Lo que sí sabemos es que una parte de los sindicatos y la oposición griega están en armas contra el nuevo ajuste del Gobierno heleno para conseguir, precisamente, 12.000 millones de euros el 29 de junio y evitar el default.

Ahora bien, supongamos que Grecia suspende pagos. ¿A quién perjudica? Por un lado están las cábalas: a los demás periféricos, a la banca alemana, al euro… Por otro, los hechos: quién tiene deuda griega y quién va a tener más deuda griega. Y ahí resulta los griegos son los que más tienen deuda griega. O sea, que si hacen suspensión de pagos, se hacen suspensión de pagos a sí mismos. Lo cual, dicho sea de paso, no es bueno para un país.

Aquí va el desglose de la deuda griega, en porcentaje. La primera cifra corresponde a 2010; la segunda, a la estimación de 2020. Como puede verse, los griegos no sólo ya tienen bastante deuda. Cada vez tienen más, a medida que los inversores extranjeros huyen de ella como de la peste bubónica. Un proceso que, dicho sea de paso, también está pasando en España, como afirmaba hace un mes y medio el FMI.

1) Griegos, excluidos bancos (empresas, fondos, etcétera): 15% (2010); 32% (2020);

2) Bancos griegos: 14% (2010); 29% (2020);

3) FMI y Unión Europea: 12% (2010); 23% (2020);

4) Banco Central Europea: 12% (2010); 5% (2020);

5) Bancos extranjeros: 15% (2010); 4% (2020)

6) Instituciones extranjeras que no son bancos: 32% (2010); 7% (2020)

Estas cifras son claras: si Grecia suspende pagos, se suspenderá pagos a sí misma. Los griegos tenían en 2010 el 29% de su deuda; en nueve años, tendrán el 61%. Mal negocio en esa situación suspender pagos, salvo que uno quiera pegar una paliza de muerte a su propio sistema financiero que, visto como está el griego, tampoco está para aguantar muchos golpes.