Empero, supuse que tantas revelaciones que hace Vásquez Viaña, aunque al parecer bastante documentadas, podían ser refutadas o desvirtuadas, sea por los gobernantes de Cuba, por su Embajada en Bolivia, así como por los seguidores que tiene el Che en el país. Han transcurrido más de dos años desde su aparición y nada de ello se produjo.

La guerrilla del Che en Bolivia tuvo muchos azares. En 1967 no tenía justificativos políticos suficientes. El gobierno lo ejercía un militar de matices dictatoriales, el general de aviación René Barrientos, quien asumió el poder tras el golpe del 4 de noviembre de 1964. Con ánimo prorroguista, convocó a elecciones el 3 de julio de 1966 y las ganó. El Partido Comunista obtuvo una votación relativamente alta: 32.000 sufragios, lo que daba a entender que tenía más posibilidades de participar en la vida democrática del país, antes que por la vía armada.

Los proyectos guerrilleros en Latinoamérica los inducía o planificaba Fidel Castro, entonces presidente de Cuba. Guevara nada tuvo que ver en la elección de Bolivia para comandar una guerrilla. Después de haber fracasado en la conducción de un movimiento similar en el Congo, África, su intención era volver a su país, Argentina.

No podía regresar abiertamente a Cuba, porque Castro dio a la publicidad una carta manuscrita de despedida que el Che le había dirigido antes de ir al Congo. Un párrafo saliente de la misma dice: “Hago formal renuncia de mis cargos en la Dirección del Partido, de mi puesto de ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos”.

Tras el fracaso en el Congo, Castro decidió que debían mantenerse las guerrillas en la región, al mando del Che. Barajó, con sus colaboradores, las posibilidades de Venezuela y Guatemala. Las desecharon porque no había las condiciones adecuadas. Fue entonces que se optó porque fuera en Perú. Se lo convenció de ello a Guevara, pero la idea tuvo el rechazo de los comunistas de este país. Por último, más o menos como en un juego de bingo, resultó que Bolivia era el lugar más “positivo”, para lo que Castro obtuvo cierto apoyo de Mario Monje, a espaldas de la cúpula del Partido Comunista.

Las improvisaciones fueron varias. Se carecía de una estrategia precisa para el caso. No estaba definida la zona de operaciones donde iniciar el movimiento guerrillero. Se eligió casi a tropezones que fuera en Ñancahuazú, lo que ocurrió a sólo 15 días de que Guevara llegara al país, desde Cuba, donde estuvo anónimamente. El resto es conocido.