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17/08/2009 | Afganistan - Elecciones: De viuda ¨española¨ a candidata

Monica Bernabe

Cando «Crónica» (Diario El Mundo, España) la visitó hace dos años, lloraba la muerte en un atentado de su marido, intérprete del Ejército español. Murió a la vez que ella daba a luz. Ahora puede salir elegida en las elecciones en Afganistán. «Él estaría orgulloso de mí».

 

Ha perdido peso. Los pómulos se le marcan y se la ve esquelética, pero ahora ya no tiene el rostro desencajado, ni los ojos llenos de lágrimas. Sakina Hussein sonríe, y parece jovial y más llena de vitalidad que nunca. También ha cambiado su vestuario. Ya no va de riguroso negro.

Sakina es la viuda de Roohulah Mosavi, el intérprete afgano que perdió la vida con los militares españoles Germán Pérez Burgos y Stanley Mera Vera cuando una mina reventó el BMR en el que viajaban por las inmediaciones de Shewan, en el noroeste de Afganistán, a escasos kilómetros de Herat. Era el 24 de septiembre de 2007. Su marido entraba cadáver en el hospital de Herat, a la vez que ella, en el mismo lugar, daba a luz a una niña, Fátima, su primogénita.

Entonces el nombre del intérprete casi no salió en los medios de comunicación españoles. Ni su foto ni el nacimiento que acompañó a su muerte. Su viuda no tenía claro que el Gobierno español fuera a hacer nada por ella, que se quedaba sola con la criatura y sin dinero para mantenerla. No eran para menos las dudas. Ninguna autoridad española asistió al entierro de Mosavi. Crónica, sin embargo, estuvo allí y relató su triste historia.

Dos años después, la vida de Sakina ha dado un vuelco de 180 grados. Ahora es candidata a las elecciones provinciales que se celebran este jueves en Afganistán, junto a las presidenciales. Se presenta por la provincia noroccidental de Herat y estos días anda totalmente atareada con la campaña. «Mi intención es ayudar a las mujeres y estoy convencida de que, si resulto ganadora, podré hacer algo por ellas», afirma para justificar su incursión en la política.

La puerta de la oficina electoral de Sakina recuerda a la entrada de su antigua casa, donde se veló al difunto. Entonces un retrato de su esposo colgaba de la fachada, acompañado de un trozo de tela negro y una leyenda que lo elevaba a la categoría de mártir por haber muerto en un ataque talibán. Ahora la foto de la fachada es la de Sakina, vestida de forma estrictamente islámica, y la leyenda, un eslogan electoral: «El cambio es posible».

En el interior de la oficina un montón de mujeres hacen cola. Quieren hablar con Sakina. Piensan que, por el hecho de ser candidata, ya puede hacer algo por ellas. La madre de Sakina también está allí. Antes la acompañaba a todas partes, y ahora continúa a su lado, casi con posado imperturbable, triste como antes. Incluso deja escapar alguna lágrima cuando se nombra al yerno muerto. Una cría corretea por la estancia. Es Fátima, la niña que nació en medio de la desgracia. No se queda quieta. Tiene casi dos años y es la viva estampa de su madre.

«La gente me ha ayudado mucho. Todo lo que tengo es gracias a los donativos», dice Sakina, como si fuera tan fácil que en un país como Afganistán, pobre como las ratas, hubiera muchos dispuestos a poner dinero para pagar la campaña de una candidata. Recursos, a ella, no le faltan. Ha abierto dos oficinas electorales en Herat y viaja de un sitio a otro para darse a conocer.

Fuentes oficiales del Gobierno español aseguran que la viuda fue generosamente indemnizada tras el atentado, aunque se niegan a dar cifras. Sin duda, pues, la candidata cuenta, aunque no lo quiera reconocer, con un buen cojín español para conseguir ser elegida.

Ésta no es la primera vez, sin embargo, que Sakina se presenta a las elecciones. Ya lo hizo hace cinco años. «Resulté elegida», asegura, «pero me dijeron que para poder formar parte del consejo provincial, además de los votos, tenía que pagar 10.000 dólares y no tenía ese dinero». Se trataba, sin duda, de un claro caso de corrupción electoral, pero Sakina, inexperta, picó de lleno en la trampa y tiró la toalla pensando que, sin el pago, no tenía ninguna posibilidad a pesar de haber conseguido las papeletas necesarias.

«Ahora no me volverán a engañar», dice, aunque no descarta un nuevo fraude electoral. De hecho, eso es lo que se espera en todo el país. Las condiciones de seguridad y las dificultades de comunicación no hacen prever otra cosa. Los talibán han amenazado a quienes vayan a votar, así que es probable que mucha gente se quede en su casa por lo que pueda pasar. Y las comunicaciones con los colegios electorales serán en muchos casos imposibles.

BOICOT TALIBÁN

Los talibán hace meses que obligan a las compañías de telefonía móvil a desconectar sus antenas de repetición en cuanto anochece, también bajo la amenaza de atacarlas. En el momento del recuento de votos, muchos colegios quedarán incomunicados, y será difícil saber qué ocurre allí. Hay teléfonos satélites, pero no los suficientes para cubrir todo el país.

A todo esto hay que añadir el poder de los antiguos señores de la guerra, que aún conservan sus facciones armadas y que se encargarán de que las zonas bajo su control voten a los candidatos que a ellos les convengan. A las presidenciales se presentan 41 candidatos. A las provinciales, una locura: 3.365.

Sakina, pues, no lo tendrá fácil. El consejo provincial de Herat cuenta con 90 escaños, de los que cinco están reservados para las mujeres, y se presentan 25 candidatas. «Si mi marido me viera, se sentiría orgulloso de mí», declara. El intérprete, dice, tenía aspiraciones políticas y, antes de que la bomba le segara la vida, soñaba con ser elegido también para el consejo provincial de Herat.

LA CAMPAÑA TALIBÁN

- El fotógrafo español Emilio Fernández Morenatti, herido el martes, ha sido una víctima más de la creciente ola de violencia con la que los talibanes azotan Afganistan conforme se acercan las elecciones.

Morenatti, 40 años, de la agencia AP, sufrió la amputación de un pie por el estallido de una mina casera al paso del convoy de EEUU en el que viajaba empotrado.

El miércoles, Burhannudin Rabani, ex presidente afgano (1992-96), salió ileso de un ataque talibán cuando participaba en la campaña del opositor a Karzai, el actual presidente.

El miércoles fue una jornada especialmente sangrienta con al menos dos policías, tres soldados británicos y 14 civiles (entre ellos mujeres y niños) asesinados.

La base española de las tropas españolas en Herat, ha sido atacada en varias ocasiones con cohetes.

El Mundo (España)

 


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