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06/04/2006 | China: Un problema de capitales

James A. Dorn

El capitolio está perdiendo la paciencia de nuevo con el régimen del tipo de cambio de China, amenazando con aranceles proteccionistas, entre otras cosas. Tres senadores estadounidenses hasta volaron a Beijing hace dos semanas para descargar sus frustraciones.

 

Pero no están entendiendo la situación. Obsesionarse con el tema limitado de la avaluación del renminbi desvía la atención del problema más urgente: La larga represión de los mercados de capital de China.

De las 10 naciones con los niveles más altos de intercambio en el mundo, solo China tiene extensos controles de capital. Seguro, las transacciones de cuentas de capital, o el intercambio de bienes y servicios, están liberalizados. Pero los ciudadanos chinos están excluidos de la oportunidad de invertir en el extranjero, sus tasas de interés son intensamente reguladas y los mercados de reservas domésticos se limitan en gran parte a las empresas estatales.

China paga un precio alto por dichos controles, los cuales distorsionan las decisiones de inversión y asignaciones del capital de manera equivocada. Los chinos ordinarios también sufren. Negados el derecho de buscar retornos más altos en el extranjero por sus merecidos ahorros, no tienen más remedio que arriesgarse con inversiones domésticas pésimamente reguladas. Y eso, en torno, ayuda a explicar por qué la tasa de ahorro china es tan alta—y por qué el tema ampliamente discutido del déficit comercial entre EE. UU. y China permanece intacto.

Eliminar los controles de capital draconianos y permitir una extensa privatización—condición necesaria para la existencia de mercados de capital competitivos y mecanismos de precios eficientes—tendría muchos beneficios. Transformaría el sistema social de China en mercados genuinos con verdaderos dueños quienes serían responsables de sus decisiones. Dirigiría el capital hacia usos más productivos. Además atraería inversiones del extranjero y ayudaría a revalorar el reminbi, también llamado el yuan, y re-balancearía la relación de intercambio sino-estadounidense.

Por lo tanto, con más razón el Congreso debe cambiar el enfoque del tipo de cambio. Los Senadores Charles Schummer y Lindsay Graham han propuesto un proyecto de ley para imponer tarifas altamente proteccionistas a las importaciones chinas si es que Beijing no se mueva rápidamente hacia una revaloración substancial. Junto con el Senador Tom Coburn, los tres le dijeron a los huéspedes chinos que las relaciones de intercambio entre EE. UU. y China “se estaban empeorando.”

En vez de recurrir a medidas proteccionistas perjudiciales, a los senadores les convendría ayudar a China a moverse hacia la libertad capital. Eso significa señalando como China arriesga quedarse atrás de India, donde el Primer Ministro Manmohan Singh recientemente puso la cuenta de capital convertible firmemente en la agenda. Y significa apoyar a los reformadores como Zhou Xiaochuan, el director del banco central de China, quien recientemente comprometió a su país a moverse en esa dirección.

Han habido otras señales de esperanza. El comité de Políticas Publicas Monetarias del banco central dijo en septiembre que el mercado debería de “jugar un papel en la reestructuración económica”, incluyendo el de llevar más lejos las reformas de la tasa de interés y el tipo de cambio y que “se deberían de hacer esfuerzos para avanzar la reforma financiera” para "aumentar la efectividad de la política monetaria”.

Pero la verdadera pregunta es ¿qué tan rápido actuará China? La mayoría de los críticos dicen que los controles de capital no pueden ser relajados hasta que el sector de la banca sea completamente reformado. Ese argumento sugiere que si Beijing dejaría que salga el dinero, no ingresaría de nuevo a China y que el balance general de los bancos chinos sufriría. Eso no solo es improbable pero también ignora el importante rol de la competencia en fomentar el uso más eficiente del capital.

El mismo partido comunista chino también podría resistirse firmemente a entregar su control sobre el sector financiero. Apenas los ciudadanos chinos prueben lo que es controlar su propio capital y lo que es tener la propiedad privada protegida por la ley — como se promete en la reciente enmendada constitución china— la última característica de la planificación central desaparecería y el poder del partido se acabaría.

Por eso es que el partido no aceptó la versión preliminar del código civil—diseñado para proteger los derechos a la propiedad privada—a principios de este mes en el Congreso Nacional del Pueblo. En efecto, Gong Xiantian, un profesor de leyes de la Universidad de Beijing, criticó fuertemente el borrador de ley civil porque no declara que “la propiedad socialista es inviolable”. Esa mentalidad explica porque China ha sido tan lenta en hacer la transición de represión financiera y de propiedad estatal a libertad de capital y derechos privados.

Una propuesta modesta es la de permitir que algunos fondos de pensión y aseguradoras de China inviertan en el extranjero. Esta propuesta conocida como el plan Inversionista Institucional Doméstico Evaluado, todavía no está en operación, cinco años después que fue debatido por primera vez. Sin embargo, Hu Xiaolian, el jefe de la Administración Estatal de Intercambio Extranjero de China, dijo en febrero que Beijing avanzaría con la liberalización de cuentas de capital y fomentaría los flujos salientes de capital. No obstante, en realidad, las cantidades van a ser pequeñas.

Otro plan del cual mucho se ha hablado, es el de permitir que selectos inversores del extranjero compren stocks y bonos intercambiables domésticamente conocidos como el plan Inversionista Institucional Extranjero Evaluado, el cual es altamente restrictivo. La mayoría de los administradores de fondos no quieren enredar el capital de sus clientes en compañías estatales. Consecuentemente, los inversionistas del extranjero todavía juegan un pequeño rol en los mercados chinos que parecen casinos.

Los políticos chinos de cargos altos saben lo que se debe de hacer para mejorar la arquitectura financiera del país. Pero debemos de ser pacientes. Tomará tiempo para que China liberalice su régimen de tipo de cambio, abra sus mercados de capital, permita la convertibilidad completa del renminbi, liberalice las tasas de interés y use una política monetaria doméstica para conseguir la estabilidad de precios en el largo plazo. Aún más difícil será la tarea decisiva de privatizar los mercados de stock, los bancos y las empresas estatales.

Como los senadores Schumer, Graham and Coburn están descubriendo, el camino por venir no necesariamente va a ser fácil, particularmente si el Congreso se enfoca estrechamente en el tipo de cambio. Es la hora de ensanchar la discusión—y fomentar la libertad de capital.

Este artículo fue originalmente publicado en el Wall Street Journal Asia el 23 de marzo de 2006.

Traducido por Peter Lamport para Cato Institute.
 

El Cato (Estados Unidos)

 


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