos. Cuando
China recupera la soberanía de esta ciudad en 1997 verlo por TV fue revelador:
el ejército chino entró pacíficamente, pero, literalmente, invadió al fin.
Es que los Estados modernos son eso, territorios donde un
grupo de políticos, electos o no, ejercen el monopolio de la violencia, es
decir, ocupan con sus fuerzas armadas y no permiten que nadie ose desafiar -sus
“leyes”- esa ocupación que marcan con fronteras. Unos imponen menos cargas a
sus súbditos, como los británicos cuando ocupaban Hong Kong y otros mucho más
como lo hace Beijing que se comprometió a mantener hasta 2047 las estructuras
establecidas por los británicos.
Pero ahora los ciudadanos desconfían, creen que de a poco
les van quitando sus libertades y por ello protestan. En opinión de los
poderosos grupos prodemocráticos de Hong Kong, entre otras cosas, Beijín
intentaba imponer una “ley de extradición” para amordazar a críticos y
disidentes del régimen comunista chino.
Pero también los “capitalistas” tienen fronteras. Menos
de 5 kilómetros al sur del centro comercial Cielo Vista, donde un joven asesinó
a 20 personas por odio racial hacia los latinos, los políticos levantaron un
muro separando Ciudad Juárez en México y El Paso en Texas, dos ciudades que se
entremezclan naturalmente cada día. Por esta frontera cruzan a diario 22.000
personas para pasear, trabajar o ir de compras, incluso, existen entre 600 y
1.000 niños que cruzan para ir al colegio cada día.
Ambas ciudades comparten muchas cosas, por ejemplo, la
misma fuente de extracción de agua, pero tienen realidades diferentes. El Paso
es una de las ciudades más seguras de EE.UU., y Ciudad Juárez es la quinta
ciudad más peligrosa del mundo, en buena medida debido a los inmigrantes allí varados
porque les impiden el paso los políticos de EE.UU. ahora con la colaboración de
los mexicanos.
México es uno de los países que ha sido blanco de los
insultos de Trump al punto que varios lo han acusado de alimentar el odio
racista. Opina Alberto Priego, en El Mundo de Madrid, que “Cuando parecía
olvidarse del terrorismo islamista, Occidente sufre el auge de los ataques de
ideología de extrema derecha… Cherkizovsky, Utoya, Christchurch, Poway, El Paso
o Dayton” son algunos de los que han sufrido ataques de supremacistas o de
extrema derecha. Y muchos de estos atacantes, entre otras cosas, tenían una
característica, eran asiduos usuarios de videojuegos bélicos donde se ensalza a
los “héroes” violentos que, en muchos casos, defiendena “la patria” a la que
confunden, porque ya no es “la tierra de los padres” sino ese territorio, con
fronteras, militarmente ocupado y usufrutuado por los políticos.
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global
Prosperity, de Oakland, California
@alextagliavini
www.alejandrotagliavini.com