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24/04/2006 | ITALIA- Prodi no es Zapatero: "Il Professore" admite que no tiene nada que ver con el presidente español

Ángel Villarino

Las relaciones con EE UU serán prioritarias para el Gobierno.

 

En su última visita a España, Romano Prodi evitó fotografiarse con Zapatero. En plena campaña electoral, la imagen de un abrazo fraternal con nuestro presidente podría haberle costado muy cara. «El zapaterismo es imposible en Italia», dijo después «Il Professore» durante una entrevista, admitiendo por fin que el centroizquierda que él representa no tiene prácticamente nada en común con el que gobierna en nuestras tierras.

En las ruedas de prensa, Prodi esquiva las preguntas sobre el Gobierno español como puede y, en privado, sus hombres admiten que el del PSOE no es el modelo con el que pretenden gobernar el país.

Pero atención, en Italia las chisteras traen doble fondo. Así, dentro de la coalición que formará Gobierno en las próximas semanas sí que hay grupos que ven con buenos ojos a Zapatero. Es más: para los militantes de Refundación Comunista o La Rosa en el Puño (fusión de Socialistas y Laicos Radicales) se ha convertido en un auténtico símbolo. Algo parecido ocurre en los círculos más partisanos del partido mayoritario, Demócratas de Izquierdas. El Gobierno español es un ejemplo a seguir para la izquierda radical italiana, que lo alaba en sus diarios; que le dedica libros y parabienes.
No está claro, sin embargo, que el «zapaterismo» ibérico sea el único responsable de este escandaloso romance.

Visto desde una perspectiva europea, la anomalía parece estar más bien en Italia, un país decididamente de derechas, manejado durante décadas por la Democracia Cristiana; y donde hasta hoy el centroizquierda sólo había conseguido llegar al poder en una ocasión. Corría el año 1996 y fue precisamente Prodi quien encabezó la gesta, llevando al Gobierno una coalición similar a la que capitanea ahora y derrotando a Berlusconi. Resulta curioso, pero éste es otro de los hitos de «Il Cavaliere»: sólo él ha conseguido que la derecha sea derrotada, y por partida doble, a costa de dividir al país más allá de ideologías clásicas, dejando a la población flotando en una nueva dialéctica: con o contra Berlusconi. Ésta es la verdadera matriz de la actual política italiana.

Sea por la presencia del Vaticano, sea por su apego a un glorioso pasado histórico, Italia es el territorio más conservador y tradicionalista de Europa. Por ello, Prodi nunca podría haber vencido en las urnas enarbolando banderas como el antiamericanismo, el apoyo a los regímenes populistas de Iberoamérica o la confrontación con la Iglesia. Se trata de las tres señas de identidad que los italianos ven en el «zapaterismo».

La política española ha ocupado portadas en Italia con la llegada de los matrimonios homosexuales, la regularización desordenada de inmigrantes, la apresurada retirada de Irak o las cumbres amistosas con Hugo Chávez y compañía. Prodi, católico practicante, democristiano del ala reformista, moderado hasta la médula, se siente más cómodo con políticos como Kohl, Chirac o Blair que con Zapatero.

En su programa, la buena salud de las relaciones trasatlánticas y el pacto con EE UU resplandecen como una prioridad.

A lo largo de la campaña, Berlusconi utilizó el sambenito del «zapaterismo» como un espantapájaros con el que asustar a la población y denunciar el «bolchevismo» de la izquierda. El caso español destapó las contradicciones de la Unión, puesto que mientras algunos socios de Prodi consideran La Moncloa un claro ejemplo a seguir, otros ven en nuestro presidente la encarnación del viejo demonio anticlerical.

La falta de coherencia entre la fachada y el programa de Prodi y los partidos que forman parte de su armada, queda sometida a tercer grado al trasluz del ruedo ibérico. Y es que Italia tendrá un premier moderado, con puntos de referencia de corte conservador, pero al frente de una coalición de izquierdas. Habrá que esperar al primer encuentro oficial entre Zapatero y Prodi para ver cómo se desenvuelven las relaciones entre ambos países.

Hasta el momento, nuestro presidente, que por lógica debería ser un aliado de «Il Professore», se ha convertido en una incómoda amistad, una personalidad capaz de dividir a los clanes que formarán el Gobierno italiano. Y, en clave interna, otra piedra más para la albarca diplomática del socialismo español

La Razón (España)

 



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