En más de 200 páginas, que se pueden consultar en www.arab-hdr.org, este documento incluye datos puntuales, tablas, estadísticas y análisis sobre la realidad que impera a lo largo y ancho del mundo árabe, de tal suerte que constituye un material invaluable y útil para ser tomado como referencia en la discusión de las políticas públicas que deberían impulsarse para sacar a muchas de estas naciones del subdesarrollo en el que se encuentran.

Y es que, en efecto, el cuadro general que ofrece este último reporte es muy parecido al de las ediciones anteriores en el sentido de que en la mayor parte de los temas analizados los datos son bastante pesimistas. Por ejemplo, en cuanto al medio ambiente, el cálculo es que si la población árabe total era en 1980 de 150 millones de personas, para 2015 será de 395 millones, lo cual significa un enorme desafío en múltiples áreas, entre ellas la de las reservas de aguas renovables que presentan un curso de agotamiento creciente, agravado por una intensa contaminación. La desertificación se expande así inexorablemente, creando con ello mayores dificultades para el abasto de agua potable, con lo que aumenta la exposición, en particular de los niños, a una serie de enfermedades infecciosas.

Al tratar el tema de los Estados, el reporte indica que los aparatos gubernamentales constituyen una buena parte del problema al ser casi siempre autoritarios, coartadores de las prácticas democráticas, con graves fallas en cuanto a instituciones representativas, aplicación de las leyes, y respeto a la diversidad étnica, religiosa, cultural y lingüística de sus poblaciones. En este contexto, las mujeres son calificadas como uno de los grupos poblacionales más vulnerables, debido a las infinitas formas en las que están expuestas a la violencia familiar e institucional, no sólo en lo físico, sino como víctimas de una serie de prácticas culturales y sociales como la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil, los asesinatos por causa de honor y el tráfico de personas.

Otro punto interesante del reporte es el que se refiere a la manera como la riqueza petrolera de muchas de estas regiones enmascara y en ocasiones es incluso la causa fundamental debilidades estructurales serias en varias de las economías árabes. De ahí que el hambre y la desnutrición estén en aumento. Se señala que a pesar de que se han registrado ciertas mejorías en los sistemas de salud de algunos países, los servicios sanitarios a disposición de las grandes mayorías árabes son muy limitados y con amplias desigualdades entre sectores sociales y entre países. El virus del VIH se presenta en estos entornos como una amenaza real potenciada por la negación y falta de comprensión de la enfermedad.

La valentía de este reporte radica tanto en las denuncias documentadas que expone como en los señalamientos de la corresponsabilidad que por esta situación tienen los gobiernos autoritarios que ahí existen y las diversas corrientes extremistas religiosas que se han venido fortaleciendo, y que promueven de forma deliberada una continuación de tal estado de cosas para llevar agua a sus respectivos molinos. No en balde a raíz de este documento, el ex director del Centro Al-Ahram para estudios estratégicos y políticos, Abdel Moneim Said Aly, ha expresado que es necesario que las élites políticas árabes reconozcan lo mal que están las cosas y asuman la responsabilidad por cambiarlas. ¿Serán capaces de ello?