La carrera de Hillary Clinton hacia la Presidencia de Estados Unidos, que ha trastabillado en los últimos meses, se encontró desde hace algunas semanas con un obstáculo sin precedentes: una diva de televisión. Se trata de Oprah Winfrey, la mujer más poderosa del mundo del entretenimiento, una presentadora que está superando todos los límites en cuanto a la influencia de una figura mediática en la opinión pública de Estados Unidos. Su adhesión a la precandidatura de Barack Obama se convirtió en un verdadero terremoto político en las últimas semanas, cuando el peso de Oprah parece haber sido decisivo. A pocos días del arranque en Iowa del complejo proceso de primarias, el 3 de enero, ella ha volcado toda su energía a apoyar a quien podría convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos. Y su presencia se ha sentido.

"El doctor King tuvo el sueño", dijo Oprah hace unos días durante un mitin político en Carolina del sur, el cuarto estado en el calendario electoral. Los ecos del movimiento de derechos civiles retumbaban en aquel estadio de fútbol americano con la alusión al famoso discurso de Martin Luther King en 1963 en el cual hablaba de un Estados Unidos reconciliado, donde negros y blancos vivieran en armonía. "Pero no tenemos que seguir sólo soñando, podemos votar que el sueño se haga realidad apoyando al hombre que sabe no sólo quiénes somos, sino quiénes podemos ser", remató ante el delirio de los casi 30.000 asistentes al evento más concurrido de cuantos ha habido entre los precandidatos.

"Nuestro momento es ahora. No dejen que les digan que tenemos que esperar", declaraba momentos después el carismático Obama, de 46 años, cuyo principal punto débil es la falta de experiencia política, pues apenas lleva tres en el Congreso y hay quien piensa que debería esperar su turno. A pesar de eso, el senador por Illinois ha logrado robarse el show como el candidato de la esperanza, aquel que no está contaminado por las viejas mañas y puede representar una renovación en la manera como se maneja la política en Washington. Su discurso habla de curar las heridas, dejar atrás las batallas partidistas y unir a todo el país. Su 'asalto' ha puesto a los columnistas a debatir si la singular historia de vida y el liderazgo intuitivo de este hijo de un keniano y una mujer de Kansas, nacido en Hawai y criado en Indonesia, es suficiente para suplir sus flaquezas con respecto a sus más curtidos competidores. A su figura no le faltan algunos visos de mesianismo. Y Oprah contribuye a esa percepción cuando dice que Obama está investido de "autoridad moral" y es "aquel por el que he estado esperando". Esas palabras podrían ser decisivas.

Hillary ya no luce indestronable y la mayoría de los observadores le apuntan a un cabeza a cabeza con Obama en los primeros estados que podría definir toda la dinámica de la candidatura. En ese contexto, el decidido apoyo de Oprah puede ser el empujón que Obama necesitaba para aspirar de verdad a la Casa Blanca. No se trata de cualquier apoyo. Es la unión de dos personalidades arrolladoras. Obama lo sabe, y cuando alguien preguntó por qué no la postulaba como su fórmula vicepresidencial, su respuesta fue elocuente: "Eso sería degradarla". ?

El poder de las celebridades

En Estados Unidos, la política y el mundo del espectáculo no están divorciados. Basta recordar que el presidente Ronald Reagan y el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, fueron actores antes que políticos. Hollywood suele hacer millonarias donaciones a las campañas y muchas estrellas ya han anunciado sus preferencias. George Clooney está con Obama; Barbara Streisand, con Hillary, y Tim Robbins, con John Edwards -el tercer aspirante en las preferencias de los demócratas-, por citar sólo algunos ejemplos. Y aunque nadie desprecia la atención que genera una estrella, se dice que suelen atraer más multitudes que votos.

Pero Oprah podría ser la excepción. "Estados Unidos es una cultura obsesionada con las celebridades y Oprah es una fuerza extraordinariamente influyente cuando recomienda un libro o una película", dijo a SEMANA Robin Bronk, director ejecutivo de The Creative Coallition, un grupo surgido de la industria del entretenimiento que aboga porque las estrellas se involucren en los debates del país. "Ella conoce los temas y sabe exactamente de lo que se trata el activismo de las celebridades".

Oprah es un ícono que encarna el 'sueño americano'. Fue violada a los 9 años, quedó embarazada a los 14 y perdió su bebé, pero se las arregló para superar aquellos traumas y crear un inigualable imperio mediático. Al igual que Obama, trasciende las líneas raciales. El show de Oprah Winfrey tiene 48 millones de televidentes cada semana; su revista vende 2,3 millones de ejemplares cada mes; su fortuna supera los 1.500 millones de dólares y lidera la lista de las personas más ricas e influyentes del mundo del entretenimiento que publica la revista Forbes. También es reconocida por su intensa actividad filantrópica y cada vez que escoge un libro en su club de lectura, lo catapulta en las listas de ventas.

Lo logró incluso cuando recomendó Anna Karenina. "La sabiduría convencional dice que el apoyo de las celebridades no significa mucho en el mundo de la política. Pero la sabiduría convencional también dice que las novelas difíciles enormemente extensas publicadas hace más de un siglo no se convierten súbitamente en un 'best seller'. Ahora estamos a punto de ver si el 'efecto Oprah' puede hacer por Barack Obama lo que hizo por León Tolstoi", escribió Eugene Robinson en The Washington Post.

¿Qué la hace diferente a las demás celebridades que ya han destapado sus preferencias? "Simplemente, Oprah es la mayor estrella de todas", contesta David King, profesor de la escuela de gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. Aunque la escena de aquel estadio se ha repetido en los mayoritariamente blancos Iowa y New Hampshire -el segundo estado en el calendario, el 8 de enero-, es en el primero, con una significativa población negra, Carolina del sur, que vota el 26 de enero, donde tendría más valor, pues Obama no es tan conocido. En caso de apuntarse esas victorias, llegaría muy bien posicionado al 'mega martes' del 5 de febrero, donde votarán más de 20 estados.

Los afronorteamericanos han votado tradicionalmente por los Clinton -al punto que a Bill lo apodaron 'el primer presidente negro'- y las mujeres parecen el público natural de Hillary. "El mayor impacto de Oprah será en el voto femenino negro en Carolina del sur. Ella podría, en ese importante estado, hacer la diferencia entre ganar y perder", dijo King a SEMANA. Hay un dato significativo. El 70 por ciento de la audiencia de su show son mujeres. "¿Puede el apoyo de Oprah cambiar el voto de las personas? Es la primera vez que apoya un candidato. Todavía no lo sabemos, pero ciertamente no hace daño", aseguró a esta revista Barbara Kellerman, analista experta en mujeres y liderazgo de la Universidad de Harvard. Para competir con la diva, Hillary ha puesto a su marido a aparecer cada día más en la campaña. Muchos lo consideran un acto desesperado de una candidatura que se podría hundir como el Titanic por cuenta, en parte, del 'iceberg Oprah'.