Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
En Profundidad  
 
11/11/2005 | Desenmascarar la Alianza de Civilizaciones

Mark Steyn

Tonto de mí. La guerra civil de Eurabia parece haber empezado con algunos años de antelación a mi optimista pronóstico. Como informa la edición del jueves del Guardian en Londres: "Jóvenes franceses dispararon a la policía y quemaron más de 300 coches la pasada noche mientras diversas ciudades cerca de París experimentaron su peor noche de violencia en una semana de desasosiego urbano".

 

¿"Jóvenes franceses", ah? ¿Se refiere usted a Pierre y a Jacques y a Marcel y a Alfonse? Pese a que la mayor parte de los "jóvenes" técnicamente son ciudadanos de la República Francesa, descubrir que los maleantes no piensan en su identidad primaria como ´´ francés" no lleva demasiado tiempo en les banlieus de París: Son varones jóvenes procedentes del norte de África que crecen más alejados que nunca de la comunidad general con cada año que pasa, y más intensamente unidos que nunca a una identidad musulmana asertiva más implacable que nada de lo que usted puede encontrar en Oriente Medio. Tras cuatro años de letargo, finalmente resulta que sí existe realmente una "calle árabe" explosiva, pero está en Clichy-sous-Bois.  

La noción de que la arrogancia del neocon de Texas era responsable de congelar las relaciones trasatlánticas siempre fue absurda, incluso para alguien tan satisfecho y estrecho de miras como John Kerry. Si usted tuviera millones de jóvenes musulmanes sin asimilar hirviendo de cólera en suburbios sin ley de cada ciudad importante, ¿estaría usted tan impaciente por enviar tropas a un país árabe a luchar junto a los americanos? Los árabes franceses llevan perpetrando una intifada a bajo nivel contra sinagogas, carniceros kosher, escuelas judías, etc. media década. La preocupación de la clase política ha sido evitar la propagación de estos ataques a objetivos de, ahm, mayor interés general. Parecen haber perdido esa batalla. Al contrario de los Eurófilos de América, la calle árabe de Francia identificó correctamente la oposición de Chirac a la guerra de Irak por lo que era: una señal de debilidad. 

Los franceses lo han vivido antes, por supuesto. 732. No 7:32 hora de París, que es cuando comienza la quema nocturna de Citröens, sino 732 d.C. -- hace como siglo y un tercio. Por entonces, los musulmanes habían avanzado 1000 millas al norte de Gibraltar para controlar España y el sur de Francia hasta los bancos del Loire. En octubre del 732, el general moro Abd al-Rahmán y su ejército musulmán no estaban exactamente a las puertas de París, pero estaban a unas 200 millas, justo al sur del gran enclave franco de San Martín de Tours. En alguna parte del camino entre Poitiers y Tours se toparon con una fuerza Franca y, al contrario que otros ejércitos cristianos de Europa, éste mantuvo sus posiciones "como un muro... una firme masa glacial", en palabras de las crónicas de Isidoro. Una semana después, Abd al-Rahmán estaba muerto, los musulmanes se dirigían al sur y el general francés, Charles, se había ganado el apellido de "Martel" -- o "el martillo".  

Poitiers fue el acantilado de la marea musulmana en Europa occidental. Fue una incursión oportunista por parte de los monos, pero si hubieran ganado, habrían encontrado difícil resistirse a avanzar hacia París, hacia el Rin y más allá. "Quizá", escribía Edward Gibbon en El declive y caída del Imperio Romano, "la interpretación del Corán se enseñaría hoy en las escuelas de Oxford, y sus púlpitos manifestarían a un pueblo circuncidado la santidad y la verdad de la revelación de Mahoma". No habría Europa cristiana. Los anglo-celtas que se asentaron en Norteamérica habrían sido musulmanes. Poitiers, decía Gibbon, "fue un encuentro que cambiaría la historia del mundo entero". 

Las batallas son muy directas: el lado A gana, el lado B pierde. Pero el gobierno francés está muy lejos de algo tan clarificador. Hoy, un audaz avance musulmán ha penetrado en Europa mucho más profundamente que Abd al-Rahmán. Están en Bruselas, don de se aconseja a los funcionarios belgas de policía que no se dejen ver en público bebiendo café durante el Ramadán, y en Malmo, donde los conductores de ambulancia suecos no acuden sin escolta policial. Es demasiado tarde para repetir la Batalla de Poitiers. En los suburbios prohibidos, incluso antes de estos disturbios, 9000 coches de policía habían sido apedreados por "jóvenes franceses" desde el comienzo del año; alrededor de tres docenas de coches son incendiados incluso en una noche tranquila. "Hay una guerra civil en curso en Clichy-sous-Bois actualmente, dice Michel Thooris, del sindicato de los gendarmes Acción Policial CFTC. "Ya no podemos aguantar más esta situación por nuestra cuenta. Mis colegas no tienen ni el equipamiento ni el entrenamiento práctico o teórico para la lucha callejera".  

¿Qué hacer? En París, mientras "los jóvenes" disparaban a la gendarmería, quemaban hasta los cimientos un gimnasio e interrumpían el tráfico de cercanías, el Gabinete francés se dividía en dos, dado que "el ministro para la cohesión social" (un puesto ministerial que espero que América no necesite nunca) y otros colegas se distancian del ministro del interior, el Nicolas Sarkozy de lenguaje directo que despreciaba a los alborotadores como "escoria". El Presidente Chirac parece haberse decantado por el bando de los que creen que es necesario tratar los agravios de la escoria. Hizo un llamamiento al "espíritu de diálogo y respeto". Como es el estilo de la clase política, parecen ver los disturbios como una oportunidad excelente de echar a pique las ambiciones presidenciales de Sarkozy más que como un llamamiento a salvar la República.

Hace algunos años fui criticado por una observación sin importancia a efectos de que "encuentro más fácil ser optimista acerca del futuro de Irak o Pakistán que, digamos, el de Holanda o Dinamarca". Pero esta es la razón. En desafío a los patrones tradicionales de inmigración, estos varones jóvenes están menos asimilados que sus abuelos. Los cínicos franceses como el primer ministro, Dominique de Villepin, han empleado los últimos dos años en denigrar la Doctrina Bush: porque, todo el mundo sabe que islam y democracia son incompatibles. Si es así, es menos problema para Irak o Afganistán que para Francia o Bélgica.

Si bien Chirac no es exactamente Charles Martel, los gamberros no dan mala impresión como ejércitos musulmanes de hace trece siglos. Están aprovechando sus oportunidades, poniendo a prueba a su enemigo, sondeando sus puntos débiles. Si incendiar los suburbios te gana más "respeto" de Chirac, los quemarán una y otra vez. En el presente número de City Journal, Theodore Dalrymple concluye un artículo acerca de los terroristas suicida británicos con este crudo resumen de la nueva Europa: "El dulce sueño de compatibilidad cultural universal ha sido reemplazado por la pesadilla del conflicto permanente". Lo que suena tremendamente parecido a una nueva Edad Media.


© Copyright Mark Steyn, 2005

Diario Exterior (España)

 



Otras Notas del Autor
fecha
Título
11/12/2019|
11/02/2008|
26/08/2007|
10/05/2007|
10/05/2007|
25/04/2007|
25/04/2007|
20/03/2007|
10/10/2006|
22/06/2006|
22/06/2006|
15/05/2006|
07/05/2006|
13/04/2006|
30/03/2006|
08/03/2006|
16/09/2005|
05/08/2005|
25/07/2005|
24/06/2005|
17/05/2005|
17/05/2005|

ver + notas
 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House