En otros países, las autoridades del ramo se caracterizan, sobre todo, por la previsión.

Cuando Brasil se ha convertido en una potencia petrolera mundial, sigue construyendo plantas de regasificación para importar GNL, porque no quieren enfrentarse a la eventualidad de una escasez.

Argentina ha alquilado un barco para regasificar el GNL que le llega de Trinidad y Tobago, pues lo primero que debe hacer un gobierno es garantizar el suministro de los servicios a la población.

En este momento, los tanques de almacenamiento de YPFB están ocupados con el petróleo reconstituido que debe ser exportado vía Arica. Quizá por ese motivo no se almacena el diesel de importación y eso provoca que, al cortarse la llegada de los camiones desde Argentina, no haya el carburante para uno o dos días de consumo. Esto muestra que se vive al día y que no hay opciones de almacenar.

En el caso del GLP, el problema mayor continúa siendo el contrabando de salida desde el departamento de La Paz hacia el Perú, de contrabando.

Este tema requiere de una política clara del Gobierno. No se ha podido controlar a todas las poblaciones de la frontera que viven del contrabando, y que reclaman el derecho de seguir haciéndolo en vista de que no tienen otra fuente de ingreso. Ni la Policía ni la Aduana ni el Ejército han podido frenar la salida de contrabando de miles de garrafas con GLP que pasan todos los días hacia el Perú.

Al anunciarse un futuro superávit de ese combustible, no habría que descartar la posibilidad de exportar legalmente al mercado peruano, con pago de impuestos y con ingresos que beneficien a todos los bolivianos.

Pero lo importante es que YPFB caiga en la cuenta de que, en definitiva, lo más importante es tomar previsiones y no volverse a sorprender por la escasez.