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02/07/2019 | Rusia - Opiniòn: La popularidad de Vladimir Putin está cayendo

Emilio J. Cárdenas

Su última reelección ocurrió en el año 2012, en la que obtuvo su tercer mandato de seis años.

 

El presidente ruso, Vladimir Putin, está ya en campaña para tratar de obtener un cuarto mandato. Su personalidad sigue siendo tan fuerte como siempre. Ocurre que es, indiscutiblemente, un hombre de acción. No obstante, hay nubes negras en el horizonte respecto de su futuro.

 En marzo del 2018, al tiempo de su última reelección presidencial, el 64% de los encuestados rusos manifestaban apoyar a Putin. Ese porcentaje fue, en ese momento, el más alto obtenido por un presidente ruso en toda la historia. Sin embargo, el aparente romance que tuvo con su pueblo pareciera haber comenzado a debilitarse. Las actuales encuestas indican que la confianza pública en el jefe de Estado es ahora de apenas el 31,7%. En poco tiempo, su popularidad se ha reducido a la mitad. Nunca, desde el 2006, ella ha estado tan baja.

Lo antedicho pese a que días antes del Foro Económico Internacional de San Petersburgo, que acaba de tener lugar, el Kremlin instruyó a las encuestadoras a que cambiaran el formato de las preguntas. Ahora ellas se han reducido a una sola: "¿Confía Ud. o no en el presidente Vladimir Putin?". Como consecuencia del cambio dispuesto, las respuestas favorables treparon vertiginosamente. De un poco atractivo 31,7% de apoyo, la popularidad del presidente ruso trepó, en menos de una semana, al 72,3%. Este extraño "milagro" tiene que ver con la manipulación de la opinión pública. Algunos de los colaboradores cercanos de Putin sostienen que la baja de la popularidad del presidente ruso tiene, como principal razón, la falta de conducta de los encuestadores.

LAS RAZONES

¿Cuál puede haber sido la razón principal de la caída de popularidad de Vladimir Putin? Los observadores, en general, postulan que ella ha tenido que ver con el aumento de la edad en que los rusos pueden jubilarse. En junio del año pasado, esa edad aumentó para las mujeres de los 55 a los 60 años. Y, para los varones, de 60 a 65. Antes del aumento dispuesto de la edad jubilatoria, la edad para jubilarse de los rusos era increíblemente baja. Hoy ella parece haberse movido en dirección al promedio que corresponde al Viejo Continente.

El argumento principal de los analistas es que la suba de la edad para jubilarse afectó muy negativamente a la opinión pública. Particularmente a los varones.

Los rusos, cabe recordar, tienen una expectativa de vida al nacer de apenas 66 años, en promedio. Esto supone que, si se jubilan a los 65 años, la mayoría de los rusos puede creer que, luego de una vida trabajando duramente, gozarán de su jubilación por apenas un año.

Ese cálculo, casi imposible de defender, se ha extendido por toda Rusia, generando descontento y protestas. A lo que cabe agregar que, en septiembre del año pasado, el oficialismo ruso perdió tres elecciones para gobernadores, ante la sorpresa de muchos.

A la cuestión jubilatoria antes aludida cabe agregar un creciente descontento con el manejo de la basura y el abuso en la utilización de los espacios verdes, que incluye por cierto a la Iglesia Ortodoxa Rusa, sumamente cercana al presidente Vladimir Putin. En Rusia, la Iglesia Ortodoxa goza de una enorme influencia que se extiende ciertamente al plano de la política.

EL NIVEL DE VIDA

Un tercer factor, que podría también estar alimentando la pérdida de popularidad de Putin puede ser la notoria declinación del nivel de vida del pueblo ruso. Cuando se pregunta, a través de encuestas, cuáles son las preocupaciones del pueblo, las respuestas no difieren demasiado de aquellas que corresponden a otras latitudes. Ellas son: la pobreza, el aumento de los precios, la corrupción, y la creciente diferencia de ingresos entre la minoría de rusos ricos y la mayoría de rusos pobres.

 Queda visto que el mal humor del pueblo ruso tiene razones no demasiado diferentes de las que expresan en otras latitudes, pueblos en los que también pareciera prevalecer el descontento.

 Pese a todo lo antedicho, Vladimir Putin tiene una característica diferencial: él mismo personifica la concentración del poder que mantiene en sus propias manos. Por esto, cuando su popularidad cae, sus colaboradores más cercanos también quedan lastimados por las razones de las caídas.

TIMON DEL PODER

 No obstante lo antedicho, Vladimir Putin sigue firme con el timón del poder en sus manos. Sin rivales amenazantes. Ataviado a veces con traje de yudo y cinturón negro, Putin pretende siempre transmitir la imagen de un hombre fuerte. Por esto quizás las intervenciones militares rusas en Ucrania y Siria. Así como la anexión de Crimea. A los 65 años de edad, Putin se acerca a la expectativa de vida promedio de los rusos. Pero está muy lejos de transmitir la imagen de un líder debilitado.

Si Vladimir Putin tuvo alguna vez la ambición de integrarse con los países de Occidente, no ha tenido en ese esfuerzo resultado positivo alguno. Tan es así que, desde marzo de 2014, tanto la Unión Europea como los Estados Unidos han sancionado a buena parte del liderazgo político ruso y a aquellas empresas que, directa o indirectamente, apoyaron las atrevidas acciones militares rusas en Ucrania. Como consecuencia de ello, muchos de los colaboradores cercanos a Vladimir Putin no pueden viajar a través de Occidente, ni realizar transacciones financieras en los Estados Unidos o en la Unión Europea.

 Pese a que al comienzo de su gestión el presidente norteamericano, Donald Trump, manifestó ser admirador de Vladimir Putin y procurar una relación armoniosa, la desconfianza recíproca no sólo no ha desaparecido, sino que ha estado creciendo. Al propio tiempo, la Unión Europea ha dejado de considerar a la Rusia de Vladimir Putin como un posible "socio estratégico". Lo sucedido en Ucrania a partir de las intervenciones rusas, ha mantenido al gobierno de Vladimir Putin alejado de Occidente.

Cuando se pone la mirada sobre la conducta de Vladimir Putin no se puede olvidar una de sus frases, pronunciada en el 2015, que alimenta la falta de confianza. Me refiero a aquella que, con referencia a sí mismo, señaló: "Hace 50 años las calles de Leningrado me enseñaron una regla: si una pelea es inevitable, uno tiene que asestar el primer golpe". La historia sugiere que esa frase alimentó la violencia contra el separatismo checheno y los conflictos contra Georgia, que terminaron con dos anexiones a Rusia: las de Abkhazia y la de Ossetia del Sur. La frase antes transcripta coincide, en nuestra opinión, con el perfil de "macho" que con frecuencia asume el presidente ruso.

EN MATERIA ECONOMICA

Vladimir Putin tiene, finalmente, nexos poco claros en materia económica. En general se considera que es un hombre extremadamente rico y que ha utilizado a una corte de oligarcas y un conjunto de sociedades en el exterior, para ocultar su patrimonio. Curiosamente, el músico chelista Sergei Roldugin, es tenido como uno de sus principales testaferros.

 Convivir con Putin no parece sencillo. Su ex mujer, de la que se divorció en el 2013, lo describe como un alcohólico del trabajo, sin demasiado tiempo para el cariño. Sus dos hijas, Katerina y María, han incursionado con éxito en el mundo académico. La primera de ellas trabaja en la Universidad de Moscú. La segunda ejerce la medicina, en el capítulo de la endocrinología.

Vladimir Putin gobierna con un sistema casi feudal, en concierto con una pequeña oligarquía que lo acompaña en los más diversos menesteres. Hace gala de su propia versión de "patriotismo", recurriendo para ello a los medios de comunicación masivos.

Su última reelección ocurrió en el año 2012, en la que obtuvo su tercer mandato de seis años en lo más alto del poder ruso. El ciclo de aumento y disminución del nivel de vida de su pueblo puede bien haber tenido más que ver con las oscilaciones del precio internacional del petróleo crudo y del gas natural que con la calidad misma de la gestión de Vladimir Putin. Cuando los precios internacionales suben, los rusos no ocultan su admiración. Cuando bajan, las críticas y las protestas suben de tono. Hoy la economía rusa luce anémica. Quizás por esto último el aumento del descontento con Vladimir Putin al que nos hemos referido al comienzo de esta nota.

 Además de ser un hombre decidido, Vladimir Putin también es audaz. Prueba de esto fue el envenenamiento con material radioactivo en el 2006 de Alexander Litvinenko, en Gran Bretaña. Las dudas acerca de la participación del gobierno ruso en ese atentado nunca fueron debidamente despejadas y aún afectan la credibilidad de Vladimir Putin.

 

* Emilio J. Càrdenas, Ex embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.

La Prensa (AR) (Argentina)

 



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