En definitiva, contra cualquiera que insinúe que él no es el hombre apropiado para guiar los destinos del país. Acusó a los magistrados de haber lanzado una persecución en los tribunales para sacarlo del ruedo político. «Son especialistas en mentiras. Quiero hacer una denuncia gravísima. La Justicia está pendiente de desacreditarme y desestabilizar y atacar el Gobierno», aseveró.

De los periodistas confirmó su impresión de que son todos comunistas. Con una excepción: esta vez no sólo cargó contra los diarios, sino también contra las televisiones, olvidando que posee tres de los cuatro canales privados, entre ellos el de más audiencia del país. «Il Cavaliere» también aseguró que Italia necesita observadores internacionales para controlar los resultados electorales, puesto que «no se fía de lo que pueda hacer esta gente, que se comporta como quiere».

Un discurso delirante, preocupante, que atrajo una vez más la atención de todos los medios de comunicación, quizá consiguiendo el objetivo buscado: borrar a Prodi del mapa. Un ejemplo: en los periódicos de ayer, Berlusconi ocupaba hasta siete páginas, mientras que los mítines de la oposición apenas se llevaban dos columnas.

Aunque hasta ayer no lo había expresado de un modo tan meridiano, Berlusconi lleva una semana diciéndoles a los italianos que existe una confabulación para apearlo del poder. Una trama transversal que implica al centroizquierda y a un ente abstracto, pero maligno, que él ha bautizado «los poderes fuertes».

Algunos ven en ello una referencia a la Patronal Industrial (Confindustria), los Consejos de Administración de los principales bancos del país y al Consejo Editorial del «Corriere della Sera», actores tradicionalmente conservadores que han depositado su confianza en el centroizquierda. Otros analistas ven un intento desesperado de crispar para vencer.

Berlusconi se va quedando sin apoyos y está dispuesto a romper la baraja. «Existen pruebas absolutas de que estamos viviendo un régimen», dijo en referencia a la ley que asegura que todos los candidatos han de gozar del mismo espacio televisivo. «Si esto es la democracia... Yo lo que estoy haciendo es defender vuestra categoría de periodistas porque vosotros, en el caso de que gane la izquierda, no seréis nunca más periodistas libres y a los ciudadanos quiero advertirles de que está en juego vuestra libertad», acusó en su encuentro con la Prensa.

Italia vive con preocupación las últimas horas del Gobierno más estable y duradero de su historia democrática. «Los niveles de tensión política nunca estuvieron tan altos en la historia reciente», razonaba un editorial del «Corriere della Sera».