Un informe de la Fundación Milenio tocó un tema muy delicado al afirmar que el crecimiento de la economía en el primer semestre, medido por el INE en 3,11%, refleja en gran parte la participación de los ingresos del narcotráfico en las actividades económicas.

Por supuesto, la mencionada fundación no ofrece cifras precisas, porque el narcotráfico es una actividad ilegal que, como se dice, no deja factura. Pero expresa la sospecha de que algo anda mal en las cuentas del país.

El ministro de Economía, Luis Arce, rechazó aquel informe al declarar que no hay ningún motivo para atribuir el crecimiento de la economía a la participación del narcotráfico y destacó las cifras positivas del sector formal de la economía.

Es decir que hay dos lecturas muy divergentes sobre la situación de la economía nacional. Una que sospecha que el narcotráfico tiene una participación decisiva en las cifras y otra que asegura que las actividades legales están viento en popa, gracias al resultado de las políticas del gobierno de Evo Morales. Con seguridad que de estas dos posiciones extremas es posible, con ayuda de otros datos, lograr una lectura más objetiva.

Corresponde, por lo tanto, que se haga un estudio serio sobre la participación de las actividades ilegales ligadas al narcotráfico en el país, su impacto en el empleo y en la generación de divisas. Se sabe, con cierta precisión, cuál es la superficie de terreno que abarcan los cultivos de coca. Y se tiene una estimación sobre la cantidad de coca que excede la demanda normal, tradicional y originaria de la hoja.

El cálculo oficial, aprobado por el Estado boliviano, establece que con 12.000 hectáreas se podría atender la demanda legal y tradicional de la hoja. El mandatario Evo Morales ha hecho saber que, en sus cálculos, la demanda legal requiere de 20.000 hectáreas. Por otro lado, informes internacionales dicen que en este momento el cultivo de coca en el país abarca 32.000 hectáreas.

Lo cierto es que hay una producción que sobrepasa, con creces, la demanda interna, legal para el consumo tradicional. Más allá de las posiciones ideológicas, está claro que hay más narcotráfico en Bolivia, lo que puede ser demostrado con las cifras de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico. Además, la misma Policía reporta casos de lavado de dólares, algo que no lograba ponerse de manifiesto en el país.

Por lo tanto, está haciendo falta un estudio serio sobre todo esto. Un estudio que sea, preferiblemente, imparcial.

El Jefe de Estado ha propuesto que se haga una encuesta para medir la demanda interna del consumo legal, una iniciativa que se ha puesto en marcha en agosto, aunque con cierto sesgo a favor de la coca y prejuicios como que los niños acullican.

Las mafias delincuenciales tienen el enorme poder de distorsionar el comportamiento de la economía, con el lavado de dólares, el contrabando y el comercio de la droga. Y, en su objetivo, no dudan en corromper a autoridades o cobrar venganza, con ajustes de cuentas, algo que ya se ha sufrido en el país.

No se trata de menoscabar el positivo impacto de la economía formal; por el contrario, se debe buscar reducir la informalidad y combatir la ilegalidad desde todos los frentes. Entonces, es necesario conocer la influencia del narcotráfico en la economía.