De estar al tanto de cómo aquellos que heredaron su dirección han accedido a un retorno a la indefensión judía, ser revolverían en sus tumbas.

Como consecuencia de las recientes provocaciones terribles, el ejército se ha visto obligado a volver a entrar temporalmente en Gaza. Es trágico y motivo de rabia que tengamos que llegar a este punto. De haber tomado acción resuelta cuando los Kassams llegaron por primera vez a Israel en lugar de minar nuestra credibilidad haciendo amenazas vacías sin fin, los terroristas nunca habrían tenido la chutzpah de comportarse como lo hicieron.

A pesar de la dramática erosión de la seguridad desde que la desconexión unilateral del primer ministro Ariel Sharon fuera implementada, nuestros líderes tienen aún que pagar el precio.

El escenario que sufrimos era predecible, y las opciones alternativas deberían llevar tiempo sobre la mesa. Pero incluso hoy, nuestros líderes permanecen vacilantes, haciendo declaraciones contradictorias, dándose codazos entre sí y careciendo por completo de un plan estratégico. En lugar de ser asertivos, dan la imagen de practicar la apología y de ser rehenes de los americanos, que bajo tales circunstancias intentan frenarnos.

EL GRADO hasta el que el ejército se ha visto condicionado a operar bajo los términos de la desconexión que inhibe dramáticamente su capacidad de responder a los terroristas queda plasmado por el General de las Fuerzas Aéreas del mando central Eliezer Shkedy, que declaraba al Jerusalem Post:"Si sabemos que un terrorista enfrascado en disparar un Kassam para matarnos, está sosteniendo la mano de su hijo, no dispararemos".

Si ese es el enfoque del ejército, hemos perdido los papeles por completo. Abstenerse de eliminar a un terrorista con las manos en la masa en un acto de terror potencialmente letal dirigido contra civiles no es una manifestación de humanidad ni moralidad. Refleja la profunda confusión y la aplicación de falsos valores que violan la obligación principal de un gobierno, defender las vidas de sus ciudadanos. Significa que estamos adoptando la moralidad lisiada de los hipócritas que consideran que el bienestar de los escudos humanos colocados deliberadamente para defender a aquellos que intentan matarnos constituye una prioridad más elevada que la vida y el sustento de nuestros propios ciudadanos.

LA REALIDAD es que Israel implementa un enfoque más humano hacia la guerra y la protección de no combatientes que cualquier país democrático. Nuestros cementerios militares dan fe de que jóvenes israelíes murieron a causa de la reticencia a maximizar la potencia de fuego del ejército por preocupación por el bienestar de los civiles inocentes.
El Primer Ministro Ehud Olmert se encuentra en la encrucijada. Este es su momento de la verdad, la prueba de fuego de su directiva. Nadie envídia las decisiones difíciles que el peso del cargo le impone.

Olmert debería dejar a un lado las controversias relativas a la convergencia y la destrucción de asentamientos y unir a los israelíes y confrontar a los bárbaros a las puertas. Podemos solucionar nuestras disputas internas después de haber garantizado la seguridad de la nación.

Debe obligarse a los palestinos a darse cuenta de que habiendo traspasado todas las líneas rojas, nuestra paciencia ha sido agotada y estamos hoy obligados a pagar las consecuencias de sus actos criminales. Olmert debe decir al mundo que a pesar de la preocupación israelí por las bajas civiles, a partir de ahora todos los escudos humanos y aquellos cerca de los terroristas que inician los ataques contra nosotros se encuentran en riesgo. La responsabilidad de las bajas se encontrará por completo con los terroristas y los líderes palestinos que les permiten perpetrar sus actos bárbaros. Y si haciendo esto creamos una nueva oleada de condena internacional anti-israelí, que sea así.

Hemos llegado al momento de reconocer abiertamente que lo que hay hoy en juego es el futuro mismo del estado. Si el premier fracasa a la hora de demostrar que estamos resueltos a utilizar el máximo poder disuasorio, nuestras perspectivas futuras son escasas. Veremos más misiles transformando Sderot en una ciudad fantasma y otras ciudades israelíes, incluyendo Jerusalén y Tel Aviv, serán pronto objetivo. Los secuestros y los asesinatos abiertamente santificados por el gobierno de Hamas se convertirán en el pan nuestro de cada día. Los terroristas ya se jactan de que pronto lanzarán armas químicas y biológicas contra nosotros.

Las dudas a la hora de adoptar respuestas duras reforzarán a Hamas y a otros radicales en la creencia de que si mantienen el curso y continúan el terror, la intención declarada de borrarnos por etapas erosionando exponencialmente la calidad de nuestras vidas finalmente tendrá éxito.

EL PRIMER MINISTRO y su gabinete deben dejar de hacer amenazas rimbombantes. Olmert debería adoptar a Winston Churchill como modelo, en lugar de a Neville Chamberlain. Si la masacre terrorista contra nuestros civiles continúa, las políticas de contención y apaciguamiento deben ser sustituidas por la orden clara de que el ejército maximice los asesinatos selectivos y garantice que las cabezas de la serpiente -- los líderes de Hamas que orquestan el mal -- sean los objetivos principales. Cuando Moshe Ya'alon era General en jefe del ejército, inició el proceso y enseguida los aterrorizados líderes de Hamas suplicaban una tregua.

El mensaje a los palestinos es simple: todo el que orqueste o tome parte en el asesinato de israelíes será asesinado en última instancia. A pesar de toda la retórica acerca de santificar a los shahids y las perspectivas de vírgenes en el cielo, la gran mayoría de terroristas de Hamas y de los demás terroristas prefieren despachar a otros "al paraíso" antes de transformarse ellos mismos en mártires.