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22/02/2012 | Análisis - Siria aniquila a sus niños, sus médicos y a los testigos de la masacre

Borja Bergareche

«Hoy he visto morir a un niño», narraba a la BBC, ayer mismo, Marie Colvin, la periodista muerta por un proyectil en Homs.El clan Assad se emplea a fondo en aplicar las leyes del horror.«Nadie entiende cómo la comunidad internacional lo permite», decía Colvin.

 

«Es escalofriante. Hoy los bombardeos han comenzado a las 6:30 de la mañana. He contado catorce proyectiles en solo 30 segundos sobre esta zona de población civil (...). He visto morir a un niño pequeño. Es horrible. Le han quitado la ropa al llegar [a una clínica improvisada] y han visto que tenía metralla en la parte izquierda del pecho. El médico ha dicho que no podía hacer nada. Su barriguita ha estado palpitando hasta que se ha muerto...».

El testimonio lo aportaba ayer por la noche en la BBC Marie Colvin, la veterana corresponsal de guerra de «The Sunday Times» que ha muerto hoy en un bombardeo del ejército en la ciudad siria de Homs. Las imágenes que apoyan la información son de Paul Conroy, el fotógrafo que viajaba con Colvin, y que ha sido herido en el mismo ataque.

Esta misma mañana, el londinense «The Times» llevaba un único asunto en su portada: «Siria asesina sus niños». En la imagen, Nazeeda, una madre de 35 años, llora la muerte de dos de sus hijos, Ahmed, de diez años, e Ismael, de 13, muertos ayer en los bombardeos sobre la ciudad de al-Qusayr, muy próxima a Homs y situada también cerca de la frontera con El Líbano, una zona donde se ha hecho fuerte el llamado Ejército Libre de Siria.

Hospitales convertidos en centros de tortura

En octubre, la organización Amnistía Internacional denunció en un informe que «el gobierno sirio ha convertido los hospitales en instrumentos de represión», y documenta casos de torturas por parte de militares y agentes de la seguridad siria -pero también de médicos y enfermeros- a civiles y guerrilleros de la oposición en al menos cuatro hospitales del país. El enviado especial de ABC, Daniel Iriarte, corroboró a finales de diciembre que «el régimen niega la asistencia a los heridos en las manifestaciones y asesina a los doctores que la prestan». El periodista Jonathan Litell describe salas de operaciones llenas de instrumental para la tortura y el uso de la medicina como arma de guerra en la serie de reportajes que acaba de publicar en varios diarios europeos.

Siria está empleándose a fondo en aplicar las leyes del horror, las únicas que conoce el sádico clan alauita de los Assad. El periodista Thomas Friedman, de «The New York Times», las bautizó como «las reglas de Hama», en referencia a la brutal represión que desató Hafez Al Assad, padre del actual presidente, contra una rebelión de islamistas suníes en la localidad de Hama en 1982.

Friedman, que logró acceder a la localidad unas semanas después, describe así la operación de limpieza: «Literalmente [Hafez al Assad] la arrasó, machacando los barrios fundamentalistas con artillería durante días. Una vez se silenciaron las armas, redujo los escombros a nada y alisó el terreno con bulldozers para dejarlo plano como un aparcamiento». Se estima que murieron aplastadas, literalmente, entre 10.000 y 20.000 personas.

Las «reglas de Hama» de los Assad

Es el gobierno del miedo y la política del terror, la que tan sistemáticamente aplicaron los regímenes autocráticos de Oriente Medio hasta las rebeliones de la Primavera Árabe. Ahora, solo el régimen sirio sobrevive como último heredero de aquella escuela de «gobierno». Y nadie debería dudar de que seguirá aplicando el método Hama como el alumno aventajado que siempre fue. Es la estrategia que vemos aplicada desde el inicio, hace más de un año, de una rebelión que habría sufrido ya más de 6.000 víctimas mortales: identificar las localidades tomadas por las fuerzas rebeldes, bombardearlas con tanques y artillería durante días, dar paso a los asesinatos y torturas de la «shabbiha» (milicias leales al régimen) y dejar a los francotiradores para ejecutar, uno a uno, a los civiles -ancianos y niños, da igual-.

Siria está dispuesta a aniquilar a sus hijos, a los levantados en armas contra el sanguinario régimen de Al Assad y a los testigos incómodos de la matanza que se interpongan en su camino, según demuestra la muerte esta mañana en Homs de la reportera estadounidense y de un joven periodista francés.

Según los datos presentados ayer en Londres por el Comité para la protección de los Periodistas (CPJ) de Nueva York, ya son ocho los periodistas muertos en 2012 en acto de servicio. Cuatro de ellos, incluidos los dos de hoy, han perdido la vida en Siria. Los cuatro en Homs.

«Nadie puede entender aquí cómo la comunidad internacional está permitiendo esto, especialmente con el ejemplo de Srebrenica, el bombardeo de una ciudad y las promesas de no volver a permitir algo así», exclamaba ayer Colvin a la BBC, apenas unas horas antes de caer víctima de los proyectiles de los Assad.

ABC (España)

 


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