Esta vez puede pasar lo mismo, sólo que no se trata de un fenómeno natural, sino político, que hinca sus raíces en una explosiva situación social que ya dura harto. Es fuente de gran ansiedad que este "tsunami" político tenga que abatirse justo sobre nosotros y nuestros más cercanos vecinos. Eso hace que angustie y duela más. No hay manera de mirar pa' otro la'o si nos vemos como aquellos asombrados turistas con la inmensa ola que impepinablemente se viene encima. Sólo que esta vez es sobre nosotros. Y duele más porque observamos que el mundo entero parece no querer darse cuenta.

Ya la "Operación Bolivia" ha sido puesta en marcha en Ecuador, y como ese país hace tiempo que está bordeando el abismo, puede terminar estrellándose. Este segundo domingo de abril, muy posiblemente Perú probará que sólo los humanos, entre todos los miembros del reino animal, son capaces de caer una y otra vez en la misma trampa ¡y hacerlo con esperanzada alegría!

Las repúblicas que ayudó a crear Bolívar serán las primeras víctimas del tsunami, pero las probabilidades son que no se detenga en ellas. No, el viejo sueño de Fidel Castro, pesadilla para el resto, parece proseguir imparable. Pero, ¿lo será realmente?

Vale la pena que adoptemos una perspectiva histórica. En otro escenario, en primer lugar, para luego recalar en nuestro continente. En efecto, fue la misma Europa que hoy, buchona, se entrega al disfrute, sin percatarse de que tan buenos tiempos podrían estar por concluir, la que mucho nos enseña de sus tiempos angustiosos.

En la década de los 30 el fascismo triunfal se enseñoreaba por el continente. Sólo Francia y algún que otro pequeño e impotente país lucían inmunes a la epidemia que se expandía por doquier. En 1940 a todos les llegó la hora infausta, de la que sólo una guerra terrible les libraría. De nuevo, cuando concluyó el fascismo, el stalinismo se transformó en la siguiente amenaza, de la que sólo les protegería el mismo poder norteamericano del que ahora abjuran.

En cuanto a nosotros no es la primera vez que nuestro continente ha sido pasto de oleadas políticas que a nada condujeron y que, rápidamente terminaron engendrando su opuesto exacto. Así sucedió con los movimientos y gobiernos populistas luego de la II Guerra Mundial y así también con el horror de los regímenes militares de la década de los 70. Nada nue vo pues.

Para la Cuba comunista Hugo Chávez fue un "regalo de los dioses" y él parecería estar logrando lo que Fidel nunca pudo. O mejor, lo logran nuestros petrodólares que, sin pausa y sin pudor distribuye a cielo abierto y a escondidas a cualquiera que proponga inscribirse en este movimiento demencial. Aquí yace, empero, su gran "talón de Aquiles".

Una revolución "pagada", algo nunca visto, es lo que afanosamente, como si el tiempo no alcanzase, ofrecen como espejismo nuevo. El problema reside en que sólo Venezuela tiene los reales y cada día alcanzan menos para todo lo que se quiere hacer con ellos. Además, tanto pago a todo genera una corrupción sin límites, como ya lo atestigua Venezuela.

Otro problema es la naturaleza de la "convocatoria" (o mejor, los "convocados" en exclusiva). Hacer una revolución cuyo motor sean los indígenas deja al resto fuera y más temprano que tarde eso habrá que pagarlo. Si la revolución se hace para los "excluidos" de ayer, ¿cómo evitar que no sea más excluyente aún lo que se instalaría en su lugar?

Finalmente, toda trastocación de un orden al que de continuo se descalifica como "injusto", expulsa a los instalados sin todavía poder llenar las expectativas que se le despertaron a los nuevos. Eso, que ya pasa en Venezuela, con mayor fuerza se presentará en los países andinos. Demasiado tiempo burlados, y muy intenso el espejismo con Chávez: pésima combinación.

Ninguna oleada del pasado se ha prolongado más allá del desencanto de las duras constataciones. ¿Por qué habría de ser diferente ahora? En estos tiempos, en un mundo que ya es un pañuelo, los lapsos no dan cuartel. Y como los efectos de cualquier tsunami, por limitados que sean, pueden descalabrar a más de uno el manido "efecto mariposa" sus posibilidades reales, más allá de los primeros alborotos, serán escasas y de corta du ración.

Como toda pandemia, esta muy probablemente será de rápida extensión y de corta duración, porque las cepas se agotan y la resistencia de los cuerpos crece, mientras los laboratorios del mundo aceleran la búsqueda de vacunas que tornen inocuo el virus al tiempo que palian la infección. Es la ley de la vida.