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10/09/2012 | Paraguay: Semillas transgénicas para el progreso moral y material

Víctor Pavón

El obispo Melanio Medina y los representantes de la Federación Nacional Campesina (FNC) en estos días emitieron sendos discursos contra el avance de la civilización.

 

La prédica del obispo como de la FNC no es más que un síntoma de la incomprensión de cómo la ciencia se ha convertido en una herramienta en beneficio de la sociedad en su conjunto, en especial para los más pobres que durante mucho tiempo tuvieron que soportar el abandono material y la sumisión en la ignorancia por no contar con el acceso y los beneficios del conocimiento científico.

Esta vez la prédica fue contra las semillas transgénicas. Para el obispo Medina, “el presidente Federico Franco no desafía a los izquierdistas, desafía a todo el pueblo paraguayo, al permitir el uso de las semillas transgénicas”. El presidente “está al lado de los poderosos”, terminó diciendo el obispo.

A su vez, para la FNC, las semillas transgénicas “significan la pérdida de nuestra soberanía y el despojo del pequeño y mediano productor”. De este modo, tanto el obispo como la FNC miran el pasado y reeditan los viejos mitos que mantienen a las sociedades en el obscurantismo propio del medioevo, donde ni la ciencia y el progreso eran tolerados.

El obispo y la FNC, por cierto, se hallan imbuidos de aquella nefasta influencia que consiste en despotricar contra el progreso de la ciencia. Esta tendencia no es más que un resabio de mitos y creencias en los que imperan las emociones colmadas de frases como “al lado de los poderosos” o “pérdida de la soberanía”, sin siquiera tomar en cuenta que en los hechos sucede exactamente lo contrario.

Ni el obispo Medina ni la FNC son capaces de admitir las notables investigaciones realizadas en el campo de las ciencias han permitido que no solo los poderosos sean beneficiados, sino que aquellos que precisamente no tienen acceso o no tuvieron nunca acceso a los extraordinarios progresos de las ciencias. Lo mismo ocurre con la frase “pérdida de la soberanía” cuando que la mejor forma de hacer patria consiste en mejorar las condiciones de vida de los habitantes mediante el aumento de la producción y de la productividad del trabajo que permite elevar los ingresos y salarios de la gente.

Los motivos en contra de la utilización de los transgénicos llaman la atención. En especial resulta llamativo el ataque contra los transgénicos provenga de gente que estar al lado de los intereses de campesinos e indígenas. Pero, en el fondo están en contra precisamente de los más pobres y necesitados. Si bien es cierto que ninguna actividad está exenta de riesgo, sobre las semillas transgénicas existen creencias más bien basadas en el miedo y el desconocimiento. Hoy no es posible descartar el aporte de la biotecnología. Millones de personas escaparon de las terribles hambrunas que azotaron al mundo, luego de los drásticos cambios climáticos, mal uso de las tierras y abuso de insecticidas, etc.

Afortunadamente el ser humano ha logrado remediar el determinismo histórico de las hambrunas y enfermedades perpetuas. Y no hizo solo con oraciones o buscando alguna explicación en los astros. Así, por ejemplo, actualmente, casi el 45% de la producción mundial de soja, el 30% del algodón y el 15% del maíz está genéticamente modificada. ¿Acaso esta revolución pacífica que la ciencia promovió en el mundo solo benefició a los poderosos, como dice el obispo Medina, o ha provocado pérdida de soberanía, como sostiene la FNC?

De ninguna manera. En realidad se han beneficiado los pobres y se ha consolidado la soberanía, en el sentido correcto de su acepción, es decir, de no permitir que la gente muera de hambre y se evite la violencia por buscar alimentos. De hecho, el extraordinario avance que se ha dado con la tecnología transgénica tiene explicación.

Desde que en el año 7 mil A.C se desarrolló la agricultura, el hombre no ha dejado de aplicar la experiencia y el conocimiento para cosechas cada vez mejores. Agricultores de todas las épocas han buscado las variedades más adaptadas al clima, al suelo y a las plagas, hasta que esos conocimientos rudimentarios se volvieron insuficientes. Fue necesario apelar a la ciencia de la genética. Hoy en día la agricultura no podría subsistir y tampoco podría abastecerse de alimentos al planeta sin la biotecnología para obtener semillas de siembra más resistentes al clima, al suelo y a las plagas, lo que significa un importante incremento de la producción y una notable reducción de los costos.

Gracias a la biotecnología, por ejemplo, hoy contamos con tomates resistentes a las heladas debido a la modificación genética. La semilla de maíz convencional que usan nuestros agricultores permite que en una hectárea de siembra se obtengan 60 bolsas, mientras que con las semillas transgénicas en una hectárea de siembra se obtienen 100 bolsas y sin necesidad de fumigación de insecticidas.

Este importante avance fue posible luego de ensayos de laboratorio e importantes inversiones empresariales. Los avances científicos, después de todo, se producen por dos motivos: por interés y por obtener más conocimiento. El incremento de la cantidad, la calidad, del área de siembra y el aprovechamiento de zonas desérticas para la agricultura significan ciertamente beneficios para las empresas; pero, también significan para los agricultores menores costos de producción e incremento de sus ganancias.

La agricultura de subsistencia, pobre en tecnología y ganancias para los productores, empobrece la tierra y vuelve áridos los terrenos. Por el contrario, la agricultura empresarial que utiliza las semillas transgénicas es comprobadamente más eficiente en términos económicos; pero, también tiene un alto valor ético. Y es esto es lo que el obispo Melanio Medina y la FNC, así como otros que todavía siguen empantanados en el pasado no puedes rebatir.

Al obispo Medina y al FNC no les interesa que la gente mejore su auto estima tomando sus propias decisiones a su propio costo y responsabilidad, dado que en el fondo saben que la relación entre empresa y ciencia rompe con las falsas creencias y supersticiones que antaño atan al hombre con un determinismo que los hace proclives a seguir con el pensamiento puesto en el pasado. Esta situación no es del agrado de muchos dirigentes y hasta de intelectuales que prefieren predicar el miedo y la ignorancia para así perpetuar una agricultura de subsistencia, la misma que crea y mantiene incólume la dependencia moral y económica de los pobres. Las semillas transgénicas, de esta manera, es la muestra de cómo la biotecnología promueve no solo el progreso material sino también moral del hombre. La reciente decisión del presidente Federico Franco de aprobar el uso de las semillas transgénicas se merece el mejor de los elogios.

ABC (Py) (Paraguay)

 


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