“Estados Unidos trabajará con una amplia coalición para desmantelar esta red de la muerte. Hoy le pido al mundo sumarse a este esfuerzo”, dijo Obama en la sede de la ONU en Nueva York.

La demencia criminal del EI ya está más que demostrada. Ha decapitado a varias personas, entre ellas el periodista Steven Sotloff, del Sur de la Florida, transmitiendo los videos de los espantosos crímenes en Internet. Pero además ha sembrado la muerte y el terror en vastas zonas de Siria y de Irak, a la vez que impone una versión radical y cruel de las leyes islámicas en los territorios que controla, y ha causado el éxodo y el desplazamiento de cientos de miles de personas. Se trata de una organización terrorista a la que es preciso destruir.

La aviación norteamericana ya ha asestado golpes demoledores a la red en Siria. Y Estados Unidos no actúa solo contra los extremistas. Cuenta con el apoyo de Francia y otros aliados, pero además Obama ha logrado forjar una coalición de países musulmanes de la región, integrada por Jordania, Bahrein, Catar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Esta unión con países árabes es importante porque deja sin argumentos a los detractores de la política norteamericana en la región, que en el pasado han acusado a Washington de librar una guerra contra los musulmanes. Esta vez, por encima de sus diferencias, Estados Unidos y los países de la región han sabido aliarse para enfrentar a un enemigo común e implacable.

“El grupo terrorista conocido como EI debe ser debilitado y finalmente desmantelado”, dijo el Presidente.

Obama ha hecho bien al responder con energía, decisión e inteligencia a la amenaza que representa el grupo terrorista, usando sus atribuciones como comandante en jefe de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Ahora bien, aunque el Presidente ha expresado su confianza en el triunfo final, también ha alertado que se tratará de una contienda larga. Incluso es posible, según se desprende de sus palabras, que el conflicto exceda la duración de su estancia en la Casa Blanca. En ese caso, es saludable que en el espíritu de la democracia y siguiendo las pautas establecidas en la Constitución, busque el apoyo del Congreso para una guerra que, lamentablemente, hay que librar.