No en vano fue también la primera república que se independizó de Yugoslavia. Y lo hizo en la menos sangrienta de las transiciones balcánicas que en la década de los noventa empaparon en sangre una de las zonas más volátiles del Viejo Continente.

Mucho logro y poco reconocimiento, lamentan algunos, para una nación que no tantos europeos consiguen colocar correctamente en el mapa y cuya capital, Liubliana, es una joya desconocida que hay quienes sitúan allá por el antiguo imperio soviético.

Y eso a pesar de que cuenta con un publicista entregado: su alcalde, Zoran Jankovic, empresario metido a político y empeñado en promocionar la "ciudad más bella del mundo".

Parte de la culpa de tal desconocimiento la tienen la bandera y el nombre, cuenta en este reportaje Tanja Slokar, jefa de los informativos más populares del país, los de Pop TV. "Son demasiado parecidos a los de Eslovaquia", dice Slokar, que quita hierro al asunto para centrarse en la gran ambición de la ex república yugoslava: convertirse en llave de entrada de los vecinos balcánicos, antiguos enemigos y ahora suculentos socios comerciales. "El nacionalismo", advierte, "siempre ha sido un lastre en la región". Ninguna vacuna es mejor que la adhesión a la UE.

En juego está algo más que la economía eslovena, que también puede favorecerse de un tráfico comercial más fluido. También se trata de la estabilidad política de la zona, como reconoce el presidente, Danilo Turk. "Es necesario impulsar su integración, no se puede mantener una especie de agujero negro en medio de Europa", señala a ELMUNDO.es.

En cuanto a la moneda única, que cumple tres años, en Eslovenia hay opiniones para todos los gustos. El euro ha ralentizado las exportaciones y subido los precios, reconocen los economistas y el Gobierno, pero también ha servido de paraguas a la crisis. "Yo sigo siendo igual de pobre", dice en cambio, uno de los protagonistas de este reportaje.