Lo de Irak es un enredo para EEUU, del que solo podrán salir con una nueva administración que resuelva volverse, con más pena que gloria.

Lo del TLC es un sentimiento, parte de un dogma, es una forma de identificar y concentrar rencores, de pedir cuentas y a la vez de cargar a otros culpas y fracasos propios. También es en cada país un asunto de política interna estar contra el TLC, y defender a Fidel es ser de izquierda y en esas pugnas, siempre electoreras y oportunistas, es difícil pedir análisis serios y que solo se atiendan los intereses generales y permanentes cuando pueden ser afectados los intereses particulares e inmediatos del partido. Solo así se explica ese entusiamo latinoamericano por cerrar el mayor mercado para sus productos y enemistarse con el principal comprador o su ceguera ante la hipocresía de los planteos de Hugo Chávez, quien es el principal socio comercial de EEUU.

EEUU, a su vez, se esfuerza para que esas campañas tengan algún fundamento. Su decisión de suspender las negociaciones comerciales con Ecuador a raíz de la anulación de un contrato a una empresa petrolera norteamericana, puede empezar a explicar y justificar las pancartas anti TLC. No es que todos, ni en Ecuador, están de acuerdo con lo hecho por el gobierno del presidente Alfredo Palacios, pero son muchos más lo que no aprueban la decisión norteamericana de "blandir" y meter por delante el tema del TLC y darle jerarquía de "asunto de Estado" a un problema de una compañía privada, que, sin duda, no las tiene todas consigo.

Diplomáticamente, el secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, opinó que la reacción norteamericana era "precipitada" y que podía generar "rencores". Esto es, sumar nuevos rencores a los ya existentes.

Más directo el vocero gubernamental ecuatoriano advirtió que "los tratados de comercio no son para imponer voluntades a los países más pequeños". Y su advertencia gana validez ante la actitud de la empresa en cuestión (OXY), que argumenta que el tema se debe resolver en un arbitraje en Washington y las declaraciones de la embajadora de EEUU, Linda Jewell. Esta habló de violaciones varias y anteriores, calificó la situación de "grave" y "dramática" y amenazó con que podrían ser afectadas las Preferencias Arancelarias Andinas (ATPDEA), acordadas con Ecuador para compensar a éste por su lucha contra las drogas.

¿Es que Ecuador también abandonó esa lucha? Hay noticias de estos últimos días que dicen que no.

Parecería que a la Administración Bush, cuando entra a jugar el petróleo se le obnubila la mente y su política externa se hace aún más torpe. Y no repara en nada: le declara la guerra al que sea, le compra petróleo a quien dice ser su mayor enemigo, y suma no un granito sino montones de arena, a las entusiastas y bullangueras manifestaciones que recorren América Latina al grito de "no al TLC": dicen que el TLC es el nuevo instrumento de dominación del imperialismo y, por momentos, Bush parece darles la razón.