La renovada y excesiva dependencia económica de la región en sus recursos naturales, producto de la entrada de China en nuestra escena comercial, ha generado posiciones encontradas por parte del Banco Mundial y la Cepal. Mientras el primero presenta una interpretación esencialmente favorable de ese fenómeno, la segunda mantiene una postura pesimista. El Banco Mundial considera que de no haber sido por el incremento en los precios que durante los últimos años han evidenciado los commodities, América Latina no habría tenido la fortaleza necesaria para hacer frente a la crisis económica que se desató en 2008. La Cepal, de su parte, piensa que América Latina está restableciendo en el siglo XXI el mismo patrón de relaciones económicas internacionales que caracterizó al siglo XIX y a las primeras décadas del siglo XX.

De acuerdo al Banco Mundial la renovada dependencia regional en sus recursos naturales no debe ser vista como una "maldición" sino como una oportunidad de desarrollo. Para esta institución no existe evidencia detrás del argumento de que los commodities representan un área de bajo crecimiento en productividad o con bajo potencial para generar resultados económicos positivos. Lo importante es que, en el largo plazo, los recursos derivados por esta vía sean invertidos adecuadamente a los fines de garantizar un crecimiento sostenido: desarrollo humano, innovación, etc. (Sinnot, Nash, de la Torre, Natural Resources in Latin America and the Caribbean: Beyond Booms and Busts?, World Bank, 2010).

Para Osvaldo Rosales, director de Comercio Internacional e Integración de la Cepal, la pregunta a formularse es si la asociación con China propicia el tipo de desarrollo económico que América Latina necesita. Es decir, uno basado en innovación tecnológica, incorporación de conocimiento y vínculos productivos entre diversos sectores. A su juicio, ello evidentemente no se produce dentro de una relación en la que el 90% de nuestras exportaciones a ese país están constituidas por recursos naturales con bajo nivel de procesamiento, mientras que el 88,5% de nuestras importaciones provenientes de él son manufacturas. No obstante, Rosales reconoce que de no haber sido por la fortaleza de nuestros recursos naturales, sustentada en la demanda china, la región no hubiera podido afrontar tan exitosamente la crisis iniciada en 2008. Más aún, cree que América Latina debería sacar provecho de esta alta demanda para forjar contratos de largo plazo que contengan inversiones y alianzas tecnológicas ("Cepal: desequilibrios en la asociación China Latino-américa", Notimex, 15 junio, 2011).

Pero más allá de las interpretaciones positivas o negativas que se den a la alta dependencia de los recursos naturales y a la relación con China, lo cierto es que éstas resultan de hechos y no de ideologías. Sería poco realista suponer que la relación con China puede ser borrada del mapa o que existen mejores oportunidades sobre la mesa que la resultante de la relación con ese país. Siendo así lo único factible es tratar de obtener el máximo de beneficios de esa relación y de prepararnos lo mejor posible para el momento en que nuestros recursos naturales pierdan su atractivo actual.

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