¿Qué fue lo que dijo Mary Anastacia O´Grady, columnista del Wall Street Journal, que molestó tanto al gobierno de Kirchner? En realidad, no fue ella quien acusó a Argentina de parecerse cada vez más a la Arabia Saudita de antes del 11 de Septiembre y de ser un santuario para los terroristas sino un diario independiente de los pocos que quedan en el país austral, Ámbito Financiero.


O´Grady sí hurgó en la herida y sostuvo que lo que se está cultivando en el Cono Sur difícilmente califique a Argentina como aliado en la lucha contra el terrorismo. Su recomendación al Gobierno de Bush era que se cuide del doble lenguaje de la diplomacia argentina, tan similar al saudí de hace cuatro años atrás, porque los Estados Unidos no deberían ser sorprendidos una segunda vez.



La noticia que destapó el roce diplomático fue una decisión de un juez argentino de rechazar la solicitud de Chile de extraditar a Sergio Galvarino Apablaza, también conocido por su nombre de guerra, Comandante Salvador y antiguo jefe del grupo extremista de izquierda llamado Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Este hombre está acusado del asesinato del senador chileno Jaime Guzmán en 1991, y del secuestro de Cristian Edwards, hijo del propietario del diario chileno El Mercurio.


El juez argentino rechazó el pedido de extradición asumiendo que los crímenes atribuidos a Apablaza eran de naturaleza política, y ordenó su libertad inmediata.


O´Grady le recordó a Bielsa que la decisión del tribunal federal de proteger a un terrorista chileno no era un evento aislado, sino un particular tic de la justicia kirchnerista. Ya en mayo la Corte Suprema rechazó la extradición de un terrorista de ETA, Jesús María Lariz Iriondo, acusado de un atentado con bomba en 1984 en Eibar. Sin embargo la corte dictaminó que el acto terrorista que le es atribuido no es un crimen de lesa humanidad. Por lo tanto, el delito ha prescripto y su autor ya no puede ser acusado por el hecho.


Argentina sufrió dos terribles atentados a principios de los noventa a manos del fundamentalismo islámico, y al día de hoy se desconoce exactamente quiénes y cómo perpetraron los atentados, todo ello a la farsa judicial y el encubrimiento político que enturbió las investigaciones. Por otra parte se sabe de la debilidad de Kirchner por la izquierda radical que promueve Chávez, de su admiración por Fidel Castro y de su amistad con una simpatizante proetarra como Hebe de Bonafini.


El canciller Rafael Bielsa, en lugar de encolerizarse con el Wall Street Journal, debería pedir públicas disculpas a Washington por lo sucedido y demostrar que Argentina es un aliado en la lucha contra el terror. Pero Bielsa, quien fuera guerrillero protomarxista en los años setenta, sólo visita Washington para pedirle dinero al FMI. Luchar contra el terrorismo, no está en su agenda, ni en la del Gobierno al cual representa.