La Secretaria de Estado de Estados Unidos se reúne hoy con el Primer Ministro Ehud Olmert. Las circulares de prensa previas a su reunión estaban llenas de detalles acerca de lo mucho que los ejércitos europeos quieren enviar a sus fuerzas al Líbano. Las informaciones también observaban que se espera que Israel rinda las Granjas de Shaba al Líbano, en el Monte Dov, a cambio de promesas de seguridad.

Por su parte, los líderes israelíes, desde Olmert hasta el Ministro de Defensa Amir Peretz, pasando por la Ministro de Exteriores Tzipi Livni, han estado mostrando una preocupante falta de resolución. Sus declaraciones muestran una constante reducción del objetivo de la misión del ejército en el Líbano -- de destruir a Hezbolá como fuerza de lucha a debilitarlo y "abrir el camino a un acuerdo diplomático" que aparentemente va a incluir a Hezbolá.

Por otra parte, otras voces dejan claro que a pesar de los mejores deseos del gobierno y el estamento izquierdil israelí, que el ejército termine sus operaciones sin lograr la victoria está lejos de estar claro.

Por ejemplo, escribiendo en el The Sunday Times, el ex diputado conservador Michael Portillo decía a sus paisanos británicos que hostilidad hacia Estados Unidos y hacia Israel al margen, "La sangrienta realidad es que la guerra de Israel es nuestra guerra". Portillo continuaba para argumentar que teniendo en cuenta la amenaza que suponen Irán y Hezbolá para la propia Gran Bretaña, "que nos volvamos contra América e Israel sería perverso y potencialmente suicida".

REFORZANDO la opinión de que la oposición a la guerra contra Irán y sus organizaciones a distancia es suicida, el domingo se informaba de que la policía fronteriza búlgara a lo largo de la frontera con Rumania había interceptado un camión británico lleno de materiales radiactivos destinados a la construcción de una presunta bomba sucia. Los componentes, que incluían peligrosas cantidades de cesio 137 radiactivo y americio-berilio, estaban almacenados en diez cajas en hileras dirigidas al Ministerio de Defensa iraní.

Según el Daily Mail, ésta es la segunda vez en menos de un año que un cargamento británico de materiales radiactivos es interceptado por la policía fronteriza búlgara. El pasado agosto, Bulgaria detuvo un cargamento de silicato de circonio, que puede utilizarse como componente de una cabeza nuclear, en su frontera con Turquía de camino a Irán.

LA PRESENTE campaña en el norte de Israel y el Líbano ha expuesto a la atención pública las principales patologías y fuerzas de Occidente a la hora de luchar contra el eje jihadista liderado por Irán. La prisa del gobierno británico por un alto el fuego, junto con el entusiasmo de la ONU y Francia a la hora de enviar sus propias tropas al Líbano para proteger a los libaneses de los "desproporcionados" israelíes; la exigencia de la extrema izquierda de Israel de alcanzar un acuerdo con Siria; y la exigencia de los ideólogos izquierdistas de Estados Unidos de que se fije un plazo artificial para la conclusión de las operaciones de Israel en el Líbano, todo señala una patología similar.

Como grupo, la izquierda ideológica rechaza la noción de victoria de las fuerzas occidentales en la Guerra (aunque para los jihadistas está bien); rechaza la noción de que existen enemigos a los que es imposible apaciguar; y rechaza explícitamente la idea de que Israel tenga derecho a defenderse contra sus enemigos, por no decir derrotarlos.

SEAMOS CLAROS. Los ministros de exteriores europeos y los enviados de la ONU que pelean entre sí de camino a Jerusalén son los mismos ministros de exteriores europeos y funcionarios de la ONU que provocaron la desencaminada decisión americana de tirar por la borda 27 años de prácticas americanas e involucrarse oficialmente en conversaciones con los mulás de Teherán.

Es decir, los mismos gobiernos europeos que hoy se pelean por un lugar en una fuerza internacional que protegerá de la destrucción a Hezbolá, son los que han estado obstaculizando las tentativas americanas de llevar a cabo una acción concertada contra los programas de armamento nuclear de Irán durante los tres últimos años.

Esta es la patología de Occidente. Llevar la ideología de apaciguar a enemigos que no se pueden apaciguar hasta su conclusión lógica, apaciguando a estados que con el tiempo unirán fuerzas con sus enemigos contra ellos, o, en palabras de Portillo, hacerse suicida.

Y ASÍ, el Departamento de Comercio e Industria de Gran Bretaña puede conceder licencias de exportación a componentes de bombas sucias de camino a Irán. Y así columnistas americanos llamados Cohen pueden contar al mundo que la existencia de Israel es un error. Y así, Javier Solana, el jefe de la política exterior de la UE, puede rechazar reconocer a Hezbolá como organización terrorista de respaldo iraní dedicada al dominio del mundo, incluso al mismo tiempo que sus partidarios por toda Europa celebran manifestaciones donde enarbolan pancartas pidiendo la destrucción de Europa a manos de Hezbolá e Irán en nombre del Islam.

Y así, Yossi Beilin puede decir que Israel no necesita preocuparse por las repercusiones de ser acosado mientras un quinto de su población vive en refugios subterráneos, porque Hezbolá es solamente una organización terrorista cogida por los pelos que no supone ninguna amenaza para el país.

Por otra parte, los sucesos de las dos últimas semanas han mostrado también algunas de las mayores ventajas de Occidente a la hora de equilibrar la guerra que tantos de sus poderosos ciudadanos y hombres de estado rechazan reconocer.

En primer lugar, el ejército descartó sus peligrosas ilusiones de que será posible ganar esta guerra por control remoto. Hoy lucha como un ejército que sabe tanto que está en guerra como que está en guerra con un enemigo al que necesita destruir, a cualquier precio.

VARIOS partidarios de Israel se dieron prisa en parar los ánimos al ejército como consecuencia de las declaraciones no confirmadas del General en Jefe Dan Halutz y sus generales la semana pasada, en las que anunciaban -- basándose quizá en el ruido de los aviones del ejército desplazados al Líbano -- que Israel había destruido hasta un quinto de la capacidad de Hezbolá.

"Israel está perdiendo esta guerra", lamentaban estos comentaristas, sin reconocer que el ejército es capaz de aprender de sus errores. "Los servicios de Inteligencia de Israel se durmieron en sus laureles", se dijo.

Pero estas voces ansiosamente derrotistas no reconocen que el fracaso no fue de Inteligencia, sino de la política. Mermado por las ideologías pacifistas propugnadas por tres gobiernos consecutivos, al Mando General le llevó una semana comprender que Israel estaba en guerra.

PERO AHORA lo sabe. Y ahora el ejército lucha bien, abierta y eficazmente sobre el terreno. Halutz inició la movilización masiva de la reserva, y el ejército ha recuperado su papel de apoyo propio.

Asimismo, es imposible no reconocer la centralidad de la administración Bush en la presente campaña. Estados Unidos no sólo está rearmando al ejército con bombas anti-búnker, se está asegurando de que su propio público y la comunidad internacional reconocen que lo que hay en juego aquí es mucho más que el bienestar de los ciudadanos de Israel.

Como ha dejado claro el Presidente George W. Bush, ésta no es solamente una guerra de Israel. Esto es una campaña de jihad liderada por el eje iraní que busca dominar el mundo entero. Y haciéndose eco de Bush hay voces como la de Portillo, que se escuchan de Beirut a Sydney.

Además, al ponerse a la altura del desafío de Hezbolá, Siria e Irán se han colocado delante, todo el público israelí está creando un ejemplo para su ejército, y su gobierno y el mundo entero deben seguir. Las familias del Norte aceptan estoicamente los bombardeos 24 horas al día permaneciendo firmes exigiendo la victoria. Las familias del resto del país abren sus casas a miles de refugiados procedentes de Haifa y Nahariya y Tiberias.

En palabras de un amigo el otro día, "Halutz no tiene más opción que ganar. Israel es un país con 5 millones de generales en jefe y todos están encima de él".
FINALMENTE, la campaña del Líbano es en la práctica la salva de apertura de la guerra de Irán contra el mundo libre. Pero esto funciona en ambos sentidos.

Irán y Hezbolá están convencidos de que la ferocidad de los ataques contra Israel nos disuadirá de tomar acción alguna contra las instalaciones nucleares de Irán. Pero al dar a Occidente la oportunidad de luchar primero en el Líbano, Teherán proporciona a Estados Unidos, Israel y otros información de Inteligencia crítica acerca de sus propias instalaciones. Los búnkeres subterráneos al sur del Líbano que la infantería del ejército está conquistando fueron construidos por la Guardia Revolucionaria iraní y diseñados por ingenieros iraníes -- las mismas fuerzas que construyeron y concibieron las instalaciones nucleares de Irán.

En 1982, cuando Israel destruyó la fuerza aérea del Líbano de fabricación soviética y procedencia siria, pudo proporcionar a Estados Unidos información crítica acerca de las fuerzas aéreas soviéticas y sus sistemas de defensa aérea, que permitieron que Estados Unidos desbordara a ambas y sellara el destino del imperio soviético. Hoy, al luchar contra la filial de Irán, Hezbolá, Israel está recogiendo información que será crítica para planificar un ataque exitoso contra las instalaciones nucleares de Irak.

Es imposible saber lo que se debatirá realmente cuando Olmert se reúna con Rice. Pero debe esperarse que ahora que Estados Unidos, Israel y los demás estados occidentales están reconociendo la verdadera naturaleza de la guerra contra Israel, abandonen sus demonios suicidas y utilicen esta campaña para presionar y neutralizar a su principal instigador: la República Islámica de Irán.



CAROLINE GLICK es periodista por la Universidad de Columbia y editor jefe en funciones de The Jerusalem Post. Tras finalizar sus estudios, ingresó en el ejército y alcanzó una consejería en las negociaciones de Oslo junto al ex primer ministro Rabin. Tras abandonar la esfera política, Glick pasó al periodismo con una columna semanal de portada en el diario. Durante el reciente conflicto de Irak, fue la periodista empotrada del medio, estando en el primer escuadrón americano que entró en Bagdad y siendo la primera mujer en poner el pie en la capital durante el conflicto.