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11/04/2006 | ITALIA I -El empate entre Prodi y Berlusconi dibuja en Italia un escenario de pesadilla

Ángel Villarino

- La derecha gana en el Senado y la izquierda en el Parlamento, según el escrutinio - El bloqueo político puede derivar en nuevos comicios

 

Se han cumplido los peores pronósticos. Los resultados de las elecciones italianas dejan un escenario político aterrador, ingobernable, en el que una de las dos coaliciones podría tomar las riendas de un Ejecutivo que nace muerto. Y eso en el mejor de los casos. Al cierre de esta edición, la coalición de Silvio Berlusconi gozaba de una discreta mayoría en el Senado, mientras el centroizquierda se mostraba en ventaja en la Cámara de Diputados. De confirmarse estos datos, el país se sumiría en el caos absoluto, puesto que una coalición tendría derecho de veto sobre las reformas emprendidas por la otra. La única solución posible sería convocar nuevas elecciones, algo que bloquearía el país meses.


Aunque «Il Professore» consiguiese la victoria, gobernaría con una mínima ventaja la Cámara Alta, algo que les otorgaría un poder enorme a sus muchos y variopintos aliados. El enfrentamiento con cualquiera de estos minúsculos grupos (muchos de ellos de la izquierda radical) bastaría para bloquear reformas o paralizar los presupuestos, provocando el caos y atando de pies y manos el país. De acceder al Gobierno, Prodi tendrá que poner de acuerdo a todos y cada uno de los senadores de partidos tan dispares como los democristianos de Clemente Mastella y los comunistas sin comillas de Oliverio Diliberto. Una empresa imposible para afrontar desafíos como la liberalización del país, la diplomacia, la política familiar… ¿Qué hará Prodi, por ejemplo, ante un ataque preventivo a Irán? En sus filas tiene a defensores de la resistencia iraquí, pero también a defensores de la política de Bush.


Otro tanto sucederá si Berlusconi se hace con las riendas. Sus socios son igualmente inestables y el apoyo de partidos como Alternativa Social de Alessandra Mussolini podrían ser juez y parte de la política italiana.


Todos estos problemas proceden de la vuelta al sistema proporcional que «Il Cavaliere» propulsó para arañar votos. Berlusconi ha dejado una herencia envenenada. Hizo tierra quemada con su última ley electoral, que el propio ministro que la escribió, Roberto Calderoli, definió en su día una «cerdada». Una jugarreta para evitar que La Unión consolidase un proyecto. Y ahora se le podría volver en contra. Decía el difunto Indro Montanelli que Italia necesitaba vacunarse contra Berlusconi. Pues bien, por las venas de la República trasalpina comienza a circular ya el anticuerpo. Pero en dosis ínfimas. Los resultados no pueden valorarse como una victoria de ninguna de las coaliciones, ni tampoco como un cambio de tendencia ideológica. Lo único cierto e inamovible es la pérdida de consensos para Forza Italia, el partido de Berlusconi. Según las cifras que se manejaban al cierre de esta edición, su grupo ha perdido gran parte de los apoyos, pasando del 29,4 a un 23 por ciento. También son malos los resultados de la Liga Norte.


Estos dos grandes perdedores de ayer fueron en su momento las verdaderas novedades de la escena política italiana, irreconocible tras el terremoto de «Tangentopoli». Parece que Italia vuelve la cabeza hacia su viejo sistema de partidos y mira de nuevo a los legisladores profesionales. Y es que han sido los dos grupos de la derecha tradicional (Alianza Nacional y los democristianos de UDC) quienes le han salvado los trastos a «Il Cavaliere». No sólo no han perdido votos, sino que el partido heredero de la Democracia Cristiana ha ganado puntos. A las tres de la tarde llegaban los resultados de las primeras encuestas y el veredicto parecía claro: Prodi había ganado. La izquierda comenzó a preparar su fiesta. Frente a la sede de El Olivo, miles de personas se preparaban para bailar el fin de Berlusconi.

Estaba previsto que a las 18.30 «Il Professore» cantase victoria con un discurso a lomos de un autobús amarillo, en el que se podía leer «Prodi presidente». Sonaban canciones de Manu Chao y ondeaban banderas pacifistas. Tres horas después llegó el primer susto: la Casa de las Libertades había remontado tres puntos en el Senado. Prodi aplazó la cita con sus votantes, pero la izquierda seguía serena, confiada en la victoria. Había margen en la Cámara Alta y seguía pronosticándose una goleada para el Congreso.


Media hora duró la esperanza, porque a partir de las nueve de la noche la tendencia parecía invertirse. «Il Professore» canceló su comparecencia y sus simpatizantes se vieron obligados a aplazar la fiesta. ITALIA II - El gran vencedor de la derecha


Las elecciones italianas tuvieron un claro vencedor en la derecha: la UDC de Pier Ferdinando Casini, que multiplicó por dos los votos obtenidos en el 2001, convirtiéndose en una pieza clave de la coalición. El crecimiento de los democristianos abrirá nuevamente el discurso del liderazgo. Casini sigue siendo, junto a Gianfranco Fini, el máximo aspirante a hacerse con las riendas de la derecha en la era «postberlusconiana». «Gracias a la UDC la mitad de los moderados han votado por el centroderecha. El resultado de la coalición es positivo gracias a nosotros», dijo el secretario del partido.

La Razón (España)

 



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