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06/04/2006 | ITALIA - Una pizza de alianzas imposibles

Ángel Villarino

Alessandra Mussolini, nieta del «Duce», exige ser vicepresidenta del Gobierno si gana Berlusconi

 

La nieta de Mussolini, líder de la fascista Alternativa Social, dijo ayer que quiere el sillón de vicepresidenta si la derecha gana las elecciones. De vencer, Berlusconi tendrá que negociar ésta y otras muchas exigencias. Es sólo un ejemplo del incordio que suponen algunos de los compañeros de cama en Italia, donde los líderes de coalición (Berlusconi y Prodi) están obligados a pactar con corsarios y nibelungos con tal de mantener a flote su eventual Gobierno. En parte, la culpa es del sistema proporcional, que Berlusconi ha rehabilitado para arañar escaños.
   

Alessandra Mussolini no es la única fascista que se presenta en La Casa de las Libertades de Berlusconi. También están los hombres de la Llama Tricolor, liderados por Luca Romagnolo, un individuo que sigue hablando de razas y orgullos de sangre. Sus peticiones, como su número de votantes, son modestas, pero podría hacerse decisivo en ciertas circunscripciones.
   

Tampoco podemos olvidarnos de Umberto Bossi, líder de la Liga Norte, que por fin ha entendido el juego nacionalista: ha preparado una «Hoja de Ruta» para seguir vendiendo su apoyo a precio de autonomía. Además, ha dicho que quiere rehabilitar a sus hombres, para que vuelvan a ocupar ministerios. Entre ellos está Roberto Calderoli, a quien recordarán por sus camisetas con las viñetas del islam. Y el último «monstruo» es la lista NO EURO.
   

Las ambiciones de Fini. Pero hay más. Berlusconi tiene un problema con sus dos aliados más potentes. La rivalidad con Gianfranco Fini empieza a ser insostenible. El líder de Alianza Nacional ha dejado claro que si saca más votos que «Il Cavaliere» (algo poco probable) será él el primer ministro. Sus diputados confiesan en privado que una parte del partido está esperando que Berlusconi se dé un batacazo para hacerse con el liderazgo de la derecha.
   

Si los aliados de Don Silvio son incómodos, los de Prodi son un jardín infantil. Cada vez que los deja solos le abren un nuevo frente. Empezando por Fausto Bertinotti, presidente de Refundación Comunista, un político con una oratoria deslumbrante, pero anclado en tesis anteriores a la caída del Muro. En sus filas se presentan Vladimir Luxuria (ex «Drag Queen») y Francesco Caruso, líder de los «precarios no global», que han protagonizado saqueos de supermercados y librerías. Tampoco se entienden con Prodi los líderes de La Rosa en el Puño: como el viejo Marco Pannella, un liberal empeñado en batallas laicistas y anticlericales que no dan votos hoy.
   

Le acompaña Emma Bonino, de perfil parecido. Circula en Internet un chiste que resume el embarazo de Prodi con la célebre eurocomisaria: «Estamos recogiendo firmas para que Bonino deje de recoger firmas», dice la broma. Están también los Verdes, que se oponen por sistema a cualquier obra pública que tire abajo un árbol, o mate un conejo. O los comunistas, que proponen estatalizar las industrias primarias.

La Razón (España)

 



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