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16/07/2011 | Del ALCA al CELAC

Pedro Corzo

En América Latina en las últimas décadas se han creado numerosas organizaciones que procuran consolidar los vínculos entre estados y gobiernos, en particular, aquellos que están relacionados con la actividad económica.

 

Una relación de estas instituciones sería muy extensa y sus logros, salvo contadas excepciones, han quedado muy lejos de las expectativas de sus promotores.

Para muchos analistas una organización exitosa ha sido el MERCOSUR. Su constitución data de 1991, y sus propósitos son más amplios e integradores en el aspecto económico que los de cualquier otra organización hemisférica.

Otro proyecto con fines orientados al desarrollo económico, pero con una visión más integradora, fue el Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA. Esta institución se proponía reunir a todos los países del hemisferio, promover el libre intercambio de bienes y servicios, llevar los aranceles a cero y preservar y fortalecer la comunidad democrática de las Américas.

Los presidentes estadounidenses Bill Clinton y George W. Bush se esforzaron por impulsar el proyecto, que se esperaba maduraría en el 2005, pero el plan afrontó tres enemigos que tenían bien claros sus propósitos, aunque en algunos no fueran coincidentes: Néstor Kirchner, de Argentina; Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Hugo Chávez, de Venezuela. Estas instituciones y otras similares difieren en sus fundamentos y objetivos de la Alianza Bolivariana para las Américas, que es una organización que auspicia el presidente venezolano Chávez, con el fin de generar alianzas políticas e ideológicas que faciliten el establecimiento y permanencia del modelo político que denominan Socialismo del Siglo XXI.

El Alba se constituyó en Cuba, en diciembre del 2004, como contraparte del ALCA, para enfrentar a Estados Unidos y toda manifestación política y económica que no se ajustara a las que promueven los gobiernos de Cuba y Venezuela, sus estados fundadores. Al plan se sumaron Bolivia, Nicaragua, Honduras y posteriormente se integró Ecuador. También se han incorporado varios estados caribeños.

El Alba ha sido un instrumento muy apropiado para que el despotismo y el autoritarismo electoral ganaran espacios en el continente. Sus dirigentes, por medio de las urnas, han legitimado un autoritarismo que les ha permitido controlar los poderes públicos, someter en gran medida a los medios de comunicación y ofrecer a la comunidad internacional una imagen de armonía social que no se corresponde con la realidad de los países que gobiernan.

La más poderosa e incluyente de todas las instituciones, la Organización de Estados Americanos, desde hace muchos años está sumergida en una profunda crisis de credibilidad, por sus desaciertos en todos los campos de la política.

Otro factor externo que afecta a la OEA, es el resentimiento que algunos gobiernos y sectores políticos e intelectuales profesan contra Estados Unidos. Ese sentir, profundo y difundido desde hace muchos años por grupos extremistas, promueve crear un organismo que la sustituya, sin la presencia de Estados Unidos y Canadá.

Ese proyecto tiene en la actualidad más posibilidades de concretarse que en ningún otro momento del pasado, no solo por la concertación de esfuerzos de quienes lo promueven, sino también por las grandes riquezas del pueblo venezolano que maneja a su antojo el presidente Hugo Chávez.

Recientemente se reunieron con ese objetivo en Caracas, cancilleres y representantes de 30 países de América Latina y el Caribe. Rafael Correa, uno de sus principales artífices, dijo: "Propusimos que el Grupo de Río se convierta en una Comunidad de Estados Latinoamericanos que reemplace a la OEA… se ha desprestigiado mucho a la OEA, necesitamos algo nuevo, algo mejor, algo nuestro y esa es la CELAC".

Cierto que la Cumbre en la que iba a constituirse la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños fue postergada y que la enfermedad del presidente Chávez, su principal financista, puede afectar el proyecto, pero no por eso la idea será archivada.

El CELAC es un instrumento esencial para promover el despotismo, por lo que el propósito permanecerá vigente mientras gobiernen autócratas como Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega. Ellos son enemigos de los valores de la democracia, del escrutinio y la crítica. Ellos y sus aliados, aunque no tengan los recursos del presidente de Venezuela, son los iluminados de los tiempos de Internet, ven la libertad y el derecho de los demás desde el meridiano de sus intereses. Parafraseando a los indios caribes: “Solo ellos son gentes con derechos”.

El CELAC, con Hugo Chávez o sin él, aun con otro nombre, siempre será un instrumento de desestabilización y de concertación para aquellos que buscan el poder para imponer su voluntad en detrimento de los derechos de los gobernados.

Periodista de Radio Martí.

Miami Herald (Estados Unidos)

 



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