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17/12/2017 | El retorno de los Gandhi

Francisco de Andrés

Rahul Gandhi, de 47 años, hijo del asesinado Rajiv y de la italiana Sonia, acepta el reto de resucitar la «dinastía india»

 

No ha sido el método más ortodoxo de elección en la que se presenta como la mayor democracia del mundo, pero el apellido lo dice todo: un vástago de la «primera dinastía de la India», los Gandhi, vuelve a encabezar el Partido del Congreso. Así lo decidió casi por aclamación esta semana la dirección de la formación que ha gobernado casi sin interrupción la India desde la independencia en 1947. Rahul Gandhi, hijo del primer ministro asesinado Rajiv, nieto de la primera ministra también asesinada Indira, y bisnieto del primer jefe de gobierno del país, Jawaharlal Nehru, ha aceptado la presidencia del Partido del Congreso, y tratará de recuperar el poder –actualmente en manos de un partido nacionalista hindú– en las próximas elecciones generales previstas para 2019.

Rahul Gandhi, de 47 años, no estuvo presente en Nueva Delhi en el acto de coronación, pero esta vez la ausencia estaba justificada. Decidido a tomar el liderazgo del Partido del Congreso, Rahul está en plena campaña en el estado de Gujarat, territorio del primer ministro y gran rival Narendra Modi, para tratar de dar la sorpresa en las inminentes elecciones regionales.

Una victoria o un buen resultado para el Partido del Congreso en Gujarat sería el primer signo de que la formación renace de las cenizas, tras el durísimo varapalo de las generales de 2014. Ese año, el partido por excelencia de la India no solo fue derrotado sino también humillado por la formación de Modi. Su Bharatiya Janata (BJP), nacionalista, xenófobo y adalid del sistema de castas, obtuvo una deslumbrante victoria por mayoría absoluta con su mensaje de cruzada contra la corrupción política.

El mendigo derrotó al príncipe. Modi procede de una familia humilde, pero como gobernador de Gujarat supo labrarse fama de buen administrador frente al derroche, la corrupción y el declive económico del resto de los estados de la India, el país que según la ONU se convertirá en 2028 en el más poblado de la tierra, por delante de China. Los casi tres años de gobierno nacionalista hindú no han sido lo que prometían, pero la popularidad de Modi sigue siendo alta frente a sus rivales, en particular los del laico Partido del Congreso, que se ha limitado a velar armas hasta la llegada del nuevo Gandhi.

Rahul Gandhi lleva en política desde su primera campaña electoral en 2004, que le abrió las puertas del Parlamento. En 2007 se puso al frente de las juventudes del partido. En 2013 accedió a la vicepresidencia. Hay algo de resignación y casi fatalismo en su ascenso al poder, un magnetismo al que no puede sustraerse aparentemente ningún miembro del clan. Ni siquiera los que entran casi de rebote. Así lo aprendió Rahul desde su infancia, y lo ha visto encarnado en su madre, la italiana Sonia, naturalizada india en 1983 y «obligada» a ponerse al frente de los destinos del partido y del país tras el asesinato de su marido, Rajiv, en 1991.

Rahul se ha resistido a tomar el relevo a su madre –de 71 años y con serios problemas de salud– quizá porque es consciente de algunas de sus carencias. No tiene el carisma de su padre y menos aún el de su abuela Indira, ni siquiera el de su hermana Priyanka, a la que se mantiene alejada de los focos –salvo en esporádicas apariciones en actos de campaña– para que no haga sombra a Rahul. El nuevo líder de la dinastía Gandhi no tiene tampoco una retórica brillante, pese a que su formación fue exquisita: estudios universitarios en Florida, Harvard y Cambridge. Pero Rahul gusta de la soledad. Hace dos años desapareció durante 56 días y fue acusado por el Parlamento de irse de vacaciones mientras se debatían leyes. Fue quizá la última concesión a sus impulsos.

Bajar a la arena

Un Gandhi ha estado vinculado al poder en la India durante 50 de los 70 años de independencia. Es un destino casi inscrito en su ADN, vinculado también al elemento de tragedia. Ese principio dinástico, propio de una monarquía y no de un régimen republicano, es el principal blanco de las críticas del Gobierno de Modi, que teme ahora una reacción de entusiasmo popular por la llegada de Rahul Gandhi a la cabeza del Partido del Congreso.

Consciente de su flanco débil, Rahul Gandhi lleva tiempo esforzándose por bajar a la arena, y arrecia en sus ataques a la falta de efectividad de la política económica de Modi y al trasfondo racista del ideario nacionalista del BJP. Sobre la etapa de Modi al frente del gobierno de Mujarat pesan las críticas de inacción durante los disturbios de 2001, en los que murieron mil personas en su mayoría musulmanes.

Desde que tomó la decisión de coger el relevo de su padre (su madre, Sonia, renunció al gobierno tras la victoria del 2004 y reinó en la sombra hasta el 2014), Rahul Gandhi ha conocido una metamorfosis subrayada por los analistas políticos. Se le ha visto hacer cola para sacar dinero de los cajeros durante la crisis de liquidez en el país, y enfrentarse a la policía en defensa de los agricultores. Nobleza obliga.

ABC (España)

 



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