Se declaró peronista y dice que es amigo de Macri, coquetea con Juan Manuel Urtubey, pero se reúne muy seguido con Sergio Massa. También había declarado antes de comenzar el ciclo 2018 de su programa, que este año no habría ni violencia, ni insultos ni escándalos, entre el jurado y los participantes.

Ahí comenzó con su aprendizaje político, dijo una cosa para hacer exactamente lo contrario. Nunca sus "Bailando" tuvieron los niveles de violencia e insultos que tienen hoy. Si bien las encuestas no le dan muy bien comparado con otros líderes políticos, Marcelo se dio cuenta que a través de sus apariciones en televisión puede adquirir  esa personalidad tan curiosa y particular que tienen nuestros hombres públicos. Veamos algunos ejemplos. El conductor estimula a sus participantes (que vendrían a ser el pueblo) para que se enfrenten metiéndose con sus vidas privadas, sin excluir el baño, la cama y los placares. Estos reaccionan e intentan defensas que son tomadas en broma por Tinelli que además insiste con muletillas como "Yo no me quiero meter" o "Te lo pregunto porque me lo dijeron". El cuenta con empleados fieles, que a la manera de los asesores de los políticos, van con chismes y alcahueterías para darle letra al "jefe".

Tiene que parecer espontáneo aunque todo está cuidadosamente planificado. Como las peleas entre Carrió y Macri en determinados momentos de la coyuntura política. En los últimos días, sus participantes (el pueblo) que no son de la clase social más preparada, y que son capaces de todo con tener un poco de presencia para figurar y después conseguir algún puestito de panelista en algunos de los programas del propio Tinelli. Vendrían a ser los choripaneros del candidato. Los políticos les dan sándwiches de chorizo y Tinelli minutos en cámara.

En los últimos días, personajes como una tal Mica Viciconte, que nadie sabe exactamente qué es, salvo que se colgaba de los trapecios en un ciclo llamado "Combate" da cátedra de moralidad y usa la pelea oral para "salir un poquito más".

Tinelli maneja los personajes  y aprende cómo incitarlos, enojarlos y siempre, como los políticos, termina preguntando "¿Pero no existe la posibilidad que se sienten a tomar un café y charlen"? después de haberlos provocado hasta la ira. Así, los cada vez menos televidentes de enteran que una bailarina llamada Lourdes Sánchez es muy mala (le tocó ese papel) y le queda mal, pero es la encargada siendo la mujer del principal productor de Marcelo de generar el clima y decir por ejemplo "Vos Pampita (Carolina Ardohain) sos una bolsa de cuernos" o tirarle a Laura Fernández la actual novia de Nicolás Cabré "Vos callate que le metiste los cuernos a Hope" el otro productor de Tinelli que fue su pareja mucho tiempo. Marcelo así practica la demagogia, la culpa, la falsa moral, la promesa incumplida, atributos naturales de nuestros políticos sin que nadie se dé cuenta.

Es como si hiciera el programa y los invitados fueran, Ebe de Bonafini, Guillermo Moreno, Milagro Sala, Elisa Carrió, Cristina Fernández, Aníbal Fernández, Baby Echecopar por citar a los más polémicos y él los maneja, los manipula a su antojo jugando al "te quiero" mezclado con el "te odio". Eso sí, Tinelli reparte demagogia anunciando la ayuda a obras de caridad por todo el país de las que solo se cumplirá una. Como sus asesores le dijeron que debe federalizar su figura porque en el interior no mide nada bien, ahora llevará su programa a distintas provincias para vender su imagen. Esto es lo mismo que hacen los políticos cuando se van "de gira". Da un poco de angustia pensar que estos personajes pueden ser parte de la política que los argentinos queremos cambiar.