La televisión pública holandesa NOS informaba, el pasado fin de semana, de que la policía belga había detenido a dos yihadistas en un aeropuerto cuya intención era atentar contra la sede de la Comisión Europea en Bruselas y causar "el mayor número de muertos". A principios de mes el diario parisino 'Libération' aseguraba que Mehdi Nemmouche, el terrorista que mató a cuatro personas ante el Museo Judío de Bruselas, tenía también la intención de provocar más víctimas durante la fiesta nacional francesa, el 14 de julio, en París.

El primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, se sumó el jueves a la propagación de estas informaciones alarmistas, que con frecuencia son solo rumores, al anunciar en Nueva York que había recibido de Bagdad informaciones creíbles sobre la preparación de atentados en el metro de París y en algunas ciudades estadounidenses. En Francia ya se ha incrementado la vigilancia en el transporte público. España también elevó el 9 de septiembre hasta III su nivel de alerta.

El Estado Islámico (IS, según sus iniciales inglesas) profirió el pasado lunes su amenaza más específica contra los ciudadanos de los países, sobre todo franceses, estadounidenses, australianos y canadienses, que forman parte de la coalición puesta en pie contra esta organización terrorista que desde junio controla parte de Siria y de Irak. Además de degollar a sus rehenes anglosajones, ¿puede el califato que dirige Aboubakr el Bagdadi golpear a los occidentales en otros continentes?

"Advierto desde la pasada primavera sobre el riesgo de un 11-S europeo", contesta Jean-Pierre Filiu, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París y autor del libro 'Las nueve vidas de Al Qaeda'. "Nuestro continente al completo es el objetivo porque se sitúa a las puertas del teatro de operaciones del IS", añade. "Hay que atizarles rápidamente y con fuerza para neutralizar su potencial terrorista que está hoy en día más localizado en Siria que en Irak".

El enemigo lejano, más cerca

La violencia islamista estuvo en un principio dirigida, como se pudo comprobar en la Argelia de los 90 o con motivo del asesinato del presidente egipcio Anuar el Sadat en 1981, contra los regímenes árabes. Con la llegada de Osama Bin Laden al frente de Al Qaeda atacar a lo que él llamaba "el enemigo lejano", es decir a Occidente, se convirtió en una prioridad. Aún lo sigue siendo ahora como demuestra la peligrosidad que la inteligencia estadounidense atribuye a Jorasan, una pequeña facción de Al Qaeda afincada en Siria.

"El IS tenía la intención de emular a Ben Laden, pero hasta ahora consideraba que no había llegado el momento porque debía primero consolidar su control de los territorios conquistados", explica Fernando Reinares, investigador principal del Real Instituto Elcano. "Temía una respuesta militar, pero al ser bombardeado en Irak, y ahora en Siria, ese factor de inhibición ya no existe", recalca. "Ahora hay sobrados motivos para estar preocupados".

Las amenazas del portavoz del IS deben ser interpretadas como un estímulo para sus seguidores en Europa. Les han dicho "pensamos que llegó la hora perpetrar ataques", comentó en la radio Afzal Ashraf, un ex militar británico adscrito al Royal United Services Institute de Londres. "Confían en que unos enloquecidos se reúnan y aprendan a fabricar bombas para llevar a cabo esos ataques". "Creen que si atentan en suelo francés, por ejemplo, la población presionará al Gobierno para que no envíe aviones de combate" a Oriente Próximo.

A esos terroristas improvisados se pueden, sin embargo, añadir otros mucho más curtidos, como recordó el jueves Gilles de Kerchove, coordinador antiterrorista de la Unión Europea, ante el Parlamento Europeo. Hay, dijo, unos 3.000 europeos "que estuvieron, están o tienen el deseo de ir a Siria como combatientes extranjeros".

Su regreso a Europa "es preocupante porque habrán recibido entrenamiento militar, adoctrinamiento, desarrollarán redes con sus compañeros de armas alrededor del mundo" y su sensibilidad a la violencia habrá disminuido, según De Kerchove. Algunos ya han vuelto o están en el camino de vuelta. "Estamos librando una auténtica carrera contrarreloj", según Filiu.

La carrera la libran las fuerzas de seguridad en Europa, pero también la aviación de EEUU, Francia y sus aliados árabes en Oriente Próximo. "No es la intervención contra el IS la que va a provocar supuestas represalias de los terroristas", subraya Filiu. "Es, al contrario, esa intervención la que puede reducir el impacto devastador del Califato del terror", concluye.