En España, por ejemplo, se han convertido en dogma afirmaciones que son o falsas o cuestionables: que la guerra no tenía la MENOR base legal, que lo de las armas de destrucción masiva fue un invento de Bush, que los Estados Unidos atacaron con la prohibición de la ONU etc... La realidad es más compleja. La base legal para la intervención era resbaladiza pero más sólida que la que se tenía cuando se intervino en Kosovo y en este caso todo el mundo aplaudió sin cuestionar, Bush no se inventó lo de las armas porque la creencia extendida entre dirigentes y servicios de espionaje mundiales es que existían y la Onu no se pronunció sobre la bondad o maldad de la guerra.

Acabado rápidamente el conflicto Estados Unidos manejó con considerable torpeza la posguerra y, entonces, hasta la opinión pública estadounidense que había sido favorable se tornó en contra. El balance para la mayor potencia del globo ha sido muy oneroso, 4.480 muertos, decenas de miles de heridos a los que habrá que mantener y un endeudamiento espantoso del que le costará trabajo salir.

En Irak, el resultado es ambiguo. La mayor parte de las decenas de miles de muertos iraquíes no han sido causadas por los americanos pero la intervención abrió literalmente la caja de los truenos. El déspota Sadam Husseim, con su mano de hierro y su brutal violación de los derechos humanos, su régimen de terror, había mantenido sojuzgada a la población. Derrocado él y aprobada una constitución libremente por los iraquíes sin imposiciones foráneas, las animosidades soterradas entre las dos comunidades importantes, sunitas y chiitas, se han literalmente desbocado. Sus extremistas, con la voluntariosa contribución de Al Queda, siguen aún ensangrentado el país. La corresponsal del 'Financial Times' daba el domingo pasado una imagen con luces y sombras. Había un signo esperanzador, entre los jóvenes, en la Universidad, el odio entre chiitas y sunitas es poco perceptible, escaso, probablemente superable.

La acción se traslada ahora a Siria, donde según la Onu van ya unos 71.000 muertos en la guerra civil  y que plantea una pregunta que tiene alguna indirecta similitud con la que se daba con Irak hace diez años. ¿ Debe la Onu y las potencias que cuentan intervenir para acabar con la masacre y la destrucción de Siria? Rusia, gran proveedor de este país, no está muy por la labor y las potencias occidentales vacilan incluso en el paso previo, el de armar a los rebeldes que luchan en inferioridad de condiciones  contra la dictadura de Assad. De un lado, Alemania, se lava completamente las manos, de otro Gran Bretaña y Francia, como ocurrió en Libia quieren intervenir proporcionando material sofisticado a los insurgentes.

Luego tenemos a Estados Unidos. Poco antes de dimitir, Hillary Clinton y el conocido general Petraeus instaban a su Presidente  para que diera el paso. Obama reaccionó con cautela. No quería seguir el precedente iraquí de Bush y teme que acontezca lo que pasó en Libia, armas y entrenamiento proporcionados a los rebeldes que luchaban contra Guedaffi han servido a los terroristas que han creado el caos en Mali amenazando su estabilidad tratando de derrocar a un aliado de Occidente. En la memoria americana también está que los Stingers facilitados a la guerrilla afgana cuando luchaba contra la Unión Soviética fueron luego empleados por los talibanes para combatir las tropas yanquis.

Washington, viendo que la situación se pudre, Assad continua usando procedimientos bárbaros para sofocar a los insurgentes y percatándose de quienes son  los amigos poco respetables del sirio, los ayatollas de Irán, Hizbollah etc...se ha animado por fin  a entrenar a los rebeldes.

El dilema persiste : ¿ Que ocurrirá si expulsado Assad surge en Siria un régimen controlado ahora por los sunitas y cuya intransigencia destape la caja de los grillos sectarios y violentos que afloró en Irak?