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05/09/2016 | Promoviendo mayor igualdad y más crecimiento en Guatemala

Mario Garita

La duradera estabilidad macroeconómica y financiera de Guatemala se ha convertido en un estándar para Centroamérica. El país ha iniciado un esfuerzo excepcional por atacar la corrupción y afianzar el Estado de derecho.

 

Gracias a sus sólidos fundamentos, la economía resistió bien la crisis política de 2015, derivada de la persecución de múltiples casos de corrupción. Además, las perspectivas económicas son favorables, gracias a la solidez de la economía estadounidense y al bajo nivel de los precios de las materias primas.

Se prevé que en los próximos seis años la economía guatemalteca crezca a su potencial, cerca del 4% por año. La inflación seguirá baja -dentro de la meta del banco central de 4±1%-, anclada por una política monetaria prudente. El país cuenta con elevadas reservas externas para protegerse contra choques externos. La deuda pública se mantendrá en 24% del PIB -el nivel más bajo de Centroamérica-, reflejando la tradicional disciplina fiscal en Guatemala.

Aun así, muchas familias guatemaltecas continúan inmersas en la pobreza, sobre todo en las zonas rurales y entre la población indígena (véase el gráfico 1). Claramente, el potencial de crecimiento de la economía no les ofrece oportunidades concretas de prosperidad. Nuestro último informe recomienda a Guatemala hacer un giro decisivo en sus políticas para satisfacer las apremiantes necesidades sociales y eliminar los obstáculos al crecimiento, consolidando aún más la estabilidad de la economía .

Reorientando la política fiscal. Guatemala necesita reorientar su política fiscal hacia el progreso social y el crecimiento. Sin duda, este proceso tiene que comenzar con resolver los graves problemas de gobernanza y recaudación de la administración tributaria, que explican el bajo nivel de ingreso tributario.  Aún así, alcanzar el nivel de ingreso deseado puede tomar tiempo, por lo que un déficit fiscal superior a 2% del PIB, si está bien focalizado en los pobres y en proyectos de infraestructura, ciertamente puede ser viable por algunos años, ya que dicho relajamiento fiscal no pondría en riesgo la sostenibilidad de la deuda.

Es igualmente importante que el gobierno formule una estrategia social y de crecimiento que brinde orientación a la política fiscal en el futuro. Como lo enfatiza nuestro informe, esa estrategia requerirá el firme respaldo de la sociedad guatemalteca para viabilizar profundas reformas de ingreso y de gasto. Más allá de elevar la administración tributaria a las mejores prácticas internacionales, el centro de dicha estrategia será incrementar, como mínimo, el ingreso tributario a 15% del PIB a lo largo del tiempo, ya que el nivel actual de 10% es uno de los más bajos del mundo y ha obstaculizado el papel redistributivo de la política fiscal, dejando sin resolver el problema de la desigualdad durante muchos años.

Esta estrategia contribuirá a elevar el gasto público de Guatemala en proyectos destinados a erradicar la pobreza extrema y mejorar los indicadores sociales, especialmente en nutrición, atención infantil y educación, como lo señalan los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Asimismo, reasignará recursos a proyectos de infraestructura orientados al crecimiento y a apoyar las estrategias contra la corrupción y el crimen, así como el fortalecimiento del sistema judicial.

Para ganarse el apoyo de la sociedad guatemalteca, el gobierno tiene que lograr avances concretos en mejorar la transparencia, la rendición de cuentas y la eficiencia del gasto público. Este ingrediente esencial ayudará a obtener respaldo para las difíciles reformas tributarias que necesita Guatemala. Dicha estrategia debería también relajar la rigidez derivada del destino específico de los ingresos fiscales, con el fin de brindar mayor flexibilidad para reorientar el presupuesto.

Estimulando el crecimiento. Guatemala necesita más capital físico y humano y mayor productividad para elevar el crecimiento inclusivo (véanse los gráficos 2 y 3). Atinadamente, las autoridades desean ampliar las oportunidades económicas mediante mayor inclusión financiera, mejor clima de negocios (reduciendo la corrupción y el crimen) y más competencia sectorial. Estos esfuerzos complementarán muy bien nuestra propuesta de aumentar el gasto público en educación e infraestructura. También es fundamental promover la participación de la mujer en la fuerza laboral, promover el desarrollo rural y avanzar en la integración del comercio regional e internacional.

La estabilidad de la economía también debe reforzarse para crear las condiciones de mayor crecimiento inclusivo. Para ello, será importante medidas que fortalezcan el marco de la política monetaria (por ejemplo, flexibilizando el tipo de cambio y cubriendo las pérdidas del banco central) y del sistema financiero (adoptando planes para fortalecer los amortiguadores de capital, reducir la dolarización del crédito, vigilar más de cerca el endeudamiento externo e instituir una supervisión más estricta contra el lavadGuatemala se enfrenta ante un dilema crítico. Hasta ahora, Guatemala no ha podido traducir su estabilidad económica en progreso social para la mayoría. Pero ahora, el país está demostrando una firme convicción de trabajar unidos en la ardua lucha contra la corrupción. Con igual convicción, los líderes políticos, la sociedad civil y protagonistas de gran influencia deben unificar esfuerzos y empujar políticas de responsabilidad social que permitan sacar de la pobreza a los más de 9 millones de guatemaltecos que hoy, carecen de oportunidades económicas justas.o de dinero).


FMI (Organismo Internacional)

 



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