Es
oficial: España ha descubierto esta semana otra Alemania. A la vista del toro,
la adoración ha dejado paso a la crítica. Felipe González ha dado un aldabonazo
afirmando que Europa carece de liderazgo y ha criticado la gestión que de la
crisis se hace en Berlín. Al lamento se han sumado, por primera vez
públicamente, algunos ministros del gobierno.
El
miércoles, el Secretario de Estado para la Unión Europea, Diego López Garrido,
vino a Berlín para transmitir un mensaje a su homólogo alemán, Werner Hoyer.
Alemania, "no cuenta demasiado con los otros", a diferencia de la
época de Kohl, "no parece interesada en el proyecto europeo", hay en
Europa un "estado de ánimo" descontento porque "un liderazgo
individualista, no es liderazgo", dijo López Garrido, que presentó su
lamento como una "reflexión filosófica".
"Los
países del euro tienen que liberarse de la lógica de los mercados, si la
política permite que el fuego continúe, devastará Europa", advierte una
editorial del Handeslblatt. El avión vuela sin piloto, los mercados no saben
pilotar, pero los pasajeros se limitan a ponerse los cinturones de seguridad y
a colocar el respaldo de sus asientos en posición vertical. Hay riesgo de
colisión, dicen que mortal, pero a bordo la discusión versa sobre el uniforme
de la azafata. "Los tesoros públicos de los estados harán cualquier cosa
en beneficio de la deuda de la banca privada", decía el 16 de noviembre en
su editorial el Financial Times. Ese es el "sucio secreto de Europa",
decía. Pero, ¿cómo lo ve Alemania?
Una
encuesta con cuatro expertos alemanes sugiere que hay una Alemania crítica con
la política europea del gobierno de Angela Merkel, pero que la que manda y
cuenta está, fundamentalmente, satisfecha de si misma. Responden Michael
Hüther, director del Instituto de Economía Alemania de Colonia, Christian
Dreger, del DIW de Berlín, Dierk Hirschel economista jefe de la sindical DGB y
Albrecht Müller, economista y antiguo colaborador de Willy Brandt.
¿Tiene
Europa un problema de liderazgo?
Hüther: Europa
tiene un problema de liderazgo porque el eje París-Berlín antes tan claro y
eficaz ya no funciona. Las estimaciones de los gobiernos alemán y francés para
el diseño de normas para la unión monetaria son muy diferentes (por ejemplo, en
la cuestión de si es necesario un cambio de tratado o si es necesario implicar
a los acreedores). De ello se desprende que la nación más fuerte y dinámica, es
decir Alemania, debe asumir el liderazgo, lo que provoca voces críticas en
otros países.
Dreger: No
hay tal crisis, pero se necesitan estructuras de funcionamiento más claras.
Hirschel:
Si, y sus causas son económicas. En la eurozona hay un masivo conflicto entre
los gobiernos de los estados acreedores y el de los estados deudores. La
diversidad de intereses impide que se pueda hablar con una sola voz.
Müller: El
problema de Europa es que las personas que determinan la opinión y las
decisiones no piensan en el bien del continente sino en su provecho político.
Podemos llamarlo "problema de liderazgo" y también es aplicable si se
refiere al presidente de la Comisión, que carece de la estatura y el peso que
tuvo, por ejemplo, Jacques Delors. Aun peor que la ausencia de calidad y que el
señor Barroso es el hecho de que los políticos europeos piensan en categorías
de competencia entre nuestros pueblos. Pensar en términos de competencia entre
naciones es ridículo en la Europa de hoy. Si se piensa así, nada funcionará.
¿Cómo
valora la política anticrisis alemana para Europa?
Hüther: La
canciller señala acertadamente las causas de los problemas y dificultades, que
se sitúan en países como España y Portugal. Debe quedar claro que la moneda
única de Europa exige una mayor disciplina. La respuesta no consiste en las
transferencias (de los países más boyantes a los más débiles) sino en el ajuste
de los problemas estructurales de los países afectados. Para ello debe
aplicarse la ayuda, en combinación con el FMI. Alemania puede desempeñar su
papel de líder sin complejos, pues su dinámica económica produce muchos
impulsos para la eurozona. Actualmente no hay otro actor que ella.
Dreger: Me
parece bien. El saneamiento de las finanzas públicas tiene prioridad, sobre
todo a causa de la tendencia demográfica.
Hirschel:
La política alemana profundiza la crisis. La Señora Merkel solo apuesta por las
exportaciones. La debilidad del mercado interno alemán no abre oportunidades a
los europeos del sur. Al mismo tiempo, la política de austeridad asfixia el
crecimiento en España, Portugal, Grecia e Irlanda. Los países fuertes se hacen
más fuertes y los débiles más débiles. La Europa del Sur se juega ahogarse en
un mar de deudas. Si se sigue así, pronto no habrá euro.
Müller: El
problema de la política alemana es que nuestra Canciller piensa ante todo en lo
que le hace popular en Alemania y no en lo que le conviene a Europa y a sus
pueblos. Ella y su ministro de finanzas han alimentado la especulación contra
estados europeos al exigir la participación de los bancos en las operaciones de
rescate. Tal posición es popular, pero Merkel y Schäuble deberían saber que
ahora no es aplicable. Se trata de un simple recurso de política interna
alemana. Que incluso en las cuestiones europeas y mundiales más difíciles,
Merkel se orienta por su provecho partidista es algo que hasta los americanos
perciben, como se ve en los documentos de wikileaks. Si Willy Brandt, con quien
trabajé hace 40 años, hubiera pensado con este egoísmo, nunca habría habido
apoyo alemán al desarrollo democrático de España. Entonces había solidaridad
entre los pueblos de Europa, ahora solo un tira y afloja.
El
gobierno espera que una mayoría engañada le aplauda al forzar a griegos,
irlandeses, portugueses y españoles a apretarse el cinturón. Recetarlo a otras
naciones es muy popular, pero el hecho es que en Alemania ha sido un fracaso.
Durante casi 30 años los salarios de la mayoría han estado estancados, los
sistemas de seguridad social han sido abandonadas a la erosión, la propiedad
pública se privatizó, las condiciones de trabajo se han hecho inseguras y
florece el trabajo temporal. Sólo el excedente de exportación nos hizo
campeones del mundo, ahora subcampeones, pero, ¿de qué nos vale? Hemos
acumulado deudas con Estados Unidos y otras economías, sin pensar en que se
devaluarán y se perderán, y eso es lo que va a suceder.
¿Qué debería
cambiarse en esa política y en la estrategia europea anticrisis en general?
Hüther:
Debe quedar claro que la estructura de incentivos para el endeudamiento de los
estados y para los préstamos a los estados debe ser permanentemente empeorada.
La participación de los acreedores es inevitable. Las decisiones del pasado fin
de semana sobre exigir esa participación sólo en el caso de insolvencia de un
estado, son erróneas. Se tiene que establecer un principio fijo de cláusulas de
acción colectiva. Luego, en Basilea III y Solvency II, deberían preverse
requisitos de capital para los bonos del Estado.
Dreger: Habría
que desarrollar un plan a largo plazo para solucionar la crisis de
endeudamiento: autos de insolvencia para los estados, participación de los
inversores internacionales, etc.
Hirschel:
El mayor exportador y acreedor, Alemania, debe desarrollar su mercado interno.
Subidas de salarios y mas inversión pública en Alemania, ayudaría a que los del
sur pudieran exportar más en el futuro. El ahorro debe desaparecer. Además los
mercados financieros deben ser regulados de una vez. Las finanzas de los
estados deben disociarse de los mercados de capital para impedir mas
especulación contra los países endeudados.
Müller: Hay
que prestar atención al interés común. Europa debería cerrar el casino
financiero. Es intolerable que los grandes bancos y los especuladores se
beneficien con las dificultades de naciones enteras. Los créditos para superar
la crisis deben ser administrados directamente por el Banco Central Europeo, y
no darlos al 1% a los bancos para que estos los den al 5%, 6% u 8%. La
adaptación entre las economías competitivas y con superávit y las menos
competitivas y deficitarias, no debe entenderse como una carretera única
dirección. El gobierno alemán y los agentes sociales deben alentar los aumentos
salariales en Alemania y dar así empuje a la economía nacional. Cargar el peso
de la adaptación sobre otros pueblos y exigirles masivos recortes salariales, es
algo abstruso, para la psicológica y la macroeconomía. Siento tener que
decir esto sobre mi propio gobierno.
El enigma alemán, a examen
Todas
las miradas confluyen en Alemania. Su peso en el PIB de la eurozona es decisivo
y lo que se cuece en el seno de su Gobierno, resulta decisivo para el devenir
de Europa. De ahí, las críticas que no han ahorrado muchos dirigentes europeos
sobre el comportamiento excesivamente cerrado de la política económica adoptada
por Angela Merkel. Conocida es la importancia de la industria alemana y la
participación que tiene en su PIB, así como el tradicional motor de crecimiento
que supone la exportación. Sin olvidar la influencia que el Bundesbank sigue
ejerciendo sobre el BCE. Merkel se encuentra en una difícil encrucijada. Su
política, haya molestado o no a sus vecinos, ha conseguido alcanzar la
recuperación antes que el resto de los países. Pero sabe muy bien que esta
recuperación será efímera si sus clientes europeos no logran despegar. Por un
lado, pues, no puede defraudar a sus ciudadanos –culturalmente acostumbrados,
por otra parte, a una gran austeridad en el consumo– y, por otro, no puede
hacer oídos sordos a las voces que piden una mayor cifra de importaciones y una
política más flexible en el BCE, muy vigilado por el presidente del Bundesbank,
Axel Weber, hombre de rígida ortodoxia monetaria que quizás no sea la más
adecuada para estos momentos excepcionales. Sea como sea, dentro de Alemania,
también hay voces discordantes. La gravedad de la situación –con las
turbulencias financieras omnipresentes– ha llevado a Dinero a analizar lo que
sucede en el país renano, qué piensan sus empresas principales, cómo ven los
alemanes a Europa y los europeos a Alemania.
-ANGELA
MERKEL: ¿Prioridad a la agenda de partido?
Los más
pesimistas dicen que su política europea viene dictada por la agenda de su
partido en Alemania. Gusta insistir en que "estamos mejor que casi todos
los demás" o en que "no nos dejaremos castigar por exportar buenos
productos". Sin embargo, no ha explicado que la crisis no es griega, ni
irlandesa, sino europea, porque todo está interrelacionado en la eurozona.
-AXEL
WEBER: Neoliberal de piñón fijo
Presidente
del Bundesbank y candidato a dirigir el Banco Central Europeo, manteniendo su
"autonomía" al servicio de los mercados. Es un neoliberal de piñón
fijo anclado en la austeridad para todos. "La confianza en las finanzas
públicas no es ilimitada" y hay que abonarla con austeridad
presupuestaria. Eso vale también para los países con superávit como Alemania,
dice.
-WOLFGANG
SCHÄUBLE: Confianza en el futuro del euro
El
sombrío, veterano y respetado Ministro de Finanzas de Angela Merkel, postrado
en silla de ruedas desde el ataque de un perturbado mental que sufrió hace
veinte años, es el cerebro gris de la CDU y no duda en proclamar: "Estoy
totalmente convencido de que tenemos todos los medios para conservar el futuro
del euro como una moneda mundial estable".
-RAINER
BRUEDERLE: No a una "unión de transferencias"
El
ministro de Economía liberal dice que "Alemania va de película".
Acérrimo adversario del gasto público, así como de convertir la eurozona en una
"unión de transferencias", con miras a nivelar los desequilibrios de
sus miembros. Ve con "optimismo" la situación de España y Portugal.
"Tienen muchas posibilidades de poner orden en sus presupuestos por sí
mismos", dice.