No se trata de combatir a un grupo de delincuentes. Hezbolá es un partido político importante en un país, Líbano, con el cual México mantiene relaciones diplomáticas. Para complicar aún más las cosas, el también llamado Partido de Dios acaba de verse involucrado en un conflicto internacional precisamente porque se responsabilizó de la muerte de ocho soldados y del secuestro de dos en territorio israelí.

De ahí nace la ambigüedad y la complejidad de las pesquisas en curso en México. Hezbolá es también considerado en Estados Unidos como un grupo terrorista, y cabe interpretar la investigación actual en el marco de la lucha mundial contra el terrorismo islámico.

Hezbolá, que ya había aparecido en los años ochenta para defender los intereses de los musulmanes shiítas, adquirió importancia y fama a partir de la invasión israelí a Líbano en 1982. En el Parlamento libanés, en alianza con el otro partido shiíta, Amal, controla 35 de los 128 escaños, siendo así la segunda fuerza política (después de la coalición anti-Siria que tiene 72 diputados). Hezbolá tiene también dos ministros (más otro cercano a él) en el actual gobierno libanés.

Su labor social en un país donde el gobierno es débil y su resistencia a la ocupación del sur del país, donde los shiítas son mayoritarios, le han dado un prestigio nacional como baluarte de la defensa de la soberanía y el apoyo internacional de Siria y, sobre todo, de Irán, el único país dirigido por shiítas en el mundo musulmán. Estos dos países ven en Hezbolá un peón útil en el juego de poder regional y planetario.

Sin embargo, el Partido de Dios es también responsable de varios actos terroristas contra intereses israelíes y estadounidenses en particular. Estuvo involucrado en atentados terroristas en todos los continentes a partir de los años ochenta, entre los cuales destacan el atentado suicida con un camión contra las fuerzas estadounidenses en Beirut, que mató a doscientos US Marines, y el secuestro de un avión de TWA en 1985. Sus actividades terroristas más sangrientas, por cierto, las cometió precisamente en América Latina, con el apoyo de Irán. En Argentina se le responsabiliza de la muerte de 130 civiles en dos atentados, uno contra la embajada de Israel en Buenos Aires, en 1992; otro contra el edificio de la comunidad judía en esta misma ciudad, en represalia contra las acciones israelíes contra él en Líbano. Después de unas primeras declaraciones, Hezbolá negó su participación, pero investigadores argentinos, israelíes y estadounidenses piensan y han documentado lo contrario.

Por estas razones, Estados Unidos lo ubicó en la lista de las organizaciones terroristas. Esto significa que aun actividades económicas perfectamente legales en general no lo son si están efectuadas por, en nombre de o a favor de Hezbolá. El Parlamento europeo considera a Hezbolá como una organización terrorista desde 2005; la declaración se dio con un voto de 473 a favor y 8 en contra.

No ha ingresado, sin embargo, la oficialización de ese proceso, por falta de voluntad política de algunos países, como Francia. En cambio, otras naciones europeas, entre elllos los países Bajos, sí, ya tratan a la organización como terrorista, con las implicaciones jurídicas correspondientes en cuanto a la ilegalidad de cualquier operación económica en sus territorios. El Reino Unido, en cambio, separa las actividades políticas admitidas de las actividades militares consideradas como ilegales.

A este cerco que empieza a cerrarse sobre el grupo, hay que agregar las sanciones económicas que se preparan contra Irán, su principal patrocinador. Estas sanciones, para castigar el programa nuclear iraní, estarían aplicadas sin reparo por Europa y Estados Unidos, pero posiblemente también por las "petro-monarquías" del Golfo.

La suma de estos hechos explica por qué Hezbolá tiene que buscar otros destinos para realizar sus actividades económicas y financieras fuera de Líbano. América Latina se antoja un lugar ideal. Mantiene relaciones complejas y frecuentemente tensas con Estados Unidos e Israel. Tiene economías y en particular redes bancarias relativamente desarrolladas. Sin embargo, el control de éstas es menos estricto y menos eficaz que en otras partes del mundo. Además sus alertas responden a otro tipo de actividades ilícitas, como las de lucha contra el narcotráfico y el lavado de dinero, y no necesariamente están preparados para reaccionar al terrorismo.

Así se explica la posible incursión geográfica del partido libánes en espacios tan lejanos de su terruño, como lo es México.

Analista experto en Medio Oriente