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24/11/2012 | Ganadores y perdedores del último incendio en Gaza

Felipe Sahagún

Estos ocho días de ataques han sido otro trágico laboratorio de pruebas. Los principales actores han tratado desesperadamente de mejorar posiciones. Israel quiere darle la puntilla a la ANP por solicitar un nuevo estatus.

 

En el espeso bosque de Oriente Próximo y Medio los ocho días de ataques entre Israel y Hamas en Gaza que concluyeron el 20 de noviembre en otro alto el fuego han sido otro trágico laboratorio de pruebas en el que los principales actores locales y regionales, y el único global, los EEUU, han tratado desesperadamente de mejorar posiciones.

El acuerdo, por frágil que sea y por poco que dure, demuestra una mayor tolerancia israelí del Islam político representado por los Hermanos Musulmanes en Egipto y en Gaza, y la negociación de los compromisos generales incluidos en él, si fructifica, sería un proceso de paz en toda regla, aunque nadie lo haya reconocido así oficialmente.

Si el alto el fuego vuela en pedazos en días o semanas, como ha sucedido con todos los anteriores, estaremos de nuevo en el punto cero. Si, a pesar de violaciones aisladas, se respeta y se avanza hacia un acuerdo estable, Hamas podría salir de las listas estadounidense y europea de grupos terroristas y convertirse en el representante indiscutible del pueblo palestino.

Con tal de aislar y debilitar a la Autoridad Palestina, con la que no ha contado para nada desde hace años, Netanyahu parece dispuesto –respondiendo a una revisión profunda de sus servicios de inteligencia a los cambios en Túnez, Libia, Egipto, Jordania y Siria-, a ayudar a Hamas. La condición es que Hamas acepte por fin las tres condiciones del Cuarteto: reconocer a Israel, dejar de disparar y negociar.

Así Netanyahu y Obama darían la puntilla al líder de la Autoridad Palestina, Abu Mazen (M. Abbas), por seguir adelante con su solicitud ante la Asamblea General del estatus de "estado no miembro", como el del Vaticano, en Naciones Unidas. A diferencia de Netanyahu, Obama es partidario de un Estado palestino independiente, pero ambos rechazan la solicitud del nuevo estatus palestino sin acuerdo previo con Israel.

Francia no ha esperado al consenso europeo para anunciar que votará a favor. Con la UE o sin ella, los palestinos tienen asegurada una mayoría más que suficiente en la Asamblea, pero la "operación nuevo estatus" servirá de poco a la Autoridad Palestina si Hamas e Israel negocian a sus espaldas, con ayuda de Washington.

En el intercambio de bombas y misiles murieron (las cifras cambian cada día por el elevado número de heridos) más de 160 palestinos y, al menos, seis israelíes. Israel dice haber destruido unos 1.500 objetivos palestinos y Hamas declara haber lanzado contra territorio israelí otros tantos misiles, causando daños que el diario hebreo The Marker calcula en unos mil millones de dólares.

Israel reconoce que sólo 58 de esos misiles cayeron sobre zonas pobladas de Israel y que, gracias al sistema antimisiles recibido de los EEUU, Iron Dome, destruyó en el aire 421 de los 479 cohetes palestinos con más peligro. Más que los números, siempre fáciles de manipular, Israel y los EEUU han probado la tecnología antimisiles tierra-aire más avanzada frente a la tecnología de cohetes de Irán, que ha reconocido sin problemas ser el suministrador de la mayor parte de los misiles de Hamas, uno de los cuales, por primera vez, alcanzó a un barrio de Tel Aviv.

Dos años después del despertar árabe, a menos de dos meses de elecciones generales en Israel y del inicio de un segundo mandato de Obama en EEUU, la última crisis de Gaza ha puesto a prueba las posibilidades de cooperación de Washington y de Israel con el nuevo régimen egipcio, la relación de fuerzas en los campos palestino y árabe, y los peligros de ignorar la región y concentrar toda la atención en Asia.

Frente diplomático

El resultado provisional en estos tres frentes es el reforzamiento de Mursi, la apertura de un diálogo estratégico embrionario de Washington y Tel Aviv con los Hermanos Musulmanes egipcios, un Hamas más fuerte y una Autoridad Palestina más débil en los territorios ocupados y la demostración de que, en el mundo globalizado de hoy, el lujo de elegir prioridades regionales sólo se lo pueden permitir los débiles, no las grandes potencias –mucho menos una superpotencia- o quienes aspiran a serlo.

El crecido prestigio de Mursi en el exterior puede haber influido en su decreto del jueves, 22 de noviembre, asumiendo poderes absolutos mientras no se elija un nuevo parlamento y ordenando que se reabran los juicios del ex presidente Hosni Mubarak y de sus principales colaboradores.

Los observadores, como apunta Enrique Rubio, de EFE, desde El Cairo, dudan si los Hermanos Musulmanes, con ayuda de los salafistas, "han embarcado a Egipto hacia una nueva dictadura islámica, o, simplemente, han tomado un atajo, aprovechando la coyuntura, para impulsar las reformas".

La intensa movilización diplomática para apagar cuanto antes el nuevo incendio de Gaza ha puesto en evidencia la contradictoria posición de Benjamin Netanyahu tras apostar por Romney en las presidenciales estadounidenses –su debilidad frente a Obama ayudó a evitar otra ofensiva terrestre-, la nula influencia de Turquía sobre Israel tras años de ataques verbales y desencuentros diplomáticos, la pérdida de influencia árabe en el conflicto por la guerra civil en Siria y las transiciones abiertas en Irán y Arabia Saudí.

Un consejero de Netanyahu, Yosef Chiechanover, y el subsecretario de Exteriores turco, Feridun Sinirlioglu, se reunieron el 23 de noviembre en Ginebra para tratar de superar la crisis diplomática provocada por el ataque israelí a la flotilla de Gaza en mayo de 2010.

Tras cinco conversaciones telefónicas en dos días con el presidente egipcio, Mohamed Morsi, y un viaje relámpago de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, a El Cairo, la Casa Blanca está satisfecha. "Mursi ha sido realmente constructivo y pragmático", declara a la agencia AFP Daniel Kurtzer, ex embajador estadounidense en Tel Aviv y El Cairo.

"Se ha establecido una buena relación entre los presidentes egipcio y estadounidense", reconoce Justin Vaïse, autor del libro 'Barack Obama y su política exterior', pero "convertir esta nueva dinámica en base de reconciliación intrapalestina y en plataforma de un proceso de paz revitalizado depende de que se respete el alto el fuego y de la situación dentro de Israel a partir del 22 de enero".

El Mundo (España)

 


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