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16/01/2013 | Unasur y Mercosur, ausentes en la crisis venezolana

Rosendo Fraga

El mismo día que se inició el controvertido mandato de Hugo Chávez a través de su asunción ausente, 22 países de América la respaldaron con la firma de la llamada Declaración de Caracas.

 

El chavismo, con la movilización de sus partidarios y la presencia de delegaciones internacionales de la región, buscó legitimar el inicio formal del mandato cuestionado por la oposición. Si bien solo tres presidentes de la región asistieron -los de Bolivia, Nicaragua y Uruguay-, 22 de los 35 países del continente americano la firmaron. En ella dicen manifestar "nuestra confianza absoluta" en el gobierno y las instituciones de Venezuela "y acompañamos plenamente" las disposiciones adoptadas para que la "voluntad democrática del pueblo venezolano sea celosamente respetada". De esta manera, la región legitimó la asunción del vicepresidente Nicolás Maduro, aunque a partir del artículo 231 de la Constitución venezolana la oposición interpreta que debió haber asumido el presidente de la Asamblea Nacional, el chavista Diosdado Cabello. Analizados los firmantes al ámbito de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe (Celac), sobre 33 países que la integran -sólo están excluidos EE.UU. y Canadá- exactamente dos tercios firmaron la declaración mencionada.

Pero el análisis de los 22 firmantes muestra que la casi totalidad de ellos integran la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA) y Petrocaribe, estructuras regionales constituidas por Chávez. De la primera la firmaron Ecuador, Bolivia, Cuba y Nicaragua -estos dos últimos también integran la segunda-, más el conjunto de países de América Central y el Caribe que están en Petrocaribe, la estructura a través de la cual Venezuela entrega petróleo barato a un conjunto de países de pequeñas dimensiones de América Central y el Caribe. En cuanto a países centroamericanos, están Guatemala, El Salvador, Bélice y Honduras, además de Nicaragua; del Caribe se encuentran Bahamas, Jamaica, Granada, Haití, Dominica, República Dominicana y San Vicente y Granadinas. Surinam y Guayana son dos pequeños países sudamericanos que integran Petrocaribe y en consecuencia también firmaron. Fuera de ambas estructuras, sólo la Argentina y Uruguay firmaron la Declaración. Ello implica que si bien dos tercios de los países de la Celac legitimaron la solución del chavismo para la crisis institucional venezolana, no lo hicieron 11 países, los cuales representan tres cuartas partes de la región en términos de PBI, población y territorio.

La importancia de los países no firmantes evidencia que el consenso mayoritario logrado en la región en realidad no es tan fuerte. En el conjunto del continente americano no firmaron EE.UU. y Canadá, que desde un primero momento manifestaron que la crisis debía ser resuelta por los propios venezolanos y plantearon que no pronunciarse era la actitud correspondiente. Tampoco lo hicieron los cuatro países que en 2012 formalizaron la Asociación del Pacífico integrada por México, Colombia, Perú y Chile -y los dos centroamericanos que son observadores de este grupo, Costa Rica y Panamá-. Tampoco lo hicieron Paraguay, muy distanciado de Venezuela desde la destitución del ex presidente Lugo -quien asistió como invitado especial a la asunción de Maduro- ni Brasil, que en esta crisis ha asumido una estrategia discreta y sutil que parece buscar poner cierto límite a la manipulación institucional que el chavismo está realizando para ganar tiempo mientras se define el tema de la salud de Chávez. No hubo presencia oficial brasileña el 10 de enero en Caracas, a La Habana hasta ahora sólo se ha trasladado el asesor de Dilma en política exterior para la región, Marco Aurelio García, y voceros de Itamaraty han hecho trascender que la solución institucional de emergencia implementada en Venezuela debía tener un plazo, el que podría ser de 180 días y un vocero de la cancillería brasileña, expresó su precolación por el caso que se dilate el llamado a elecciones, en caso que Chávez no siga en el poder. El riesgo es que se haya abierto el camino para que no se cumpla la disposición constitucional de convocar a elecciones en 30 días si el presidente cesa por la causa que sea y ha transcurrido menos de cuatro años del mandato, que es de seis.

Unasur y el Mercosur, que tuvieron fuerte protagonismo en las últimas crisis regionales, no se pronunciaron y en este caso Washington y Brasilia parecen tener posiciones convergentes. Ambos grupos regionales, en los cuales Brasil tiene un peso decisivo y ha sido su impulsor, tuvieron posiciones cohesionadas en los inicios de la crisis de Honduras provocada con la destitución del presidente Zelaya, en el motín policial que amenazó al presidente de Ecuador y en el juicio político contra el ex presidente de Paraguay, Fernando Lugo. Ahora, frente a la Declaración de Caracas, de Unasur la firmaron Bolivia, Ecuador, la Argentina, Uruguay, Guayana y Surinam y no lo hicieron Brasil, Colombia, México, Perú y Paraguay, registrándose una división importante. Lo mismo sucedió en el ámbito del Mercosur, donde Buenos Aires y Brasilia tuvieron posiciones diferentes. En las crisis de Honduras y Paraguay, EEUU y Brasil tuvieron posiciones diferentes y de hecho, con el transcurrir del tiempo, se terminó imponiendo la posición estadounidense. La cautela brasileña en este caso también puede tener como causa la decisiva influencia que está teniendo Cuba en la crisis venezolana. Chávez está bajo control de las autoridades castristas y posiblemente sin conocimiento. Apenas asumió, Maduro viajó a La Habana |para reunirse con los hermanos Castro y decidir los pasos a seguir. El presidente interino es considerado en el universo del chavismo la cabeza del sector procubano, como el presidente de la Asamblea (Cabello) parece encabezar una línea más nacionalista. La presidente argentina viaja a ver a Chávez y en lugar de ello se entrevista con los hermanos Castro. El protagonismo regional que ha adquirido el régimen cubano con la crisis político-institucional venezolana quizás sea una situación que genere cierto interés común entre Washington y Brasilia.

La próxima visita de Lula a La Habana, posiblemente lo habilite como un posible mediador en la crisis venezolana, en la que hasta ahora los hermanos Castro están jugando el rol protagónico.

Respecto al chavismo, el 23 de enero volverá a ganar las calles de la capital venezolana, buscando mantener la iniciativa política frente a una oposición que se muestra moderada.

En cuanto a la Argentina, la solidaridad de la Presidenta con Chávez, ha generado una actitud diferente con Brasil en problema regional de relevancia.

La Nación (AR) (Argentina)

 


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