Cuando las relaciones entre las personas son voluntarias, como en el mercado natural, la eficiencia se da naturalmente. Si cada persona puede elegir qué comprar y dónde, entregará su dinero al que le ofrezca lo mejor: se dará la eficiencia ya que el vendedor, siendo libre, venderá también lo que le resulte mejor. Y lo mismo con cualquier servicio.
Los problemas empiezan cuando se introduce la violencia, cuando externamente se fuerza el cambio del curso natural, según la definición de violencia que da la filosofía clásica. Y esto debería bastarnos para entender por qué es ineficiente, porque siempre, incluso en defensa propia, la violencia destruye. Por caso, las restricciones aduaneras impuestas vía fuerza policial, impiden la oferta importada que, quizás, era mejor. Así, a más coacción en el mercado, más ineficiencia social.
La corrupción es otra de las consecuencias de la violencia. Si el mercado es natural, las personas interactúan voluntariamente manejando sus propios intereses. Sin restricciones aduaneras, las personas sencillamente traerían las convenientes compras que realizaron en el exterior, pero si un burócrata las frena en la frontera y amenaza con confiscarlas, se verán tentadas a sobornar al funcionario al que ofrecerán un "regalo" ya que, como nada tiene que ver en el asunto (ni es el comprador ni el vendedor) ningún esfuerzo tiene que hacer ni nada que entregar.
Los organismos estatales son paradigmas de ineficiencia, porque obtienen recursos violentamente (las personas son forzadas a pagarlos) por vía impositiva y no a cambio de un servicio eficiente por el que las personas naturalmente pagarían. Por mostrar un caso de actualidad, en su artículo "Móviles, cáncer y la OMS (para variar)", Jorge Alcalde, cuenta que la Organización Mundial de la Salud, decidió incluir a los celulares en su catálogo de sustancias o prácticas potencialmente carcinogénicas. Parece que, en realidad, la OMS no ha confirmado nada y solo ha convocado a unos expertos para analizar las investigaciones ya conocidas, sin que exista información novedosa, y la misma OMS reconoce que no existen pruebas reales al respecto. La respuesta de buena parte de la comunidad médica ha sido de profundo escepticismo.
Los organismos estatales, como vimos, no están dedicados a las personas (no obtienen sus recursos del pago voluntario por el servicio que la gente prefiere) sino que responden a intereses políticos del Estado que es el que, como medio de intercambio, les da los recursos. Así, errores como estos, los cometidos con la gripe A y los fracasos en la información sobre enfermedades como la polio, alientan las sospechas de corrupción basadas en oscuros intereses de la industria farmacéutica.
Es que el Estado (toda intervención violenta sobre el mercado) alienta la corrupción. Hasta en el fútbol que, por ser tan popular, es usado por los políticos para ganar votos y, entonces, organizan o apoyan campeonatos. Hace unos días el director de la revista As, Alfredo Relaño, criticó al máximo organismo del fútbol, la FIFA, tras la trama de sobornos destapada para que Rusia y Qatar se quedaran con la organización de los mundiales de 2018 y 2022. Según Relaño esto ha servido "para que ese sanedrín de gentes que dirige el fútbol quedara retratado... la cueva de Alí Babá, con un nivel de corrupción comprobada que excede toda comprensión... Hace tiempo que sabemos que es así, pero verlo en tan estrepitosa desnudez hiere".
alextagliavini@gmail.comMiembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
