Lo dijo Sarkozy en diciembre. Cuidado con que el invierno de 2009 caliente tanto Europa que haga brotar en las calles otra primavera del 68. Aunque esta vez son los Gobiernos los que, siendo realistas, piden lo imposible. Por ejemplo, que mientras cierran el grifo del gasto público y aprietan el cinturón salarial, los ciudadanos traten de resucitar la economía con el boca a boca del consumo. Muchos han plantado cara a sus dirigentes, que tiemblan ante el reguero de pólvora que sacude el continente de una punta a otra.

FRANCIA

La rapidez a la hora de pronosticar el malestar social como metástasis de la crisis económica no ha ahorrado al presidente francés una huelga general. Empeñado en solucionar la mayor cantidad de problemas mundiales de golpe y a la mayor brevedad, Sarko ha descuidado el frente interno hasta encontrarse de bruces con Francia hirviendo mientras se desliza hacia la recesión. Aún así, esta semana ha aguantado la embestida del primer conflicto laboral desde que asumió el poder.

GRECIA

La ira de los manifestantes no respetó en diciembre ni el más sagrado monumento de la Antigüedad. Hasta el propio Partenón se hacía eco a través de pancartas de la frustración juvenil que alimentó las mayores protestas ciudadanas en décadas, desatadas tras la muerte de un adolescente a manos de la policía y engordadas por el fracaso educativo y las sombrías perspectivas de trabajo.Esta semana, en cambio, han tomado el relevo estudiantil los agricultores, que han echado los tractores a las carreteras para pedir mejor precio de venta para sus productos.

RUSIA

Para el líder comunista Gennadi Ziuganov, la cosa estaba ayer clara. «La revolución es la única salida», clamaba en una manifestación que reunió en Moscú a miles de opositores a Vladimir Putin y a la que se sumaron concentraciones en otras ciudades rusas, como Vladivostok. «Nacionalización de las materias primas, sin mirar ni a Oriente ni a Occidente», predicaba en la céntrica plaza de Triunfálnaya, arremetiendo contra la «burbuja» inflada por EEUU. Ante el propio Karl Marx, perpetuado en bronce en un busto, los manifestantes (muchos de ellos pensionistas) coreaban: «¡No al capitalismo! ¡Dadnos socialismo!».

«El Estado ya ha gastado 200.000 millones de dólares de los 600.000 que acumuló (en reservas), pero la crisis continúa, ya que ese dinero se ha utilizado para apoyar a los bancos, no a las fábricas, escuelas y el campo», dijo el dirigente comunista, según Efe.El panorama para Putin, que enfrenta la primera gran protesta contra su plan anticrisis, es sombrío. Rusia afronta un año en el que se prevé que la inflación llegue al 13% y el paro, a los siete millones, mientras el rublo continúa devaluándose.

HUNGRIA

Lo mismo ocurre con el forint húngaro, que alcanzó esta semana su récord de caída frente al euro. La ruina de Budapest simboliza la brecha entre las dos velocidades de la UE: mientras la zona oeste trata de curarse de la peor gripe de las últimas décadas, la este padece una pulmonía en grado extremo. Y además, no tiene dinero para inyecciones públicas que palien los síntomas de la enfermedad, y los están atajando con recortes sociales y aumento de impuestos. Caldo de cultivo para el estallido en las calles.

UCRANIA

En Ucrania ya ocurrió hace cinco años. Las protestas de la revolución naranja derribaron un gobierno y levantaron una gigantesca torre de expectativas que se han visto defraudadas. Ahora, al malestar con la guerra política entre el presidente, Viktor Yuschenko, y la primera ministra, Yulia Timoschenko, se unen el hartazgo con la corrupción y la mala situación económica. Sobre todo tras la carísima disputa que Kiev mantuvo con Moscú por el gas y que hace un mes congeló el este europeo.

ISLANDIA Y PAISES BALTICOS

De orgulloso ejemplo de bienestar a mendigo de ayuda internacional y candidato al ingreso en la UE. La quiebra del sobredimensionado sector bancario islandés ha derribado al Gobierno de derecha y prendido, literalmente, hogueras frente al Parlamento, enfrentando a cientos de ciudadanos con la policía antidisturbios. Los países bálticos no se quedan atrás, y atraviesan la más grave recesión de Europa. En Letonia, una manifestación de 10.000 personas derivó hace unos días en disturbios cuando una minoría trató de irrumpir en el Parlamento y destrozó partes del casco antiguo.