Tras vivir la humillación de perder por primera vez un partido con Venezuela (así fuera amistoso), empató de local con Argentina en las eliminatorias. Los brasileros, que tienen el fútbol en su canasta familiar, están desesperados con su equipo.

Pero la economía va tan bien, que es capaz de compensar eso, que es una verdadera tragedia para ellos. Es que ese país se está convirtiendo ni más ni menos que en una potencia mundial que crece bien, tiene superávit fiscal permanente (lo que quiere decir que realmente Brasil está reduciendo su nivel de deuda) y unos indicadores sociales que mejoran. Además, las firmas calificadoras le dieron un espaldarazo al país, al otorgarle otra vez el grado de inversión, lo cual es prácticamente un aval para que cualquiera invierta su dinero allá. Y los recientes hallazgos la van a catapultar como otro actor importante en el ajedrez petrolero del mundo

Este frente es quizás el más prometedor. El país ya había alcanzado su autosuficiencia en 2006 y ahora todo indica que se va a convertir en un gran exportador. Unos botones de muestra. El pozo Tupi podría tener más de 8.000 millones de barriles de reservas, mientras Júpiter y Carioca podrían superar entre los dos 30.000 millones de barriles. Hoy las reservas mundiales de petróleo están estimadas en más de 900.000 millones de barriles y Venezuela tiene más de 150.000 millones de barriles certificados. Y el crudo es liviano, el más deseado en los mercados internacionales, pues requiere menos refinación.

Los brasileros no han cantado victoria en este tema. El presidente de Petrobras en Colombia, Abilio Ramos, explicó que las cifras de reservas no han sido confirmadas. Además, aún faltan varios años para que salga el primer barril de crudo de exportación.

Pero estos hallazgos no son un golpe de suerte. Brasil apostó todo a la exploración petrolera en aguas profundas hace 30 años. "Aun sin los descubrimientos, logramos producir 2,1 millones de barriles diarios y a 2015 vamos a llevar la producción a 3,5 millones", explicó Ramos.

Pero Brasil es hoy una figura mundial no sólo por la futura fiebre petrolera. Es uno de los principales países emergentes, después de China e India. ¿La fórmula? Han dejado poco al azar y han logrado una receta de ajustes institucionales, seriedad macroeconómica y diversificación productiva, que abonó el terreno para el desarrollo.

Lo curioso es que esta economía no ha registrado las altísimas tasas de crecimiento de otros países como Venezuela, Perú o Colombia, por encima del 7 por ciento. Su crecimiento es aceptable, cercano al 4 por ciento promedio durante los últimos años y del 5,4 por ciento en 2007. Sin embargo, se trata de una tendencia sostenida, sobre la cual hay muy pocas dudas, porque la producción no depende sólo de un socio o de un único producto, como ocurre con la mayor parte de los países en desarrollo. Las ventas externas brasileras van para Europa (el 24 por ciento), Estados Unidos (el 15 por ciento), Argentina (el 8,6 por ciento) y China (el 6,7 por ciento). Además, exporta desde productos básicos como café, petróleo y hierro, hasta aviones, maquinaria y carros. El año pasado sus exportaciones llegaron a 160.000 millones de dólares.

La revista Forbes incluyó 34 compañías brasileñas entre las 2.000 más grandes del mundo, las cuales tienen un valor en Bolsa de 795.000 millones de dólares. Allí están Petrobras, las compañías mineras Vale do Rio Doce y Votorantim, la fabricante de aviones Embraer y el Banco de Brasil, entre otros. El país ha logrado construir una red industrial y de servicios muy diversificada, que es la primera señal de solidez. Hoy hay dudas por lo que pueda pasar a Venezuela si sus refinerías colapsan, o a Colombia si Estados Unidos entra en recesión. En cambio, Brasil tiene variantes de juego muy importantes que disipan cualquier preocupación sobre su comportamiento económico futuro.

Mucha disciplina

Los brasileños han mostrado otra virtud: seriedad en el manejo de su economía. Han tenido que hacer una dura tarea de ajuste en los últimos años. Aquí la figura del presidente Luiz Inacio Lula da Silva ha sido clave. A finales de la década pasada, el país sufrió una crisis fiscal que puso al borde de la quiebra varios de sus estados. La Federación les da gran autonomía a las regiones, pero también mayores responsabilidades. Esto hizo que muchas se endeudaran y aumentaran sus déficit, lo que las hizo prácticamente inviables, y por eso fue necesario aplicar un plan de recorte que causó muchos problemas políticos. La llegada de Lula al poder generó mucha inquietud, porque se esperaba que por su talante de izquierda, llegara con un populismo en el que la disciplina fiscal no sería el principal ingrediente. Pero Lula fue pragmático: se comprometió con el ajuste, lo profundizó, se acercó a los inversionistas y esto le dio margen para definir una política social basada en subsidios a los más pobres.

Hoy el superávit fiscal primario (antes del pago de intereses de la deuda) bordea el 4 por ciento. Esto significa que Lula le está ganando la batalla al endeudamiento y así logra mayor independencia en la política fiscal. La deuda externa llegó a representar hace ocho años el 40 por ciento del PIB; ya bajó al 15 por ciento.

Todos estos ingredientes han hecho crecer la confianza. A Brasil llegaron inversiones por más de 80.000 millones de dólares en 2007. Y la inversión extranjera directa (IED) -nuevas empresas o en ampliación de las plantas industriales- fue de 34.000 millones de dólares; este año esperan 20.000 millones. Estos fueron los argumentos que llevaron a la firma calificadora Standard & Poor's a darle el grado de inversión a la deuda pública brasileña a comienzos de mayo, otro de los grandes logros recientes. Es prácticamente un cheque en blanco: si alguien tenía dudas sobre Brasil, las despejó.

Pero los buenos resultados no son sólo macroeconómicos. Las condiciones sociales han mejorado, aunque queda por hacer. El PIB per cápita de Brasil pasó entre 2004 y 2007 de 3.767 dólares a 7.141 y se espera que en 2009 llegue a 8.800 dólares. El desempleo se mantiene por debajo del 10 por ciento. En el más reciente Índice de Desarrollo Humano, Brasil ingresó en el grupo de alto desempeño entre los países emergentes. Los resultados muestran que el país avanza por el buen camino.

Obviamente, no todo es perfecto. Hay preocupación por el auge accionario que ha llevado el índice de acciones Bovespa a rendir más del 20 por ciento en lo corrido del año y se teme que sea una burbuja especulativa. El otro frente sigue siendo el social, porque hay una bomba de tiempo con el 20 por ciento de la población pobre. Además, varios escándalos por malos manejos de la administración Lula han mostrado una parte débil de la actual administración y que le podría generar desgaste.

Es claro que Brasil se está convirtiendo en una potencia económica mundial. Tiene una estructura productiva ideal que le permite crecer consistentemente y enfrentar con tranquilidad los momentos de choques externos. Han tomado las riendas, y los resultados se ven. Una lección que deberán aplicar ahora en el fútbol.