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04/02/2005 | Tirantez independentista en Bélgica

Cristina Rodríguez

La escisión de dos distritos de la región de Bruselas corre el riesgo de ser un nuevo detonante en la división de las dos principales comunidades de Bélgica. El país se divide en tres regiones: Flandes, donde la lengua oficial es el holandés, o flamenco; Valonia, francófona, y Bruselas-Hal-Vilvorde, que es bilingüe.

 

Los distritos de Hal y Vilvorde, mayoritariamente flamencos, podrían separarse de Bruselas para integrarse en la provincia de Flandes, en Bëlgicala que están ubicados geográficamente. Si no fuera por la delicada situación reinante en las relaciones entre la comunidad flamenca y la francófona, esto no sería más que un problema administrativo. La tirantez ha sido causada por el auge del partido fascista flamenco Vlaams Belang, formación que defiende la independencia de Flandes y que, en las últimas elecciones del año pasado, consiguió los votos de uno de cada cuatro flamencos. Si bien este tema integra el programa de todos los partidos flamencos, el Vlaams Belang ha convertido la escisión de Hal y Vilvorde en una de sus prioridades.

El anterior primer ministro belga, Jean-Luc Dehaene, cristianodemócrata flamenco, no duda que se conseguirá una solución negociada. El ex titular se manifestó seguro de que se logrará un acuerdo, porque "una de las características de las relaciones entre las comunidades de Bélgica es que siempre se llega a un convenio que, con frecuencia, es aprobado por una amplia mayoría en el Parlamento. Nunca con violencia, sino con soluciones políticas creativas, y así será en este caso".

En Bélgica no existen partidos políticos nacionales, y cada tendencia política se divide en uno para Flandes y otro para Valonia. Por tanto, todos ellos están presentes en la región de Bruselas-Hal-Vilvorde. Esto implica que en Hal y Vilvorde, al estar integrados en esta región bilingüe, sus ciudadanos pueden votar por partidos flamencos o francófonos.

En estos dos distritos, enclavados geográficamente en Flandes, unos 100.000 habitantes (uno de cada siete) son francófonos que, en su mayoría, se han instalado allí en las últimas décadas. Y en este país de algo más de 10 millones de habitantes, donde el voto es obligatorio, esto supone una importante bolsa de votos para los partidos francófonos.

Todos los partidos flamencos reclaman esta escisión, la cual rechazan los partidos francófonos, argumentando que los ciudadanos de lengua francesa se van a encontrar aislados lingüísticamente en Flandes. Para solucionar este problema, flamencos y francófonos han creado un grupo de trabajo que se reúne cada miércoles y que, el próximo 23 de febrero, deberá proponer una solución conjunta al Parlamento nacional. Pero, curiosamente, lo que están haciendo estas negociaciones es justamente dividir a los partidos flamencos.

Tras que los liberales y los socialistas flamencos aceptaran que las soluciones a este conflicto se buscasen sólo en este grupo y no en la Comisión de Interior del Parlamento, los cristiano-demócratas y los nacionalistas flamencos abandonaron el grupo de trabajo. En consecuencia, en este equipo, inicialmente compuesto de forma paritaria, ahora los francófonos son mayoría, al contar con 6 de los 10 miembros.

Así mismo, esta crisis pone en peligro las complicadas alianzas en el Gobierno nacional y en el de Flandes. Los nacionalistas flamencos que abandonaron el grupo de trabajo amenazan con hacer caer el Gobierno regional, que también integran, si la solución a esta disputa no les satisface.

Frente a estas rencillas, el primer ministro belga, Guy Verhofstadt, ha hecho un llamamiento para que se alcance un acuerdo entre ambas comunidades "sin ganadores ni perdedores". También el rey, Albert II, pide que los belgas mantengan "la diversidad en la unidad" de esta sociedad multicultural, así como su elevado estado de bienestar.

Pero, aunque este asunto nunca ha interesado mucho a los ciudadanos, el hecho es que las tensiones siguen en aumento, ya que los partidos políticos, por intereses partidistas, convierten cada discusión política en un problema entre comunidades, en el que parece que los intereses de los belgas flamencos fueran incompatibles con los de los belgas francófonos.

Por si esto fuera poco, el ultranacionalista Vlaams Belang, partido xenófobo, independentista y republicano, expone este conflicto como un ejemplo de la imposible convivencia entre ambas comunidades. Así mismo, no duda en destacar las diferencias entre la más liberal y próspera Flandes, frente a Valonia, menos rica, con más paro y de tendencia socialdemócrata. Incluso agita los fantasmas del pasado, cuando los flamencos estaban marginados bajo el dominio de las elites francófonas, para incitar a la división del país. Amparado en el casi millón de votos que consiguió en las últimas elecciones, el Vlaams Belang asegura que representa la voluntad independentista de la mayoría de los flamencos.

El eurodiputado socialista belga Saïd El Khadraoui valora así el auge de este partido:
"Es un problema político importante, pero el hecho de que el 23, 24 ó 25% de los flamencos voten al Vlaams Belang no quiere decir que todos ellos sean partidarios de un Flandes independiente; muchos votan para protestar contra los políticos".

Las próximas elecciones municipales del 2006 servirán para medir las fuerzas de los distintos partidos. Un calentamiento con vistas a las nacionales de 2007, unas elecciones en las que la ubicación de los electores de Hal y Vilvorde debe estar ya solucionada. No obstante, parece difícil que se logre cerrar este conflicto sin vencedores y vencidos.


Los distritos de Hal y Vilvorde, mayoritariamente flamencos, podrían separarse de Bruselas para integrarse en la provincia de Flandes, en la que están ubicados geográficamente. Si no fuera por la delicada situación reinante en las relaciones entre la comunidad flamenca y la francófona, esto no sería más que un problema administrativo. La tirantez ha sido causada por el auge del partido fascista flamenco Vlaams Belang, formación que defiende la independencia de Flandes y que, en las últimas elecciones del año pasado, consiguió los votos de uno de cada cuatro flamencos. Si bien este tema integra el programa de todos los partidos flamencos, el Vlaams Belang ha convertido la escisión de Hal y Vilvorde en una de sus prioridades.

El anterior primer ministro belga, Jean-Luc Dehaene, cristianodemócrata flamenco, no duda que se conseguirá una solución negociada. El ex titular se manifestó seguro de que se logrará un acuerdo, porque "una de las características de las relaciones entre las comunidades de Bélgica es que siempre se llega a un convenio que, con frecuencia, es aprobado por una amplia mayoría en el Parlamento. Nunca con violencia, sino con soluciones políticas creativas, y así será en este caso".

En Bélgica no existen partidos políticos nacionales, y cada tendencia política se divide en uno para Flandes y otro para Valonia. Por tanto, todos ellos están presentes en la región de Bruselas-Hal-Vilvorde. Esto implica que en Hal y Vilvorde, al estar integrados en esta región bilingüe, sus ciudadanos pueden votar por partidos flamencos o francófonos.

En estos dos distritos, enclavados geográficamente en Flandes, unos 100.000 habitantes (uno de cada siete) son francófonos que, en su mayoría, se han instalado allí en las últimas décadas. Y en este país de algo más de 10 millones de habitantes, donde el voto es obligatorio, esto supone una importante bolsa de votos para los partidos francófonos.

Todos los partidos flamencos reclaman esta escisión, la cual rechazan los partidos francófonos, argumentando que los ciudadanos de lengua francesa se van a encontrar aislados lingüísticamente en Flandes. Para solucionar este problema, flamencos y francófonos han creado un grupo de trabajo que se reúne cada miércoles y que, el próximo 23 de febrero, deberá proponer una solución conjunta al Parlamento nacional. Pero, curiosamente, lo que están haciendo estas negociaciones es justamente dividir a los partidos flamencos.

Tras que los liberales y los socialistas flamencos aceptaran que las soluciones a este conflicto se buscasen sólo en este grupo y no en la Comisión de Interior del Parlamento, los cristiano-demócratas y los nacionalistas flamencos abandonaron el grupo de trabajo. En consecuencia, en este equipo, inicialmente compuesto de forma paritaria, ahora los francófonos son mayoría, al contar con 6 de los 10 miembros.

Así mismo, esta crisis pone en peligro las complicadas alianzas en el Gobierno nacional y en el de Flandes. Los nacionalistas flamencos que abandonaron el grupo de trabajo amenazan con hacer caer el Gobierno regional, que también integran, si la solución a esta disputa no les satisface.

Frente a estas rencillas, el primer ministro belga, Guy Verhofstadt, ha hecho un llamamiento para que se alcance un acuerdo entre ambas comunidades "sin ganadores ni perdedores". También el rey, Albert II, pide que los belgas mantengan "la diversidad en la unidad" de esta sociedad multicultural, así como su elevado estado de bienestar.

Pero, aunque este asunto nunca ha interesado mucho a los ciudadanos, el hecho es que las tensiones siguen en aumento, ya que los partidos políticos, por intereses partidistas, convierten cada discusión política en un problema entre comunidades, en el que parece que los intereses de los belgas flamencos fueran incompatibles con los de los belgas francófonos.

Por si esto fuera poco, el ultranacionalista Vlaams Belang, partido xenófobo, independentista y republicano, expone este conflicto como un ejemplo de la imposible convivencia entre ambas comunidades. Así mismo, no duda en destacar las diferencias entre la más liberal y próspera Flandes, frente a Valonia, menos rica, con más paro y de tendencia socialdemócrata. Incluso agita los fantasmas del pasado, cuando los flamencos estaban marginados bajo el dominio de las elites francófonas, para incitar a la división del país. Amparado en el casi millón de votos que consiguió en las últimas elecciones, el Vlaams Belang asegura que representa la voluntad independentista de la mayoría de los flamencos.

El eurodiputado socialista belga Saïd El Khadraoui valora así el auge de este partido:
"Es un problema político importante, pero el hecho de que el 23, 24 ó 25% de los flamencos voten al Vlaams Belang no quiere decir que todos ellos sean partidarios de un Flandes independiente; muchos votan para protestar contra los políticos".

Las próximas elecciones municipales del 2006 servirán para medir las fuerzas de los distintos partidos. Un calentamiento con vistas a las nacionales de 2007, unas elecciones en las que la ubicación de los electores de Hal y Vilvorde debe estar ya solucionada. No obstante, parece difícil que se logre cerrar este conflicto sin vencedores y vencidos.
 

Radio Nederland (Paises Bajos)

 



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12/02/2005|
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