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16/08/2009 | Instrucciones para gobernar la crisis. Nueve consejos de un ex presidente brasileño

Fernando Henrique Cardoso

1.Aprovechar el momento: Las crisis sistémicas son momentos de dislocación e incertidumbre. Pero también tienen una fuerte dimensión transformacional. Las circunstancias inusuales suelen dar lugar a oportunidades únicas. Cuando se reconoce que más de lo mismo no va a servir, surgen como opciones factibles, ideas y posibilidades alternativas. Un sistema en crisis o bien retrocede y se desintegra, o bien se reorganiza y reconstruye a un nivel superior de complejidad. Nos encontramos en esta disyuntiva.

 

2. Hablar con claridad: Un aspecto fundamental de la crisis actual es la falta de confianza y de transparencia. La confianza únicamente puede volverse a edificar sobre la base de la verdad. Hoy los ciudadanos toman decisiones basándose en la experiencia y las percepciones que han tenido durante su vida. Si su conocimiento y experiencia no guardan relación alguna con el mensaje de los políticos y responsables de política, el resultado es la incredulidad y la desconfianza. La gente normal puede enfrentarse a la dura realidad y soportar sacrificios si percibe que los líderes dicen la verdad y controlan la situación, y que el peso de la solución va a ser compartida equitativamente entre todos.

3. Recurrir al poder del compromiso cívico: Las personas y las sociedades tienen hoy más recursos que nunca. En tiempos de adversidad, pueden disponer de recursos de los que no eran conscientes durante los tiempos de prosperidad. La discontinuidad supone un reto para la imaginación colectiva, pero al comprometer a nuevos sectores, se abre el camino para la emergencia de nuevas fórmulas de reinvención colaborativa.

4. No enfrentarse a los hechos: Nada resulta más desmoralizador para un líder que verse desautorizado por la realidad. No prometa lo que no se pueda conseguir. No fije calendarios que no sean realistas. Confíe en la capacidad de la gente para hacerse cargo de situaciones complejas, ser creativos, y experimente con soluciones innovadoras. Consiga lo mejor que cada uno pueda aportar. Construya una fuerte coalición para el cambio que alimente continuamente la sensación de un objetivo común, y que mantenga enfocada la visión de las personas en la meta que debe alcanzarse.

5. Mantener la ruta: Una de las lecciones fundamentales que aprendí sobre la gestión de las crisis, sobre todo cuando la economía brasileña estaba experimentando fluctuaciones salvajes del tipo de cambio, fue que en plena tormenta el líder debe mantener la calma y la esperanza en que la situación finalmente mejorará. En estas difíciles circunstancias le corresponde al líder mantener alta la moral de su equipo. En los momentos más álgidos de la crisis todos los colaboradores tienden a seguir un camino diferente y a ver a la persona a su lado como un adversario, con el riesgo de que todos se desmoralicen. La perseverancia, mantenida de forma audaz y pragmática, es un componente crucial para afrontar con éxito una situación de crisis.

6. Fijar el rumbo: En el mundo de hoy el liderazgo político nunca se alcanza de una vez por todas. Debe alimentarse y renovarse constantemente. Ya no es posible para un líder imponer sin negociar, decidir sin escuchar, o gobernar sin explicar ni convencer. Los votos obtenidos en una elección, aunque sean decenas de millones, no son suficientes. A la mañana siguiente de una victoria electoral, se debe comenzar casi desde cero. Los líderes o bien inspiran y movilizan partiendo de una visión de futuro, o bien pierden poder. La responsabilidad de un líder democrático consiste en aprovechar los retos, ser pionero y enseñar el camino a seguir. La comunicación por parte del liderazgo es esencial para garantizar apoyos, aun teniendo en cuenta, como señaló Maquiavelo, que aquellos que probablemente pierdan con un cambio de política reaccionarán de forma mucho más rápida y fuerte que los que se benefician de dicho cambio.

7. Confiar en nuevos actores: Todas las cuestiones globales fundamentales a las que hoy nos enfrentamos —desde la crisis económica y el calentamiento global, hasta la lucha contra el terrorismo, el crimen organizado, la proliferación nuclear, las epidemias y la pobreza absoluta— atraviesan fronteras y superan las capacidades de cualquier Estado individual. Todos estos retos únicamente pueden enfrentarse mediante la colaboración e innovación a escala masiva. Estas amenazas afectan la vida de las personas en todas partes, y deben ser tratadas por los Estados y por una pluralidad de actores no estatales: ONGs, autoridades locales, el sector privado, científicos, líderes espirituales, medios de comunicación y opinión pública.

8. Lo blando es más fuerte que lo duro: Del mismo modo que la globalización no anunció el fin de la historia, como algunos temían y otros anticipaban, la actual crisis sistémica no va a suponer el fin de la globalización. Probablemente conducirá a un panorama geopolítico de múltiples capas caracterizado por una interrelación más fuerte entre lo político, lo económico y lo cultural. La era del unilateralismo americano ha finalizado. Los Estados Unidos solos, no pueden solucionar un problema global, pero no puede hacerse nada sin ellos. Estamos iniciando una nueva era en la que el poder blando puede perfectamente resultar ser más sólido y confiable que el fuerte. En un mundo cada vez más multipolar y multicultural, el poder en sí está trasladándose desde el norte hacia el este y el sur, desde estructuras jerárquicas hacia redes flexibles y plataformas de colaboración.

9. Mirar más allá de la crisis: Hoy la gente se encuentra aturdida y asustada. La avaricia ha sido sustituida por el miedo. Ha llegado la hora de sustituir el miedo por la esperanza. La confianza y transparencia entre los líderes y ciudadanos es una precondición esencial para la reconstrucción de las instituciones destrozadas, tanto a nivel nacional como global. Éste es el camino a seguir. La búsqueda imprudente de beneficios nos ha conducido a un callejón sin salida. El laissez faire financiero se ha colapsado. Los días de toma de riesgos y de altos niveles de vida han pasado. Las necesidades reales y el bien público están llamados a prevalecer sobre el puro consumismo. Queramos o no, puede que nos veamos forzados a volver a virtudes de toda la vida, como el trabajo duro y el ahorro y la transparencia y la confianza, como la base de la economía y la prosperidad. Como reacción frente a préstamos y gastos fuera de control, ha llegado la hora de retomar la idea de que la innovación, la productividad y la competitividad son el camino hacia la riqueza y la creación de empleo. El futuro no es un punto en el tiempo que nos está esperando. Depende y se forma a base de las decisiones que adoptamos hoy.

**Artículo publicado por la American Society y el Consejo de las Américas en Americas Quarterly, primavera 2009.


*Fernando Henrique Cardoso
. Político y sociólogo. Fue presidente de Brasil de 1995 a 2003.

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