El Presidente egipcio Hosni Mubarak obtuvo una abrumadora mayoría en las primeras elecciones presidenciales con múltiples candidatos en la historia del país. Mubarak, quien ha estado en el poder durante 24 años, ganó las elecciones con el 88.6% de los votos, según fuentes oficiales. Con este resultado, Mubarak gobernará el país por quinto mandato consecutivo, tras vencer a nueve candidatos.

Las elecciones se vieron marcadas por la apatía, el escepticismo y las acusaciones de fraude. Sólo un 23% del electorado asistió a las urnas el 7 de septiembre, o sea poco más de 7 millones de personas, que a su vez sólo representan 10% de la población total del país. La victoria de Mubarak, quien desplegó una abrumadora campaña publicitaria, se daba por descontada.

La eternidad en el poder es una idea que al mandatario egipcio de 77 años no le resulta controvertida. De hecho, ha labrado su imagen pública con un pelo sospechosamente negro, unos retoques faciales nada disimulados en los afiches publicitarios e imágenes callejeras que lo muestran siempre favorecido.

A pesar de haber sido las primeras elecciones multipartidarias permitidas en los 24 años de mandato personal de Mubarak, las voces de fraude se hicieron escuchar desde el primer momento. El postulante del partido GHAD, Ayman Nour, calificó el resultado de lamentable."Ya hemos presentado nuestra petición para que las elecciones sean repetidas. La Comisión Electoral la rechazó, pero persistiremos. No vamos a permitir que nadie juegue con los derechos de los egipcios", dijo en conferencia de prensa.

Las irregularidades electorales estuvieron a la orden del día. En principio, bastaba un carné con fotografía para votar en el colegio que le correspondiera a cada votante. Sólo si se deseaba hacerlo en otro centro se necesitaba disponer de la tarjeta rosa que justifica la inscripción en el registro electoral. Sin embargo, numerosas personas que aseguraban haberse inscrito no encontraban sus nombres en las listas. En un solo colegio de la ciudad de Ismailía, hasta 600 electores tuvieron problemas con los padrones.

¿Cómo será el próximo mandato de Mubarak? Posiblemente haya mayor apertura política y se relaje la represión a los disidentes. Egipto es un país al que la democracia no le es indiferente y seguramente la sociedad civil, con el apoyo de la comunidad internacional, forzará la liberalización política. Pero lo que estas elecciones mostraron es que una democracia participativa no se logra de la noche a la mañana. Casi un cuarto de siglo de silenciosa dictadura han dejado usos y costumbres autoritarias que llevará mucho tiempo erradicar.

El otro motivo para esperar un cambio aperturista es que Egipto se ha convertido en un avispero de terroristas que atentan impiadosamente en ciudades turísticas donde haya occidentales y judíos. El mismo Mubarak es visto con recelo por el fundamentalismo islámico y lo ha tachado de ser un enemigo de mundo árabe. Los intentos por demostrar lo contrario por parte del líder egipcio han fracasado, lo cual hizo que se acercara tímidamente a Estados Unidos y Europa. Quizá los condicionamientos externos a cambio de apoyo logístico contra el terror hagan que la democracia en Egipto sea una realidad dentro de un futuro no muy lejano.