Las tres líneas que se cruzan hoy en el camino a la presidencia de Brasil tienen orígenes y trayectorias mucho más diferentes que sus ideologías, muchas veces difíciles de discernir por un espíritu "catch-all" que les ha impedido en sus respectivas campañas mojarse demasiado en temas como la política económica o el aborto y el matrimonio gay, asuntos espinosos por la oposición frontal de la creciente comunidad evangélica.

Dilma Rousseff: de guerrillera a presidenta

Ni las multitudinarias protestas de junio del pasado año, ni la oposición al Mundial, ni el frenazo de la economía, ni la flaqueza de los servicios públicos, ni la corrupción en Petrobras, ni siquiera su falta de carisma. Nada parece poder derrocar a una presidenta que, pese a los palos recibidos, se mantiene a 15 puntos de sus adversarios en las encuestas como favorita a la presidencia. Seguro que recuerda en estos días de resistencia su pasado guerrillero, cuando fue presa y torturada por los militares de la dictadura por su participación el comunismo de acción directa, bastante tiempo antes de que se fundara el Partido de los Trabajadores.

Licenciada en economía, ayudó a fundar el Partido Democrático Laborista (PDT), con el que ocupó su primer cargo político como secretaria de hacienda del ayuntamiento de Porto Alegre. De la política municipal pasó a la regional y su trabajo como secretaria de energía, minas y comunicación de Rio Grande do Sul llamó la atención de Lula cuando el PDT y el PT ya se habían aliado.

Aunque apoyó a Lula en la segunda vuelta de las elecciones de 1989, tardó en afiliarse al partido. Lo hizo en el año 2001, para un año después convertirse en Ministra de Minas y Energía en años de gran crecimiento de la petrolera estatal brasileña Petrobras. Antes de concurrir a las elecciones de 2010, fue jefa del gabinete civil de presidencia, mano derecha del presidente en el ejecutivo brasileño.

En su primer año de mandato, el país firmó su mejor crecimiento, del 7,5% y allanó el camino para convertirse, más tarde, en sexta potencia mundial. Dilma amplió los programas sociales de Lula (especialmente el 'Bolsa Familia', de ayuda a las rentas más bajas, y el Minha Casa Minha Vida, de vivienda social), así como potenció las escuelas técnicas superiores para profesionalizar el país. Pero hoy día todavía falta competitividad en la industria, que se encoge, y Dilma pagó cara su falta de cintura política, el rumbo errante de su economía a partir de 2012 y la insatisfacción con los servicios públicos y el Mundial. Sus índices de popularidad se hundieron tras las protestas de 2013, pero se han ido recuperando hasta devolverla al primer puesto en las encuestas electorales, ayudada por la maquinaria electoral de su partido y por muchos minutos de propaganda en los medios de comunicación.

Dilma Rousseff no resulta simpática ni carismática como lo era Lula, pero esa seriedad le sirve en parte para mantener su imagen de buena gestora y enemiga de la corrupción que no ha acabado de desvanecerse por todos los contratiempos.

Marina Silva: desde el corazón del Amazonas

Al contrario de lo que sucede con Dilma, Marina Silva tiene una mística especial cuando habla que conecta con los ciudadanos. Sensible y poética, transmite emociones y abertura de miras en sus palabras como pocos políticos consiguen. Además, cuando habla, no lo hace sólo ella, sino también su increíble historia personal.

Criada en la selva amazónica del estado de Acre junto a siete hermanos -otros tres murieron- en una familia que colectaba savia de los árboles para producir caucho, fue analfabeta hasta los 16 años. Como quería ser monja y su abuela siempre le decía que con ese trabajo no podría ser analfabeta, aprovechó su primer viaje a la ciudad para aprender a leer y a escribir. Ese viaje tuvo lugar porque contrajo hepatits y Rio Branco, capital de provincia, era el lugar más cercano para ser tratada.

En vez de monja empezó siendo empleada doméstica y de su contacto con el cristianismo más cercano a los pobres surgió un activismo político que la llevó a luchar al lado de Chico Mendes por los derechos de los trabajadores rurales y a entrar en el Partido de los Trabajadores en los años de su fundación. Se licenció en historia y después se estudió un postgrado de teoría psicoanalítica.

Empezó a luchar en la selva haciendo frente a la deforestación junto a otros trabajadores del campo y su participación en la fundación del importante sindicato CUT (Central Única de Trabajadores) fue un primer paso en la política antes de convertirse en concejal en Rio Branco. En el 94, se convirtió en la senadora más joven de la historia del país y empezó a defender desde su asiento reducción de la emisión de gases estufa y preservación de la selva. Se convirtió en la ambientalista más popular de su país, lo cual le llevó a convertirse en Ministra de Medio Ambiente con Lula como presidente en 2003.

Pero en 2008, se cansó de un partido que no daba suficiente prioridad al medio ambiente y en 2010 consiguió un millón de votos al frente del Partido Verde. Pero su idea de "nueva política" iba más allá e intentó crear este año un nuevo partido político Rede Sustentabilidade, basado en la política horizontal y en red. Un problema con las firmas exigidas para fundar un partido antes de las elecciones frustró su misión y acabó incorporándose a la candidatura del Partido Socialista Brasileño (PSB) como número dos de Eduardo Campos.

Tras la muerte de Campos el pasado 13 de agosto, Marina Silva asumió el liderato de la candidatura y la campaña electoral dio un giro. Si Campos no tenía casi opciones de llegar al segundo turno, Marina ha estado siempre en las quinielas para alcanzarlo e incluso en su momento álgido tenía más expectativas de voto que Dilma de cara al segundo turno. Hasta ayer, un día antes de las elecciones, cuando por primera vez Aécio la superó en intención de voto.

A Marina le ha desgastado esta campaña por el constante ataque del PT de Dilma Rousseff y por su falta de firmeza para responder a la agresividad de sus rivales Dilma Rousseff y Aecio Neves. Tampoco ha quedado muy clara su postura económica, toda vez que adoptó políticas liberales muy de repente y el banco Itaú financió su campaña, ni en cuanto a derechos civiles, puesto que, como evangélica, evita defender los derechos de gays y lesbianas con la energía que lo hacía hace un tiempo para ganarse el voto de sus correligionarios. El carisma, la aparente honestidad y una carrera casi milagrosa no han sido por ahora suficientes para convertirla en favorita, condición que parecía estar muy cerca de abrazar cuando entró en la campaña.

Aécio Neves: la política en la sangre

Aécio Neves lleva la política en la sangre y su abuelo, Tancredo Neves, no dudó en meterlo en el oficio desde muy joven. Con tan sólo 21 años, le llamó para que le ayudara en la campaña para gobernador del estado de Minas Gerais. Tres años después, le ayudó también en la campaña presidencial con la que Tancredo se convirtió en el primer presidente de la nueva república, que marcaría los pasos de la redemocratización del país y el fin a la dictadura militar. Tancredo falleció de un cáncer que fue escondido a la opinión pública antes de tomar posesión de su cargo y Aécio, ya licenciado en economía, fue nombrado director de la Caixa Económica Federal (caja pública del estado) con sólo 25 años. Diputado desde el 86, se afilió tres años después al PSDB, Partido de la Socialdemocracia Brasileño que, pese a llamarse socialdemócrata, es más próximo al liberalismo progresista y tiende a rechazar un excesivo proteccionismo del estado en la economía.

Esa fue siempre la línea de Aecio, que en 2001 se convirtió en presidente del Congreso y un año después arrasó con un 60% de votos en las elecciones del estado de Minas Gerais. Como gobernador del estado, se bajó el sueldo y llevó a cabo una importante reducción de cargos políticos. Reelegido en 2006 con un 77% de los votos válidos, salió del cargo en 2010 con un alto índice de aprobación, suficiente para encarar desde el senado su carrera a la presidencia, legitimada el pasado año con su elección como presidente del partido por un 97% de los miembros de su formación.

Pragmático y proactivo, Neves empezó la carrera electoral como segundo hasta que Marina, mucho más conocida en el país, abrazó la candidatura del PSB. Hasta hace dos días, parecía claro que la segunda vuelta iba a ser cosa de mujeres. Pero el desvío de los ataques del gobernante PT y de su agresiva y millonaria campaña electoral hacia Marina Silva ha acabado permitiéndole crecer hasta estar técnicamente empatado con Marina. Su discurso, centrado en "enjuagar el aparato del Estado" y en una mayor eficacia y honestidad con menos burocracia -eso sí, sin recortes sociales- parece haber acabado calando entre el electorado indeciso.