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29/08/2013 | México: El petróleo ya se acabó

Macario Schettino

Algo que al parecer no queda claro, entre la población en general, pero especialmente entre los defensores del estado actual de la industria petrolera, es que el petróleo no se nos está acabando, ya se acabó.

 

Creo que la razón fundamental de este error tiene que ver con Cantarell, el inmenso manto petrolero que nos financió desde fines de los setenta y hasta inicios de este siglo. Ese manto producía petróleo en enormes cantidades, casi sin esfuerzo. En buena medida le debemos a ese manto el que no hayamos tomado en 1982 las medidas reales para corregir el mal rumbo de México del siglo XX. La crisis de ese año, con todo lo brutal que fue, pudo sortearse con exportaciones de crudo que nos permitieron no decidir. Hubo que esperar hasta la segunda parte de la crisis, en 1986, para que por fin se tomaran algunas medidas, que después se profundizaron durante el sexenio de Salinas.

Como usted sabe, ese sexenio terminó mal, y el presidente más popular de nuestra historia, Carlos Salinas en 1993, se convirtió en 1995 en el más odiado. Pero más allá de la suerte personal del señor Salinas, esa crisis frenó el proceso de modernización. En la mente de buena parte de los mexicanos, modernización, neoliberalismo, corrupción, crisis, se convirtieron en un paquete indisoluble. De poco sirve explicar cómo se trata de fenómenos distintos, y de cuánto de los costos es en realidad resultado de decisiones anteriores, no de la modernización. Los sectores desplazados por ese proceso se han encargado de propagar y alimentar esa confusa versión. El viejo PRI, que luego fue PRD, que ahora quién sabe qué es.

Para muchos, se cumplió la amenaza aprendida en la escuela, de que empresarios y extranjeros sólo están buscando cómo abusar de nosotros, por lo que fácilmente colgaron al presidente Salinas el mote de vendepatrias, entre otros. Y así siguen.

Lo que no se comprende es que el camino elegido por México después de la guerra civil (o Revolución, como le dicen) era un camino equivocado, que nunca ha funcionado. Ni en México, ni en los países que lo siguieron, con sus particularidades, desde la Unión Soviética a Cuba, o a Turquía y Egipto, o la India y la China de Mao, nunca ha servido, ni servirá. Ese camino, en nuestro país, llegó a su tope en la década de los setenta, y nos metió en un proceso de endeudamiento terrible (al igual que otros países latinoamericanos). Pero nosotros teníamos a Cantarell, de forma que con eso pagamos una parte de la deuda, y el costo social fue menos grave que en otras partes, aunque haya sido importante también acá.

Esta confluencia de creencias nos hace muy difícil volver a intentar la modernización del país. Por un lado, lo que se sigue aprendiendo en la escuela, que no es otra cosa que el viejo nacionalismo revolucionario (cuyos máximos exponentes son precisamente los señores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación —CNTE— que ahorcan al DF); por otro, el paquete creado alrededor de la crisis de 1995, para desacreditar por completo todo el proceso de modernización. Y finalmente, la ingente cantidad de dinero que dio Cantarell, que nos ha hecho creer que somos una potencia petrolera, y que además nos impidió percibir la magnitud del fracaso del régimen en 1982.

Pero Cantarell se acaba, como todo. Y con él se ha reducido significativamente la producción de crudo. En los últimos cinco años, para compensar la caída de Cantarell se ha tenido que invertir cada vez más dinero, al grado que hoy, si no invertimos poco más de 20 mil millones de dólares al año, se nos hunde la producción.

Para que pueda imaginar mejor lo que esto significa, le comento que en aquel sexenio de Carlos Salinas, el odiado, México exportaba poco más de 1,3 millones de barriles diarios de crudo, e importábamos 120 mil barriles diarios de petrolíferos diversos (gasolina, diesel, etc.).

Para los primeros años del siglo XXI, la exportación de petróleo ya estaba en 1,7 millones de barriles al día (mbd), y la importación de petrolíferos había subido a cerca de 200 mil barriles diarios. Pero en los primeros años de esta década, la exportación ha caído por debajo de los tiempos de Salinas, apenas exportamos 1,2 mbd. La importación de petrolíferos, en cambio, promedia más de 560 mil barriles diarios. Es decir que importamos más o menos la mitad de lo que exportamos, pero como se trata de productos procesados, cuestan un poco más. En promedio, 25% más que el barril de petróleo, de forma que, en realidad, nuestra exportaciones netas de petróleo son de 500 mil barriles diarios. Eso es menos de la mitad de lo que exportábamos en tiempos de Salinas, otra vez.

Esa exportación neta de petróleo, 500 mil barriles diarios, al precio actual de 100 dólares por barril, implica un ingreso de 50 millones de dólares diarios. Al mes, 1.500 millones. Pero para poder mantener a Pemex produciendo, hay que invertir 2 mil millones al mes. Es decir, estamos perdiendo, ya, 500 millones de dólares mensuales. Al día de hoy, Pemex está produciendo un poco menos de lo suficiente para el abasto interno. ¿Cuánto? Esos 500 millones. Cuando se habla de reformar el tema petrolero no se trata ya de que nos vuelva a dar dinero a manos llenas, como lo hizo Cantarell en los ochenta y noventa. Ya es un tema de supervivencia del país.

Pero esto no lo pueden entender muchos mexicanos que no logran diferenciar el sistema corrupto e ineficiente que construyó el viejo régimen, el regalo (o maldición) de la naturaleza que fue Cantarell, el proceso modernizador de Salinas, sus errores, y la venganza de los desplazados. Tal vez es mucho pedir, pero hay que separar cada cosa para entender en dónde estamos. Es más fácil no pensar, salir a las calles, y acabar mezclados con maestros inconformes, subversivos, sindicalistas desplazados, viejos políticos, y uno que otro vendedor ambulante.

Bueno, cada quien cosecha lo que siembra. Síganle.

El Universal (Mexico)

 


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