Las opiniones de los 2,563,397 ciudadanos habilitados para votar están divididas. Las encuestas dicen que Mujica, con el 48 o 49 por ciento de apoyo, es el favorito. Pero para ser electo presidente necesita la mitad más uno de los votantes y si no lo consigue, lo cual no parece fácil, habrá una segunda vuelta (balotage) fijada para el domingo 29 de noviembre.

Enfrente se ubican Lacalle con el 29 o 30%, y quien iría al balotage; Pedro Bordaberry (13 o 15%) de centroderecha, hijo del ex dictador Juan María Bordaberry y candidato de los colorados (el otro histórico partido político uruguayo); el Partido Independiente (Pablo Mieres) de centroizquierda con el 2 o 4% y Asamblea Popular (Raúl Rodríguez), un pequeño partido que prácticamente no figura en las encuestas, de izquierda radical.

Los uruguayos --se calcula que votará el 90% de los inscriptos por cuanto el voto es obligatorio--, además de presidente y vicepresidente, deberán a la vez elegir en esta única jornada a 30 senadores y 99 diputados, y decidir sobre dos propuestas de enmienda constitucional, ambas auspiciadas por el Frente Amplio. Una es para habilitar el voto epistolar de los uruguayos radicados en el exterior (una quinta parte de la población) y la otra para derogar la ``ley de caducidad'', que hace 20 años amnistió a los militares de la dictadura.

La mayor expectativa está centrada en si el FA, coalición intregrada por 26 partidos de izquierda (comunistas, socialistas, democratacristianos, ex tupamaros, escindidos de los partidos históricos), consigue el triunfo en la primera vuelta. Esto es, si repite lo logrado por el actual presidente, el médico oncólogo Tabaré Vázquez, que en las elecciones del 2004 logró el 50.45% de los votos y puso fin a 175 años de hegemonía (desde la independencia de Uruguay) de blancos y colorados.

Se entiende que la propuesta de Mujica es un poco más radical que la de la actual administración. El propio Lacalle anuncia que su gestión, si gana, será muy parecida a la de Vázquez, lo que no se alejaría mucho de la verdad por cuanto el actual gobierno, particularmente en lo económico, no se apartó demasiado de la línea del anterior, del liberal Jorge Batlle.

Mujica, a quien llaman el Pepe, es amigo de Chávez y simpatiza con Evo Morales, pero advierte que su modelo de gobierno es el de Lula. No plantea soluciones extremas con respecto a la banca o la tierra, por ejemplo, y no es un antiprivatista ortodoxo ni un fanático estatista.

Su ventaja comparativa es su sencillez, su honestidad y su sinceridad. Es un hombre de vida muy austera, auténticamente, y su vivienda y su indumentaria lo prueban. Tiene un gran poder de comunicación con la gente y utiliza un idioma muy popular sin cuidar demasiado las palabras. Para vivir dice que la bastan 30 mil pesos (U$S 1,500) y anunció que si es electo presidente donará el sueldo (unos U$S 15 mil mensuales), y que invitará a los miembros de su gobierno y también a los de la posición a hacer lo mismo para crear un banco para los pobres. Por otro lado, no se le reconocen grandes dotes como estadista y hasta se sugiere que no es muy trabajador, pero él dice que buena parte de la tarea, y en particular la económica, la dejará a cargo de su compañero de boleta, el contador Danilo Astori, académico que estuvo a cargo del Ministerio de Economía durante la primera mitad del actual gobierno.

La cuestión es que casi una mitad de los uruguayos quieren que siga la izquierda en el poder y otra casi mitad está en contra, por lo que la decisión quedará a cargo de un dos o tres por ciento de los votantes. Una carrera muy pareja, y que se decidirá ``por una cabeza'', como diría Gardel.